domingo, 12 de julio de 2020

Momias de Llullaillaco


Las Momias de Llullaillaco, también llamadas Niños de Llullaillaco y Niños del volcán, son los nombres con que se conocen los cuerpos de tres niños sacrificados por los incaicos excepcionalmente conservados por alrededor de quinientos años. 

Fueron hallados a una altura de 6739 msnm cerca de la cima del volcán Llullaillaco, en el oeste de la provincia de Salta, noroeste de Argentina. Actualmente se encuentran en exhibición en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta.

Desde mediados del siglo XX se conocía, por los relatos de montañistas, la existencia de ruinas precolombinas en ese punto inhóspito de la cordillera de Los Andes. A casi 50 años de esos primeros descubrimientos se realizó una expedición financiada por la National Geographic Society y apoyada por autoridades provinciales y departamentales. En un trabajo mancomunado, montañistas y arqueólogos argentinos y peruanos, bajo la dirección del antropólogo estadounidense Johan Reinhard y la arqueóloga argentina Constanza Ceruti, sacaron a la luz lo que escondía celosamente el sitio arqueológico más alto del mundo.​

En marzo de 1999 fueron encontrados los cuerpos de un niño de siete años («El niño»), una niña de seis («La niña del rayo») y una joven mujer de quince años («La doncella»). Su estado de conservación era tal, que varios expedicionarios coincidieron en afirmar que parecían estar dormidos. Junto a ellos se hallaron 46 objetos que componían su ajuar, formado por figuras humanas y animales en miniatura, utensilios y alimentos.

Por Ley 25444 del 20 de junio de 2001, los «Niños del Llullaillaco» fueron declarados «Bienes Históricos Nacionales» y la cima del volcán «Lugar Histórico Nacional» por la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos de Argentina.

Cinco años después del hallazgo, se hizo posible la exhibición al público de una parte del descubrimiento en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta que fue creado a tal fin, en la ciudad capital de la provincia de Salta. La muestra cuenta con sistemas de protección de alta tecnología a fin de mantener las condiciones de temperatura, humedad e iluminación necesarias para proteger este valioso patrimonio arqueológico. Dadas las diferentes metodologías que requiere la conservación del tesoro del Llullaillaco, se hizo indispensable contar con dos laboratorios al momento de concebir el museo: En uno se conservan los niños y en el otro los elementos componentes de su ajuar.


El complejo arqueológico del Llullaillaco comprende diversos sitios asociados a un camino, distribuidos desde la base de la montaña hasta su cima. Se cree que el conjunto de construcciones pudo haber funcionado como refugio para la realización de la ceremonia.

En la base del volcán, a 4900 msnm, se encuentra el cementerio hallado por el baquiano Celestino Alegre Rojas, saqueado tiempo atrás por buscadores de tesoros; más arriba, a 5200 msnm existe un tambo, algunas de cuyas construcciones conservan paredes de hasta dos metros de altura y las vigas del techo en su posición original. Se cree también que esta estructura servía como «campamento base» para la ascensión a la cima; existen también diversos conjuntos menores de ruinas sobre las laderas de la montaña a diferentes alturas.

En la cima secundaria, a 6730 msnm, se localiza un conjunto arquitectónico conformado por dos recintos conocidos como «chozas dobles», una estructura semicircular abierta o «paraviento» y un tramo de camino que conduce a una estructura rectangular o plataforma ceremonial. Esta última contenía a los tres niños y objetos de su ajuar mortuorio.
Estas «chozas dobles» están conformadas por dos recintos contiguos de planta subrectangular, en ellas los investigadores recuperaron un atado de esterillas de paja, probablemente utilizado para aislar el frío del piso, y tres talegas, bolsas que aún se utilizan en la zona para acopiar alimentos y otros objetos.

La plataforma ceremonial mide 10 x 6 m. y se encuentra a 6715 msnm , ubicada en un promontorio muy visible desde la cumbre, afianzada por muros de contención. En la plataforma se hallaron las tres tumbas, cavadas en la roca madre, a una profundidad de entre 1,5 y 2 metros. Se considera a estas ruinas el sitio arqueológico localizado a mayor altura en el mundo.Las investigaciones sostienen que el sacrificio de los niños se produjo en el marco de la ceremonia llamada capac cocha o capac hucha, durante un verano entre 1480, fecha de expansión del imperio incaico al noroeste argentino, y 1532, fecha en que el imperio cayó bajo dominio español.

Las críticas desde algunas comunidades originarias se centran mayormente en el respeto a la tradición cultural heredada del Inca de la cual se sienten depositarios únicos, así como de a quién corresponde la «propiedad» de los restos arqueológicos. Estos grupos sostienen que el retiro de los cuerpos de los niños configura una profanación. También afirman que este museo es un desafío a la Constitución de la Nación Argentina que establece que el Congreso de la Nación Argentina reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, garantizando -concurrentemente con las provincias- el respeto a su identidad y «asegurando su participación en la gestión de los intereses que los afecten».

Carlos Vara, un delegado de la comunidad Suri-diaguita-calchaquí, declaraba en referencia a la exposición de los cuerpos en el MAAM, «no solo violaron la tumba de nuestros ancestros, sino que no vemos ningún beneficio, porque ellos cobran entradas».

El arqueólogo Christian Vitry asegura que el Gobierno prometió a los habitantes de las comunidades una capacitación para formarlos como guías, para que ellos puedan trabajar en el museo, o un espacio para que vendan sus artesanías. «El museo genera dinero que va para el Estado provincial. A veces, la gente de las comunidades nos increpa, nos pide que le demos dinero de las entradas. Ojalá un día todo se convierta en un sistema equitativo que le devuelva a los pueblos todo lo que los pueblos le dieron».

Existe una discutida corriente de opinión que sostiene que cuando se remueve este patrimonio arqueológico de sus condiciones ambientales originales, aun observando las mayores precauciones, se produce un deterioro, que, aunque mínimo, con el transcurso de los años puede ser grave, puntualizando que en 10 años de extraídos los restos se han deteriorado más que en los 500 años que estuvieron en su emplazamiento original.

Las declaraciones del anatomopatólogo Gerardo Vides Almonacid, quién está a cargo de controlar la preservación de los cuerpos de los niños, parecían confirmar este deterioro cuando afirmó que «Sobre la base de toda la investigación que se hizo, tanto en 1999 como en 2004 y en diciembre de 2008, demuestran que los cuerpos están estables. Es decir que están preservados. Lógicamente siempre existe el deterioro, cualquier persona cuando pasa el tiempo, aunque esté vivo se va deteriorando. Diez años antes tenía una situación una preservación de su físico y de su cuerpo; diez años después tiene muchas alteraciones, pero eso no significa que esté mal, significa que está bien, que los cuerpos están estabilizados». En el mismo sentido, un informe generado por el director Miguel Xamena; el responsable del diseño del sistema de criopreservación del MAAM, el ingeniero Mario Bernaski y por el propio Almonacid, reporta que «después de diez años el impacto natural por los cambios no ha sido tan grave» aunque estudios recientemente publicados han afirmado totalmente lo contrario.

Fuente: Enrique Hopman - Efemérides Políticas, Históricas y Culturales.

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