Hacia el horizonte. El último hablante chaná, Blas Wilfredo Omar Jaime, en la orilla del río Paraná. Imagen de la película Lantéc Chaná. FOTO: GENTILEZA MARINA ZEISING.
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En Paraná vive la única persona que maneja esta lengua. Para que no se extinga este idioma, vinculado al charrúa, diputados entrerrianos quieren difundir su estudio a través de un proyecto de ley.
Según la Unesco, en los últimos diez años han desaparecido más de cien lenguas; otras cuatrocientas están en situación crítica, y 51 son habladas por una sola persona. En Argentina éste es el caso del entrerriano Blas Wilfredo Omar Jaime, el último hablante chaná. Y si bien esta lengua se transmite de mujer a mujer, él empezó a dar clases para difundirla y que no se pierda. En apoyo a esta iniciativa, desde los legisladores del bloque de Cambiemos de la provincia de Entre Ríos, se busca declarar la emergencia en materia cultural y lingüística del idioma originario chaná, y del charrúa, a través de un proyecto de ley que ya tiene despacho a favor.
Nociones. El sociólogo Omar Argüello evoca a Theodor W. Adorno para explicar la importancia del idioma. “Las sociedades humanas no son solo un conjunto de personas que comparten un espacio común; su característica esencial es que interactúan entre ellas. Sin esa interacción no hay sociedad. Y para esa interacción se sirven de diferentes lenguajes”, detalla. “El verbal es el más usado para transmitir las pautas culturales del grupo a los que van naciendo, así como para dejar sus enseñanzas para las generaciones futuras. La cultura, en sentido antropológico, es lo que da identidad a una sociedad o pueblo, y ella se crea y se transmite con gestos, objetos y sobre todo, con palabras”, agrega.
Definiciones. La directora de la Escuela de Lenguas Modernas de la Universidad del Salvador (USAL), Paula Ortiz, explica que se habla de extinción de una lengua cuando se hace referencia a que ha habido un proceso de sustitución o de evolución lingüística, en la que sus hablantes han dejado de utilizarla para expresarse en otra lengua, o a que se han extinguido todos sus hablantes.
“En nuestra región, las lenguas originarias se vieron afectadas por la conquista española, en la que la fuerte influencia cultural hispánica hizo que el número de sus hablantes (como lengua materna) fuera disminuyendo hasta, en algunos casos, desaparecer. Sin embargo, puede ser posible revivir esas lenguas extinguidas, apelando a la existencia de documentación adecuada y con la colaboración de la comunidad étnica sobreviviente”, dice.
Ortiz refuerza la idea: “la extinción de una lengua se produce cuando ya no se habla en ninguna comunidad ni constituye la lengua materna de ningún individuo (no es la primera lengua que los niños aprenden en sus hogares). Sin embargo, algunos idiomas pueden permanecer como segunda lengua aunque ya no existan hablantes que la adquieran como lengua materna. Pero en estos casos, no evolucionan ni se desarrollan como las lenguas que permanecen vivas”.
Así también Paula Ortiz aclara que no se le da la misma importancia de la lengua en los pueblos originarios que en otros idiomas. “En nuestro país, existen lenguas indígenas con muy diferentes grados de vitalidad y, en estos casos, el término lengua materna puede también atribuirse a la lengua que es patrimonio de un determinado grupo etnolingüístico y no a sus hablantes. La antropología lingüística y la sociolingüística estudian estas pérdidas irreparables para el patrimonio lingüístico. Lamentablemente, al igual que otros aspectos de estudio de las culturas de los pueblos originarios, no reciben la misma atención que aquellas en los que se insertan otros idiomas”.
El Estado. Para Argüello se planea un problema cuando un pueblo originario es “invadido” por el avance de otra cultura que ofrece mayores adelantos tanto para la producción de bienes y servicios, como para la extensión de la vida misma. Otras culturas que traen su propio lenguaje. “¿Qué hacer entonces con esa lengua tan propia del pueblo originario? Una pregunta tanto para las autoridades que deben garantizar los derechos humanos básicos de todos sus habitantes; y también para los integrantes de ese grupo originario. Las autoridades deben dictar todas las leyes y ordenanzas que sirvan para reconocer el uso legítimo de esa lengua por parte de sus actuales integrantes, como
también garantizar la supervivencia de esa cultura y de esa lengua como un aporte al conocimiento de la cultura humana general”, sostiene. En el caso de la provincia de Entre Ríos, Gabriela Lena, diputada provincial de la UCR en Cambiemos, asegura a PERFIL que “hace rato que venimos trabajando con el rescate de la cultura y de las tradiciones”.
A partir de diferentes investigaciones, se detectó que “del idioma chaná quedó una sola persona que ya está mayor y de la lengua charrúa no encontramos a nadie que la hable de manera corrida. Al norte de la provincia se usan algunos términos aislados, pero nadie que sepa y pueda hablarlo”, cuenta.
La idea es que se declare emergencia lingüística y que la provincia, a través de la imprenta oficial,
imprima algunos libros en charrúa y chaná para no perder estas lenguas. También que los docentes hagan cursos con puntaje para que se repitan algunas palabras y que en las radios públicas haya microespacios donde se divulgue la lengua. “Es lo que estamos pidiendo para no perder los idiomas originarios, como tantos que ya se perdieron” sintetiza Lena.
‘Lantéc Chaná’
Por Marina Zeising*
Concibo al cine como un lenguaje expresivo para visibilizar aquello que ignoramos o silenciamos. El cine como un puente que hace foco en pequeñas grandes historias. La parte por el todo como figura retórica, que nos interpele como individuos y como sociedad para construir un mundo más justo e inclusivo. A partir de un artículo de diario conocí a Blas Jaime. Investigué quiénes eran los chanás y me encontré con muy pocos datos. Decidí ir a conocerlo y contar su historia en Lantéc Chaná (traducción: el hablar la lengua chaná). Supe así de sus conocimientos de la lengua, que ya estaba validada por el lingüista e investigador del Conicet Pedro Vegas Barrios, y que reconocido por la Unesco como último chaná parlante. Blas Jaime es el caso testigo de la resistencia, de que una lengua no se extingue por devenir natural de la vida sino porque hubo un sistema represivo que impidió que esa lengua se siga expandiendo, oprimiendo a nuestros pueblos nativos previos a la Colonia.
*Cineasta. Productora y directora del documental Lantéc Chaná.
Nación plurilingüe
Por Roberto Villarruel*
La Argentina es una nación plurilingüe con más de 15 lenguas originarias sobrevivientes, con diferentes grados de extensión y cantidad de hablantes. En las últimas décadas la visibilización y legitimación de los pueblos originarios ha crecido, y con ello el interés por conocer sus lenguas y culturas.
La tendencia tiene varias vertientes: jóvenes descendientes o integrantes de comunidades originarias; personas motivadas por el interés académico, cultural o en terapias alternativas; intereses medioambientalistas, contraculturales o políticos; funcionarios, técnicos y empleados de empresas privadas o instituciones, por necesidades de gestión.
En el CUI se dictan talleres y cursos de Quechua, Guaraní, Mapuche, Tehuelche, Toba-Qom y Wichí, en los que se propone la comprensión y uso de la lengua y el conocimiento de la cultura, historia y realidad de nuestros pueblos originarios.
*Director del Centro Universitario de Idiomas, UBA.
Fuente: https://www.perfil.com/noticias/elobservador/la-historia-de-don-blas-el-ultimo-hablante-de-chana.phtml
Fuentes: Indymedia Argentina - Silvina Marquez / Perfil - 29 de Enero de 2019
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