Esta es la historia de la
mina de plata más grande del mundo desde mediados del siglo XVI hasta mediados
del siglo XVII. La montaña que había sido sagrada desde tiempos inmemoriales,
en la colonia se convirtió en sinónimo de poder y prestigio para los españoles
y en dolor, sufrimiento y muerte para miles de decenas de indígenas.
Cuando la naturaleza era
considerada una entidad viviente y dador de vida y no saqueada según los
hábitos europeos, existía en el Altiplano andino una montaña llamada Sumaj
Orcko, “el cerro magnífico”, que luego, una vez iniciada la explotación
sin control de minerales de plata, se le llamó “Potosí” nombre que
posiblemente signifique “que hace mucho ruido” por las continuas
explosiones que provocaban los mineros.
Las vetas de plata que
afloraban a la superficie habrían sido descubiertas casualmente el 25 de
enero de 1545 por Diego Huallpa,un indígena (otros dicen en 1538). La leyenda
dice que Diego, extraviado cuando regresaba con su rebaño de llamas, decidió
acampar al pie del cerro y encendió una gran fogata para abrigarse.
Cuando despertó por la
mañana, se encontró con que, entre las brasas humeantes de la fogata, brillaban
hilitos de plata derretida por el fuego, porque el metal afloraba. El hallazgo
derivó en el cambio del nombre de Sumaj Orcko, a Cerro Rico y luego a Potosí.
El primero de abril de 1545 los
capitanes Diego de Zenteno, Juan de Villarroel, Francisco de Zenteno, Luis
Santandia y el maestre de campo Pedro de Cotamito firmaron el
documento de descubrimiento y toma de posesión del terreno.
El acta disimula apenas la
codicia con el lenguaje ceremonial de entonces, reverencioso de palabra a los
reyes y a los dioses:
“Yo, Don Diego de Zenteno,
Capitán de S.M.I., Señor D. Carlos V, en estos reinos del Perú, en nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y a nombre del muy Augusto Emperador de
Alemania, de España y destos Reinos del Perú, señor Don Carlos Quinto y en
compañía y a presencia de los capitanes, Don Juan de Villarroel, Don Francisco
Centeno, Don Luis de Santandía, del Maestre de Campo Don Pedro de Cotamito y de
otros españoles y naturales que aquí en número de sesenta y cinco habemos,
tanto señores de basallos como basallos de señores, posesionóme y estaco deste
cerro y sus contornos y de todas sus riquezas, nombrado por los naturales este
cerro Potosí, faciendo la primera mina, por mí nombrada la Descubridora y
faciendo las primeras casas, para nos habitar en servicio de Dios Nuestro
Señor, y en provecho de su muy Augusta Magestad Imperial, Señor Don Carlos
Quinto. A primero de Abril deste año del señor de mil e quinientos y cuarenta y
cinco.
—Capitán Don Diego de
Zenteno.- Capitán Don Juan de Villarroel.- Capitán Don Francisco de Centeno.-
Capitán Don Luis de Santandía.- Maestre de Campo Don Pedro Cotamito.- Non
firman los demás por no saberlo facer, pero lo signan con este signo +.- Pedro
de Torres, Licenciado”.
No sabrían firmar, pero
sabían lo que era “estacar” el cerro. Sus continuadores estacaron
y “alambraron” campos con los mismos fines: apoderarse de todas las
riquezas.
El cerro de la plata tiene una
legua de altura sobre el nivel del mar y poco más de una legua de
circunferencia, de modo que es esbelto y su cumbre era un cono perfecto, pero
sus laderas son áridas porque están muy por encima de la altura a la que crecen
los árboles.
Se formó hace millones de
años como resultado de una erupción volcánica que con las rocas ígneas que lo
constituyen trajo del interior de la Tierra toda clase de metales: plomo,
estaño, cobre, hierro, pero plata sobre todo en grandes cantidades, como
cloruros y sulfuros.
Todo el cerro Rico de
Potosí era un inmenso depósito de minerales de plata que llegaban a la
superficie en varios sitios. En parte esta afloración fue su desgracia, porque
fue atacado sin piedad al punto que tuvo hasta 5.000 bocaminas y
socavones, casi todos conectados entre ellos con una longitud total de
unos 1000 kilómetros.
Al influjo de sus enormes
riquezas, las mayores del mundo en ese momento, Potosí se convirtió en una
ciudad muy grande para su época: unos 120.000 habitantes, más que Madrid y
algunos dicen que también más que Londres o París en el siglo XVII. De ser
así hubiera sido entonces la ciudad más grande del mundo, aunque cifras poco
seguras dan a las capitales europeas poblaciones mayores.
Potosi nació como ciudad
bajo dependencia de Sucre, pero cuando apenas 25 años después tenía ya 50.000
habitantes logró autonomía y el rango de ciudad y derecho a elegir sus
autoridades el 21 de noviembre de 1561 con el nombre de Villa
Imperial del Potosí.
En 1625 tenía 160.000
habitantes. Miguel de Cervantes no se mantuvo fuera de su influencia
porque en su monumental obra Don Quijote de la Mancha acuña la
expresión “vale un Potosí”, con el significado de una fortuna incalculable, lo
que de paso señala que en general en España estaban al tanto del saqueo.
Si yo te hubiera de pagar,
Sancho ―respondió don Quijote―, conforme lo que merece la grandeza y calidad
deste remedio, el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para
pagarte; toma tú el tiento a lo que llevas mío, y pon el precio a cada azote.
Es imposible calcular la plata extraída del Cerro Rico de Potosí; cálculos aproximados han determinado que durante la colonia el centro minero aportó a la corona española el equivalente a 50.000 millones de dólares. Potosí produjo el 80 por ciento del total de la plata que se extrajo en el Perú y el 50 por ciento de toda la que se obtuvo en el mundo a fines del siglo XVI.
Potosí produjo el 80 por
ciento del total de la plata que se extrajo en el Perú y el 50 por ciento de
toda la que se obtuvo en el mundo a fines del siglo XVI
La ancestral ‘mita’ se
convirtió en esclavitud
Los historiadores calculan
no obstante que murieron millares de personas en el proceso. Decenas de miles
de indígenas fueron sometidos al sistema de esclavitud que se implantó tras la
colonia. Los indios sufrieron gracias a la riqueza de su tierra de manera
indecible. Decenas de miles fueron sometidos a la ‘mita’, un sistema
incaico que consiste en el trabajo recíproco y que encierra un significado
ritual y místico, pero que los españoles adoptaron a su modo y la aplicaron
hasta convertirlo en esclavitud, para proporcionar mano de obra para las
minas. Los mitayos trabajaban hasta 16 horas diarias cavando túneles
o extrayendo el metal con la mano, a pico o con lo que pidieran hallar sus
manos, y como consecuencia murió muchísima gente en las minas a causa de las
terribles condiciones de trabajo sumadas a la mala alimentación y a
enfermedades provocadas de estar largas jornadas allí dentro respirando gases
subterráneos y al mercurio, metal pesado muy venenoso, utilizado para obtener
plata a través de amalgamas, en este caso la aleación de mercurio y plata.
También perecían en los numerosos derrumbes y si se rebelaban, ahí estaban las
fuerzas del orden para aplicarles la justicia del trabuco de inmediato. Los
españoles ni siquiera retiraban los cadáveres del interior de las minas, para
ahorrar costos, y se limitaban a introducir más indios esclavos para que
sigan el camino de los anteriores. El resultado fue que los buitres giraban
incesantemente en torno de las bocas.
Entre 1545 y 1625 varios
millones de indígenas murieron en las minas hasta que los explotadores
comenzaron a observar que la mano de obra se les terminaba. La solución
que encontraron los españoles no era por supuesto mejorar las condiciones de
trabajo, cambiar los métodos ni reducir el régimen de explotación que cargó
galeones durante tres siglos con riquezas que iban a engordar la economía
europea.
La solución fue pedir al
rey que autorizara la importación de 1500 a 2000 esclavos africanos por
año. El permiso vino puntual y durante la colonia llegaron unos 30.000
esclavos para trabajar en las minas del cerro Rico. Los esclavos también fueron
usados como animales de carga, porque los ibéricos descubrieron que era más
económico un negro que una mula.
La separación de clases
planteó la construcción de campamentos satélites del centro urbano donde
trabajaban los trabajadores indígenas, la población española radicó en el
centro urbano.
Diego Mendoza dice:” La
villa está fundada al pie del cerro de Potosí, al norte tendrá más de 1500
casas españolas”, y al sur, al pie del cerro rojo, se desparrama la
populosa población indígena.
En este laberinto de
casuchas se ocultaron miles de indios mitayos que nunca iban a regresar a sus
tierras de origen. Según Ocaña:“Son las casas de los indios como pocilgas o zahurdas
de puercos”, trabajadas de piedras superpuestas en forma redonda, con
barro y techo de paja. (Fuente: www.html.rincondelvago.com)
La esperanza de vida menguó
de tal manera que era complicado sobrevivir más de siete años seguidos de
trabajo. Las cifras oscilan, según algunos, desde los varios miles a
los ocho millones de muertos que toma Eduardo Galeano en su
estupenda obra“Las venas abiertas de América latina” (muy recomendable
para dar respuesta a muchos porqués). Sea como fuere, más cerca o más lejos en
las cifras, Potosí es un símbolo de lo sucedido en América y que el mundo
debe conocer para que no se vuelva a repetir estos vergonzosos pasajes de
nuestra historia.
La montaña que había sido
sagrada desde tiempos inmemoriales, antes de los Incas, mereció para los
indígenas a partir de 1559 una denominación nueva, que ilustra sobre su
nuevo aspecto de raíz europea: “La boca del infierno”.
La plata de Potosí, una
moneda internacional
La plata y oro que se
extrajo del Cerro Rico en la ciudad de Potosí en el suroeste de lo que hoy es
Bolivia, no solo hizo de España un imperio, también dio la vuelta al mundo,
activando las economías de Europa y Oriente durante la colonización. Fue
el patrón plata de la moneda de la India, la rupia; en China y Turquía servía
de moneda. La moneda acuñada con la plata de Potosí y extraída con la
sangre, sudor y lágrimas de los esclavos indígenas y africanos, fue como el
euro o el dólar en la actualidad.
En los tres siglos que duró
el saqueo, según Eduardo Galeano, se extrajo de cerro Rico de Potosí
unos 60.000 millones de toneladas de mineral, que serían materia prima
suficiente, según el propio Galeano, para construir un puente de oro y
plata desde Potosí hasta el palacio de los reyes en Madrid.
Es curioso saber que a España llegó tan solo un 15 por ciento de toda la plata extraída, debido a las siguientes cuestiones:
·Guerras
mantenidas en Europa
·Construcción
de edificios suntuarios (Archivo de las Indias, Catedral de Cádiz, etc.)
·Tributos
cobrados por la Iglesia.
·Fraudes
de los azogueros y autoridades.
·Desmedido lujo
de los criollos, peninsulares, mestizos y nobles indígenas que mantuvieron su
cargo por orden española.
·Gracias
al Real de a 8 muchas de estas monedas se esparcieron por todo el mundo.
España, poseída por la
mentalidad mercantilista, no pudo subirse el tren del desarrollo industrial que
ya ponía en marcha Inglaterra. No se preocupó por desarrollar sus artesanías,
que habían sufrido un colapso con la expulsión de los artesanos árabes en 1492.
Entonces la plata de Potosí
fue utilizada para comprar los productos que otros países elaboraban. Al final
fueron Inglaterra, Holanda y Francia las que terminaron quedándose con la plata
potosina a cambio de vender a España lo que ésta necesitaba pero no producía.
De las inagotables minas de
Potosí, las cuales aportaron al Imperio español y a toda Europa durante la
época de la conquista de América, se extrajo más cantidad de plata que ningún
otro lugar del mundo.
A Nuestra América le
quedaron galerías laberínticas, un gigantesco hormiguero donde seguramente
pululan las almas de aquellos hombres que fueron condenados a tal suerte y que
hoy sirve para el deleite de turistas, un cerro Rico que ahora es pobre y el
recuerdo de millones de muertos que fueron hombres traídos atados, a pie a
veces desde miles de kilómetros, para ser bajados a la mina. No volvían a
sus casas, porque eran enviados como a la puerta del infierno de Dante
en la Divina Comedia, en la boca de las minas había un cartel invisible
que decía: “dejad toda esperanza, vosotros que entráis”.
Imaginemos pues, cuántos
niños se quedaron sin padres, cuantas madres sin hijos, cuántas mujeres sin
esposos, cuando estos marchaban a esos socavones que eran el mismo infierno,
con la posibilidad de no volver jamás.
Potosí y los lujos
inimaginables
A comienzos del siglo XVII
Potosí tenían treinta y seis iglesias, otras tantas casas de juego y catorce
escuelas de baile. Habían salones, teatros y tablados para las fiestas que
lucían riquísimos tapices, cortinajes, blasones y obras de orfebrería. De los
balcones de las casas colgaban damascos coloridos y lamas de oro y plata. ¿Pero
quienes gozaban de estos lujos? Los españoles, en las casas de estos ricos
circulaban todo tipo de perfumes, joyas, porcelanas y objetos suntuosos, y se
dice que hasta las herraduras de sus caballos eran de plata.
Había fiestas inacabables,
lujos difíciles de describir hoy en día, necesidades de mercaderías refinadas y
costosas incluso para ornamentar las iglesias. Pero no producía nada de eso,
porque todo lo compraba la plata.
Cuando después de la revolución
del Alto Perú en mayo de 1809 y de la revolución de Mayo de 1810 llegaron
al país los ejércitos de Juan José Castelli y Manuel Belgrano, eliminaron
la mita, la encomienda y en general la esclavitud pero no pudieron hacer
pie en Potosí debido a la fuerte reacción de los españoles, que sabían qué
les interesaba más defender, aunque la producción de plata, tras 250 años de
explotación, había mermado mucho.
Cornelio Saavedra, una
de las figuras más destacadas de Mayo porque puso el peso de las armas a favor
de la revolución, era nativo de Potosí, hoy diríamos “boliviano”.
Potosí en tiempo de los
Incas
La historia de Potosí no
había nacido con los españoles. Tiempo antes de la invasión europea, el
inca Huayna Cápac había oído hablar a sus vasallos del Sumaj
Orcko, el cerro hermoso, y por fin pudo verlo cuando se hizo llevar, enfermo, a
las termas de Tarapaya. Desde las chozas pajizas del pueblo de
Cantumarca, los ojos del inca contemplaron por primera vez aquel cono
perfecto que se alzaba, orgulloso, por entre las altas cumbres de las
serranías. Quedó estupefacto. Las infinitas tonalidades rojizas, la forma
esbelta y el tamaño gigantesco del cerro siguieron siendo motivo de admiración
y asombro en los tiempos siguientes. Pero el inca había sospechado que en sus entrañas
debía albergar piedras preciosas y ricos metales, y había querido sumar nuevos
adornos al Templo del Sol en el Cusco.
El oro y la plata que los
incas arrancaban de las minas de Colque Porco y Andacaba no salían de
los límites del reino: No servían para comerciar sino para adorar a los dioses.
Tiempo antes de la
Conquista, el inca Huayna Cápac había oído hablar a sus vasallos del Sumaj
Orcko, el cerro hermoso.
Cuenta una leyenda escrita
muy convenientemente por algunos cronistas españoles que cuando los mineros
indígenas clavaron sus pedernales en los filones de plata del cerro hermoso,
una voz cavernosa los derribó. Era una voz fuerte como el trueno, que salía de
las profundidades de aquellas brañas y decía, en quechua: “No es para
ustedes, Dios reserva estas riquezas para los que venían del más allá”. Los
indios huyeron despavoridos y el inca abandonó el cerro. Antes, le cambió el
nombre. El cerro pasó a llamarse Potojsi, que significa: “Truena,
revienta, hace explosión”.
La académica
boliviana Teresa Gisberti sostiene que la existencia del Cerro Rico
de Potosí fue ocultada a los españoles por los indígenas tanto como pudieron
porque era el santuario más importante de la región, dedicado a Pachacámac, una
deidad del mundo andino.
Gisberti cita un texto
antiguo, atribuido al primer cronista de Potosí: “Más había de doce años
que los españoles poseían este reino y no tenían noticia de la riqueza de este
cerro,.. y en su descubrimiento no se halló rastro que los antiguos incas o
reyes se hubiesen aprovechado de sus minas, ni se halló señal de labor… ora por
alguna vana observancia y ceremonia a que eran inclinados estos indios
(adorando los montes señalados y piedras singulares)… dedicándolos a sus Macas
o adoraciones, que era el lugar donde el demonio los hablaba y hacían sus
sacrificios…”.
Quizá no haya habido
explotación, sin duda no como la desenfrenada que siguió, los indígenas no
ignoraban la riqueza mineral del cerro, porque siempre había razones
suficientes para elegir cierto lugar como santuario, en este caso a las
deidades de la tierra.Solo que en lugar de arrasarlas prefirieron respetarla y
preservarla.
El cerro y toda su
zona fue centro ceremonial, como atestiguan las pinturas rupestres.
Actualmente, los estudiosos las contemplan como testimonios mudos de un pasado
remoto; dos veces mudos porque son también relatos que no podemos comprender,
textos sin palabras que no podemos entender.
Datos
*La historia del Potosí se
remonta a mediados del siglo XV, cuando estuvo por estas tierras el inca Huayna
Capac para combatir a los guaraníes. Parte de la historia nos relata el
cronista potosino Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela (1674-1736), en su magnífica
obra Historia de la Villa Imperial de Potosí y Anales de la Villa Imperial de
Potosí.
*La inmensa riqueza del
Cerro Rico y la intensa explotación a la que lo sometieron los españoles
hicieron que la ciudad creciera de manera asombrosa. En 1625 tenía ya una
población de 160 000 habitantes, por encima de Sevilla.
*Desde 1776 Potosí, como
todo el Alto Perú, pasó a formar parte del virreinato del Río de la
Plata, por lo que la plata dejó de embarcarse a España por el puerto de
Arica y empezó a embarcarse por el de Buenos Aires, a 55 días a caballo de
distancia por las amplias planicies surcadas de grandes ríos navegables por
donde se podía llegar a la plata. Esos ríos terminaban en el Río de la
Plata, el Mar Dulce de Solís, y cruzaban un país que mereció el nombre
de República de la Plata, o Argentina. Gracias a ese gigante derrumbado
que es hoy el cerro Potosí y gracias a millones de muertos en sus socavones.
Peru Folklorico Revista Virtual
Algunos datos adicionales
fueron tomados de:
www.elrincondesele.com / es.wikipedia.org
/ www.html.rincondelvago.com
Gracias Sr Jose Javier Rodas, lo he leido todo el articulo , siempre quise saber la historia real del Cerro de Potosi , muy triste y yo sabia ...que habien muerto mas que los 6 millones del Holocauto Judio , ...Hoy se que fueron unos 8 millones mas o menos ..mucho mas , por lo menos los Judios , pudieron apresar algunos de sus verdugos ...Pero Bolivia NO..! Si hubiera Justicia en este mundo , ..los Espanholes tendrian que pagar intereces por lo menos de todo lo que robaron y la muerte de los indiguenas .Que hasta ahora les sirve para vivir , como viven ..Pero hay una JUSTICIA DIVINA ,...Confiemos en Dios , que a veces interviene misteriosamente .GRACIAS ..! Feliz DIa DE La Patria BOLIVIA...♥
ResponderEliminar¿Los Españoles deberian pagar lo que tus abuelos robaron?
Eliminar¿En qué Dios indígena confía?
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