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domingo, 1 de diciembre de 2024

Reducciones jesuíticas guaraníes, un legado para la humanidad



Escrito por María Elena Hipólito

Se cumplieron 40 años de la declaración de la Unesco como patrimonio mundial de los pueblos de San Ignacio Miní, Santa María La Mayor, Nuestra Señora de Loreto y Santa Ana. El camino recorrido y el desafío de mantener las majestuosas construcciones respetando su identidad.

"Estas ruinas no durarán ya mucho, la naturaleza y los hombres de por allí, que no ven en ellas sino montones de piedras ya talladas, y que presentan comodidad para ser empleadas en obras que le reporten utilidad, concluirán la obra destructora si las autoridades no toman medidas severas para contrarrestar ese vandalismo.

"Para Misiones, las ruinas de los pueblos jesuitas representan un venero de riqueza futura.

"Cuando haya mayor facilidad de transporte y el turismo se haya generalizado más en nuestro país, muchos, muchísimos se dirigirán allí para visitarlas, y ese vaivén continuo de turistas coadyuvará al adelanto del territorio, dejando mucho dinero y aportándole su contingente de progreso".

La apreciación quedó plasmada en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino (tomo XVI en 1896) producto del tercer viaje por Misiones en el que el viajero e investigador Juan Bautista Ambrosetti, visitó "las famosas ruinas de los antiguos jesuitas" en San Ignacio. Ya en ese entonces el pionero argentino en arqueología y etnografía reparaba sobre la importancia de que estos vestigios de las reducciones jesuíticas guaraníes, once en la provincia de Misiones, se conserven para la posteridad por su importancia para la civilización.

Este año se cumplieron cuatro décadas de la declaración de la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1984 a cuatro reducciones del territorio del territorio misionero: San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María La Mayor; en la lista hay una más, la de San Miguel de las Misiones, en Brasil, que se había incorporado un año antes. En la misma declaratoria están las Cataratas del Iguazú.

Tal fue su visión que los dos escenarios que planteó Ambrosetti se hicieron realidad y mucho tuvo que pasar para que hoy tengan un poco del valor merecido, aunque largo camino hay todavía por recorrer, sobre todo para aquellas que no tienen el sello de patrimonio, como la de San Javier, en la que hace menos de un mes gracias a los vecinos se frenaron obras que ponían en peligro su estructura.

Las misiones jesuíticas fundadas por los sacerdotes de la Compañía de Jesús son testimonios impresionantes de un sistema religioso, político, económico, legal y cultural de los siglos XVII y XVIII. Fueron 30 en total de las cuales once están en Misiones, cuatro en Corrientes, siete en Brasil y ocho en Paraguay.

En este empeño para el reconocimiento de la Unesco se resalta la figura de la arquitecta Mary Edith González (91), que fue quien lo impulsó. "Cuando tuve que hacer este trabajo tuve que ir a visitar todas las reducciones y la gente usaba el terreno para plantar, se llevaban las piedras para hacer edificios", recordó la siempre estudiosa Mary en diálogo con este medio.

Para ser incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial, los sitios deben tener un valor universal excepcional y cumplir al menos uno de diez criterios de selección. En el caso de las cuatro reducciones jesuíticas se usó el criterio 4 (iv) que describe: "Ser un ejemplo sobresaliente de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico o tecnológico o paisaje que ilustre (una) etapa(s) significativa(s) de la historia humana".

Entendiendo el legado histórico, arquitectónico y cultural que significó la convivencia del pueblo guaraní con los padres jesuitas europeos, hay numerosos investigadores que realizan trabajos de rescate en las diferentes reducciones para mantenerlas en la posteridad y estudiando para conocer cada vez más de ese riquísimo pasado, luchar contra el olvido y lograr la repatriación de piezas que se encuentran en otros sitios. Un caso de éxito es el frontis que fue recuperado el año pasado y se encuentra en el museo de San Ignacio.


"El retorno de esta pieza va a sentar precedente para que vayan retornando muchas otras, porque lamentablemente si nosotros buscamos en los sitios de venta online como Mercado Libre 'piezas jesuíticas guaraníes' te salen un montón. Están en el mercado negro, se compran y se venden, la santería más que nada, y esto ocurre porque hay una dispersión de nuestro patrimonio", aseguró la historiadora Natalia Vrubel, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Misiones (Unam).


"Que se haya rescatado ese frontis y esté en un espacio público, de acceso a todos es el valor agregado al turismo, a la educación y al patrimonio, porque no sirve únicamente para el turista sirve para las escuelas, para que nuestros niños puedan ser parte de la visibilidad de la recuperación de estos patrimonios", sumó.


La conservación de las misiones jesuíticas es un trabajo arduo y continuo, que exige tanto conocimientos técnicos como un profundo respeto por la historia y la naturaleza del lugar. Desde la restauración de las primeras estructuras en la década de 1940 hasta los trabajos actuales, las misiones fueron sido sometidas a múltiples intervenciones con el fin de preservar su arquitectura única. Se destaca que uno de los mayores retos radica en el mantenimiento de San Ignacio Miní, la mejor conservada y más estudiada.


En su máximo esplendor, detrás de una cortina de monte, sumidas en vegetación o como se las conoce ahora, las reducciones jesuíticas guaraníes siguen siendo imponentes y sacan lágrimas de asombro a los visitantes. A 40 años de la declaración de patrimonio por la Unesco de cuatro de ellas los desafíos siguen siendo gigantes en educación, concientización, formación y fondos para seguir manteniéndolas a todas, las once que están en el territorio misionero.


FuenteDiario:
Diario El Territorio - Posadas - 1ro de Diciembre de 2024.


https://www.elterritorio.com.ar/noticias/2024/12/01/842683-reducciones-jesuiticas-guaranies-un-legado-para-la-humanidad

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