Dicen las abuelas tehuelches que
todo ha nacido de alguna manera, ya sea queriendo o sin querer, y que la
mayoría de las cosas ha aparecido "hace tantos años que no se puede
contar". Tal es, por supuesto, el caso de la cruz del sur, que en tierras
tehuelches recibe el nombre de choiols. Y en ese nombre está cifrado su origen.
Esta es la historia.
Una tarde, hace muchísimos años, un
grupo de hombres estaba cazando con boleadoras (iatchicoi). Iban tras el rastro
de un gran ñandú macho (kank) que se les venía escapando desde hacía
tiempo. Muy arisco, no bien presentía la presencia humana huía velozmente hasta
quedar fuera del alcance de sus perseguidores. Esa tarde en particular acababa
de llover y entre las nubes había salido el sol que se iba poniendo lentamente.
Los
hombres lo fueron cercando, pero el ñandú se escapó otra vez y enfiló hacia el
sur. Los cazadores corrieron tras de él, arrojándole flechas y boleadoras. Pero
ninguna pudo alcanzar al escurridizo animal.
La persecución siguió. Más allá,
sobre el filo de la meseta, hacia donde se dirigía el ñandú, el sol había
pintado un hermoso arcoiris (gijer). Justo en ese momento, el más
ligero y resistente de los cazadores, llamado Korkoronke, se acercó bastante.
Pero el ñandú astuto, sabiéndose acorralado en el borde del abismo, giró
bruscamente y, como si se lanzara al vacío, apoyó una de sus patas sobre el
arco iris que surgía justamente desde allí. Y empezó a trepar por ese camino de
colores con sus largas y elásticas zancadas.
Korkoronke quedó azorado. Pero se
recuperó rápido y lanzó su boleadora de tres bolas en un último y desesperado
intento por atraparlo. El viejo ñandú hizo un paso al costado y las boleadoras
pasaron de largo. Así escapó para siempre de sus perseguidores quienes, al
volver esa noche tuvieron que soportar las burlas de todo el campamento. Nadie
les creyó la fantástica huida del ñandú por el camino del arco iris. Cuando
cayó la noche el cielo les dio la razón, porque vieron brillar varias nuevas
estrellas.
Dicen las
abuelas tehuelches que una de las huellas que el ñandú dejó en su carrera sobre
el arco iris quedó para siempre grabada en el cielo, dibujada con cuatro
estrellas. La llamaron Choiols, que significa "huella de ñandú en
el cielo". Esta constelación no es otra que la cruz del sur, el
inevitable punto de referencia de todos los caminantes y marinos del hemisferio
austral. Korkoronke no pudo hallar sus boleadoras en el suelo. Pero las
descubrió en el cielo, convertidas en una nueva constelación que recibió el
nombre de Cheljelén que no es otra que las Tres Marías.
Fuente:
La leyenda de la cruz del
sur - Mario Echeverría Baleta.
sur - Mario Echeverría Baleta.
Hermosa leyenda
ResponderEliminarhermoso!
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