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Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

domingo, 8 de julio de 2018

La patria nació en quechua y aymará





En 1816 las Actas de la Independencia también se escribieron en lenguas indígenas. Los congresales de Tucumán respetaron así el espíritu de los primeros patriotas, que desde antes de 1810 buscaron formas de convivencia con los pueblos originarios.

El espíritu indigenista de la Revolución de Mayo sobrevoló por aquellos días de julio de 1816 en Tucumán cuando el Congreso de las “Provincias Unidas en Sud-América” declaró la “emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España”.


Uno de los más activos participantes del Congreso, Manuel Belgrano, tuvo una acción decidida en la sesión secreta del 6 de julio: continuando con la defensa de los indígenas iniciada en 1810, propuso una forma de gobierno en la que se tuviera en cuenta a los herederos de los incas, por la “justicia que en sí envuelve la restitución de esta Casa, tan inicuamente despojada del trono por una sangrienta revolución que se evitaría para en lo sucesivo con esta declaración y el entusiasmo general de que se poseerían los habitantes del interior con sola la noticia de un paso para ellos tan lisonjero”.

Esta propuesta, sumada a un ideario que se manifestaba incluso aún un poco antes de los sucesos de Mayo de 1810 - desde las Invasiones Inglesas, cuando las comunidades indígenas de las pampas ofrecieron sus servicios al Cabildo para luchar contra “los colorados”- alimentaron el proyecto de estimular la simpatía de los originarios por la causa independentista, y a instancias de algunos diputados, las actas del 9 de julio fueron traducidas a las lenguas quechua, aymará y guaraní con la correspondiente fórmula de juramento que debían prestar todos los habitantes de la nueva nación..


Fue así como el Congreso, en la sesión del 29 de julio decidió la impresión de 3000 ejemplares del Acta de la Independencia, 1500 en castellano, 1000 en quechua y 500 en aymará. Las impresiones se realizaron en Buenos Aires en dos columnas, castellano y lengua aborigen correspondiente, de acuerdo con los modelos que el propio Congreso remitió, con la recomendación de que “sin el más exacto y escrupuloso cuidado de los impresores o con la menor variación se causa un defecto muy notable a ílas citadas versiones”.

A último momento se canceló la confección de las copias correspondientes en lengua guaraní debido a la ausencia de las provincias del Litoral en las sesiones del Congreso de Tucumán.

Si bien no conocemos bien cuál fue la repercusión que tuvo la famosa Acta entre las comunidades indígenas, lo que si nos parece digno de destacar es la continuidad de una política que los primeros patriotas tuvieron siempre presente: la de convivir con los pueblos indígenas.

Fuente: El Orejiverde - 8 de Julio de 2018


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