Suele decirse que para el indio el año se divide en dos estaciones: la del
frío, de los días cortos; y la del calor, de los días largos. Esto, en lo que
al Mbyá se refiere, no es cierto, porque el léxico de esta parcialidad contiene
voces que describen, con la precisión y poesía inseparables de la lengua
autóctona, tres estaciones: Invierno, Primavera y Verano.
Para el Mbyá, el Invierno es Ara Yma, período o época primitiva, originaria.
Ara Yma es la época de los días cortos y noches largas y frías; de animales
flacos; escasez de frutas; de panales vacíos; de hambre.
Cuando los dioses consideran que sus hijos los hombres han padecido privaciones
suficientes, ponen fin a este estado de cosas, haciendo que vuelva la época de
la abundancia. Y el cambio lo efectúan de la manera más sencilla:
Oguerova
Ñande Ru Kuéry (kuéra)
Ara yma
rapyta.
Nuestros
Padres cambian de lugar
los
cimientos del tiempo (época, estación) originario.
Efectuado el cambio de lugar de las bases del tiempo, Jakaira, el dios de la
Primavera, hace circular por todo el universo el fluido vital; florecen las
plantas; engordan los animales; se llenan los panales. Ara Yma, el período
antiguo, primitivo, se convierte mediante la bondad de Ñande Ru en araguyje
pyau -primavera-; época, dicen, en que los mismos dioses se remozan: araguyje
pyaupe Ñande Ru Kuéry jepe ikunumimba -en la primavera los mismos dioses se
vuelven jóvenes-.
Araguyje,
generalmente, se traduce por año; araguyje pyau seria, por consiguiente: año
nuevo. Sometámoslo a análisis a fin de poder descifrar su verdadero
significado.
Ara,
sabemos que significa: época, tiempo-espacio. Según el Tesoro de la Lengua
Guaraní de Montoya, Aguyje significa, entre otras cosas, perfección, dando este
autor como ejemplos de su empleo los siguientes:
Ijaguyje
yma;
Está acabada la obra;
Ijaguyje
yma yvaEstá sazonada la fruta.
Con esta definición de primavera: la época de la perfección, bastante poética,
por cierto, podríamos dar por terminadas nuestras investigaciones lingüísticas;
pero, he aquí que el Mburuvicha encargado de trasmitir las tradiciones
religiosas a los de su tribu emplea, cuando trata con personas de su confianza,
la sentencia: Araguyjéramo Kandire, cuando desea subrayar la hermosura, la
perfección de esta época del año.
Kandire es una voz que no encuentro en el Tesoro de la Lengua Guaraní, de
Montoya, posiblemente por tratarse de una palabra utilizada en la transmisión,
a través de los siglos, de las tradiciones religiosas -tradiciones que había a
toda costa que desterrar-. Menester es, por consiguiente, dar un vistazo a los
anales religiosos Mbyá-Guaraníes para poder explicar satisfactoriamente el
concepto guaraní de primavera.
Hablan estos anales (como ya lo hemos visto) de una Edad de Oro, la era de Yvy
Tenonde, la Primera Tierra, predestinada como la Atlántida de nuestra
prehistoria, a desaparecer para siempre bajo las aguas del Diluvio. El
habitante de Yvy Tenonde no conocía la muerte tal como nosotros la conocemos:
si era virtuoso y cumplía estrictamente con los preceptos de la raza, entonaba
los cantos sagrados ejecutando la danza ritual acompañándose con el mbaraka,
alcanzaba sin abandonar la tierra el estado de Aguyje -perfección, gracia-.
Este estado de Aguyje le hacía merecedor de ingresar en los dominios de los
dioses menores: Tupã Mirĩ Amba, sin sufrir la prueba de la muerte. Al que alcanzaba
el estado de Aguyje, llamas de sabiduría divina le iluminaban el corazón; fuego
divino le brotaba de las manos y las plantas de los pies; su cuerpo se volvía
sutilísimo; y se incorporaba a las huestes de los bienaventurados habitantes
del Paraíso guaraní en donde él mismo creaba su mansión celeste, imperecedera,
indestructible. Este tránsito de lo mortal a lo inmortal, de lo perecedero a lo
indestructible, lo describen los Mbyá con la locución: ohupity omarã'eỹ rã
-alcanzó su estado de indestructibilidad-; designándolo, en el vocabulario religioso,
con la sentencia: oñemokandire; o, simplemente: ikandire, y da una idea
aproximada del concepto encerrado en la sentencia, la frase: el despertar a una
nueva vida. Es decir, que la diferencia entre ára yma,-la época primitiva,
originaria, trocada por la bondad divina en araguyje ñemokandire, la época de
la perfección y del despertar a una vida nueva, es solo comparable a la
diferencia entre nuestra mísera vida humana en la tierra y la que disfrutan los
bienaventurados habitantes del Paraíso.
Y con esto podemos dar por terminadas estas breves notas, pues Kuaray pukuha
jevy -el retorno de los soles largos-, no requiere comentarios.
Fuente: Tradiciones Guaraníes en el
Folklore Paraguayo – León Cádogan
Edición preparada por Bartoméu Melia
Uma sabedoria poética destes povos. Saber olhar o ciclo da natureza, com todas as suas consequências e assim para cada fase, um jeito diferente de se adaptar.
ResponderEliminarMba'eichaitépa iporâ, ojajái, hendy ñande ramói ha jaryikuéra reko. Ñamomorânga'u opavave ára ñande rekovépe ha ñane ñe'êasâime! Toikove guaraní ruguy!
ResponderEliminarExcelentes aclaraciones para quienes lean o se enteren de estas costumbres de nuestros ancestros a través de difusores superficiales. Como las explicaciones acerca de Karaí Octubre como fiesta ritual en en "Tiempo-clima nuevo". La celebración es milenaria y muy anterior a la colonización, no se conocía ni la palabra primavera ni setiembre ni octubre. Son neologismos producto del sincretismo religioso o cultural.
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