El fuego es por mucho el elemento más terrible, poderoso y devastador de los cuatro elementos; por un lado, mientras es capaz de causar destrucción a su paso, por otro permite la renovación de la vida, dar cause y potencia, fuerza y luz. Es el elemento más imponente y el que más infunde respeto.
Durante miles de años el hombre ha venerado el fuego, y es tal su importancia que como símbolo místico y religioso está presente en todas y cada una de las corrientes mágicas y religiosas.
El fuego lo simboliza todo: la vida, la fuerza creadora, la fuerza fecundante, purificadora e iluminadora. Es la chispa que anima y reanima las almas y las potencias. Es el sol, es lo divino que con sus rayos crea y materializa, pero también que destruye, quema e incendia.
Es a su vez transgresión de límites y de mundos, es la rebeldía y la trascendencia de uno mismo sobre el mundo material y lo divino; es la esencia divina, la sexualidad en su punto alto y divino. Es el verbo y la acción, la fuerza ejecutora. Es lo que empuja a ser y lo que se tiene que hacer. De todos los elementos, el fuego es, por mucho, el que moldea, el que revela la falsedad y el que hace que el mundo se mueva a pesar de todo y de todos.
Renazcan, hermanos, renazcan y encuentren en su oscuridad aquello que debe ser purificado y empújenlo a nacer, y destruyan el velo de las ilusiones, el velo de las superficialidades y todo aquello que ya no debe ser.
Permitan que de las cenizas se construyan mejores mundos, permitan que el caos sea fertilidad.
Quien tenga miedo es que aún ha hecho arder al sol de su interior.
Texto: F.Satvrnvs.
Durante miles de años el hombre ha venerado el fuego, y es tal su importancia que como símbolo místico y religioso está presente en todas y cada una de las corrientes mágicas y religiosas.
El fuego lo simboliza todo: la vida, la fuerza creadora, la fuerza fecundante, purificadora e iluminadora. Es la chispa que anima y reanima las almas y las potencias. Es el sol, es lo divino que con sus rayos crea y materializa, pero también que destruye, quema e incendia.
Es a su vez transgresión de límites y de mundos, es la rebeldía y la trascendencia de uno mismo sobre el mundo material y lo divino; es la esencia divina, la sexualidad en su punto alto y divino. Es el verbo y la acción, la fuerza ejecutora. Es lo que empuja a ser y lo que se tiene que hacer. De todos los elementos, el fuego es, por mucho, el que moldea, el que revela la falsedad y el que hace que el mundo se mueva a pesar de todo y de todos.
Renazcan, hermanos, renazcan y encuentren en su oscuridad aquello que debe ser purificado y empújenlo a nacer, y destruyan el velo de las ilusiones, el velo de las superficialidades y todo aquello que ya no debe ser.
Permitan que de las cenizas se construyan mejores mundos, permitan que el caos sea fertilidad.
Quien tenga miedo es que aún ha hecho arder al sol de su interior.
Texto: F.Satvrnvs.
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