sábado, 17 de enero de 2015

Las lágrimas de la luna – Leyenda Mapuche

Un día, Nguenechén, señor del Universo, ordenó que Antú (dios del Sol) y Puyén (diosa de la luna) se conviertiesen en marido y mujer y gobernaran la Tierra en su nombre.

A partir de ese momento, el Sol y la Luna recorrieron el espacio juntos, derramando luz y dones sobre todos los hombres. Con el paso del tiempo. Antú se volvió menos cariñoso y paciente. Puyén no tardó en hacerle sentir su queja y él, por toda respuesta le dio una terrible bofetada.

Entonces la luna lloró desconsoladamente, y tan ardientes fueron sus lágrimas que al caer sobre la tierra, se convirtieron en las infinitas vetas de plata que el pueblo mapuche no tardó en conservar transformadas en hermosas joyas consagradas a la Madre Luna.


Desde entonces, el matrimonio de dioses no volvió a compartir el cielo. Por eso Antú alumbra la Tierra durante el día, en tanto que Puyén sólo se deja ver en la noche, cuando su esposo descansa y ella puede pasearse a gusto iluminando ríos y montañas.

Su rostro muestra todavía las cicatrices de aquellos golpes y el copioso llanto de aquél día, convertido en plata, es para los mapuches el símbolo femenino por excelencia.


Fuente: Sacerdotisa de Fuego.


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