jueves, 23 de septiembre de 2021

TRADUCTOR WICHÍ-ESPAÑOL: LO CREÓ UN CHICO DE 17 AÑOS EN SALTA Y ES UNO DE LOS DOS CANDIDATOS ARGENTINOS AL GLOBAL STUDENT PRIZE 2021 - MEJOR ESTUDIANTE DEL MUNDO


La aplicación móvil de Mario Maximiliano Sánchez se convirtió en uno de los proyectos nominados al Global Student Prize 2021, un galardón que entrega la Fundación Varkey junto con la Unesco para destacar las iniciativas que tienen un impacto directo en la sociedad

Mario Maximiliano Sánchez tiene 17 años y es miembro de la comunidad wichí de General Mosconi, Salta. Estudia en la Escuela de Comercio 5.005 Juan XXIII y es uno de los dos estudiantes argentinos nominados al Global Student Prize 2021, en el que también participan 3500 postulantes de 94 países. Es un galardón que entrega la Fundación Varkey junto con la Unesco.

Ya en su séptima edición, el Global Teacher Prize, dotado con un millón de dólares, es el mayor premio de este tipo y premia a docentes (las dos candidatas argentinas este año son la cordobesa Gisela Gómez y la platense Ana María Stelman); mientras que el Global Student Prize, que se encuentra en su edición inaugural, otorgará 100.000 dólares al estudiante ganador.

Mario Maximiliano Sánchez es uno de los candidatos argentinos; el otro alumno nominado es Lisandro Acuña, de 17 años, del colegio ORT de Buenos Aires, que creó LectO, una aplicación gratuita que, mediante un editor de texto, facilita la lectura y escritura de personas con dislexia.

Traductor wichí-español para ir la Anses

El objetivo de Mario Sánchez es crear un traductor de wichí al español, y viceversa. ¿Por qué? “Hay mucha gente que no entiende el lenguaje, y a la vez hay otra que no nos entiende a nosotros. Si tuviera la oportunidad de programarlo para todos, cada oficina de ANSES, por ejemplo, tendría un traductor para que cada persona pregunte y la puedan entender”, señala.

La mención al organismo estatal no es casual. No lo dice él, lo cuenta Eva Fernández, quien fuera su docente -hoy está jubilada- de primer año, y su principal referente. “Mario se dio cuenta que mucha gente se sentía mal cuando iban a la ANSES y que cuando empezaban a hablar, no los entendían. Eso a él le duele muchísimo. Y nadie los atiende ni les solucionaban el problema. Él mismo entonces iba y anotaba a sus compañeros en el Progresar. Iba casa por casa y les hablaba de otros planes, como el Potenciar Trabajo y les completaba los formularios”, explica.

Fernández es alguien clave en su vida. Ya jubilada, tuvo a “Maxi” primero en la escuela especial, donde ya de niño, y antes de su app hacía de interlocutor entre el español y el wichí, con los compañeros de la comunidad que iban a la escuela. Luego se reencontraron en el primer año del secundario, donde el vínculo se profundizó. “Siempre lo llevaba a distintas actividades extra, veía mucho potencial en él tanto para matemática como para lengua y literatura”. Cuando finalizó el año, para Maxi fue un trago amargo. “Me hizo un discurso muy bonito, donde me decía que no tuvo una persona que lo aconsejara tanto. Lloramos tanto que no nos soltamos más la mano”. Maxi no deja de nombrarla cada vez que puede: fue “gracias” a Eva Hernández, repite.

Tecnología para cambiar la vida

La pasión por la programación vino junto con la de arreglar celulares. “Desde los 14 años tuve ganas de aprender. Desde que tuve mi primer celular, me concentré en arreglar los celulares, me gustó, y cuando cumplí 15 me encantó la idea de crear mi propia app. Empecé con un juego de Tetris, después empecé un juego más en 3D, logré mi juego, pero nunca lo publiqué, lo creaba para mí. Después, porque un médico me dijo que tenía problemas de presión, creé una app que controla los pulsos del corazón”.

Sin embargo, durante mucho tiempo estuvo sin equipamiento. Lo ayudó un periodista local, Franco Hernández, quien tras un concurso de literatura en el que también Sánchez se destacó (Maxi ganó medalla de oro en las “Olimpíadas de Canguros Matemáticos”, y en este, el primer premio en el “Primer Concurso Provincial de Literatura”), se ofreció de intermediario para conseguirle un teléfono. Mientras tanto, “su” docente de la vida le prestaba su casa, su computadora, su conexión a Internet. Cuando eso o los datos de su plan no estaban disponibles, Maxi caminaba casi dos kilómetros para acceder al Wi-Fi público.


Para su maestra, un hijo más

“Es un hijo más para mí”, dice Eva. “Venía a mi casa a comer, siempre le dije que iba a tener un plato para él y para su familia”. Así pasó la pandemia. En búsqueda de datos, de equipos, de lugares, para cumplir con sus tareas. El Estado, el gran ausente, solo dijo presente para reconocerlo como el estudiante destacado nombrado por el Concejo Deliberante de General Mosconi en plena pandemia del 2020.

La casa donde vive Maxi tiene un solo ambiente. “Es como una carpa negra, como las que tapan los granos de trigo”, señala Eva. La abuela, con quien convive, no recibe pensión ni ayuda del Estado. “Tienen agua potable, luz, gas no, aunque pasan grandes cañerías cerca, pero no los conectan”, agrega la docente. Viven en su comunidad más de 40 familias. “Quedamos marginados por una cuestión de lenguaje”, repite Maxi.

“Él sueña con cambiar la vida de su comunidad, la de su abuela, la de él. Va a ser un gran líder”, se aventura Eva. “Hoy ya todos lo respetan. Y el día de mañana, no sé si voy a estar, pero seguro lo voy a estar acompañando desde donde pueda”, repite Eva. La misma a quien Maxi no deja de decirle gracias, mientras siguen pensando cómo ayudar a cambiar la vida de su comunidad.

Fuentes: Soy Salta y Diario La Nación * 20 de Septiembre de 2021.

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