viernes, 24 de julio de 2020

El Tabaco, medicina sagrada.


“NO ME USES SIN SENTIDO, CELÉBRAME CON HONRA”.

Voy a contar cómo he llegado a sentir que el tabaco es la medicina con la que tengo mayor y mejor conexión.

Asistía a ciertas ceremonias de otra medicina sagrada, donde veía que algunas personas hacían uso del tabaco.

Algunos armaban humildes tabaquitos en hojas de chala de maíz secadas y otros sacaban pipas indias prolijamente envueltas en cueros o de estuches muy bonitos.
Cargaban la pipa con un tabaco delicioso con aroma a guaco y miel que me ayudaban en mi conexión con la ceremonia de la que participaba.

Nunca había “fumado” y asociaba un poco o que veía a ese acto, aunque lo sentía más espiritual.

Al inicio de una ceremonia la chamana pudo sentir como la energía de las mujeres que habían llegado últimas estaba tan alterada que invitó a todos a hacer “un rezo de tabaco” previamente.

Repartieron pipas de madera y plástico a todos los que no teníamos cómo participar.

Me acompañaba mi hija con sus pocos años de edad (era menor aún), entonces nos explicaron que no teníamos por qué inhalar hasta los pulmones el humo, que bastaba con aspirar y expirar con sentimiento.

Allí aprendí que el tabaco se usa para abrir el corazón, para dejar hablar la verdad de las cosas, para dejar salir lo auténtico de cada uno, la pureza del interior.

Se puede usar todo tipo de tabaco y es bueno que este esté “rezado”.

Eso quiere decir que al tabaco lo pongo en un recipiente y lo toco con mis manos como dándole cariño con los dedos y voy pensando en qué deseo agradecer o pedir cuando lo use.

Puedo agregarle pétalos de algunas rosas secas, madreselva, hojitas de menta, cedrón, stevia, ralladura de naranjas secas.

Lo dejo en un recipiente aparte y ese tabaco se convierte en tabaco “rezado”, ya tiene intenciones al ser usado, aunque puedo agregarle algunas al encenderlo.

Si el tabaco se secara mucho con el tiempo porque no está bien cerrado el recipiente, puede uno poner dentro una cascarita de manzana o papa para que cobre la humedad necesaria.

Poco a poco quise tener una “chanupa” como la de los demás, que así supe que se llamaba.

Era un artículo distinguido que me hacía falta para verme como ellos, pero aún no entendía nada de lo que luego aprendí, lo que el tabaco me enseñó.

Hablé con el que las hacía en el grupo y él me explicó que no tenían costo, que él las hacía cuando lo sentía y que las regalaba a las personas, pero que debía recibir la orden de hacérmela desde el corazón del Gran Espíritu, y que ello podía demorar, la única garantía era que yo ya estaba en la lista de quienes tenía intención de poseer conexión directa con el Abuelo Tabaco.

Pasaron dos años con mi insistente pedido y su contestación de siempre de que ya llegaría el momento de tenerla.

Un día le entregué una estatua que me habían regalado de Hawaii con forma de mono sentado, tallada en una pesada madera típica del lugar, para ver si esa madera servía a mi pedido y aceleraba la entrega.

Yo había soñado que le daba esa pieza de madera y le pedía que me enseñara a hacerla para que la pudiera tallar yo misma.

Al poco tiempo me trajo la cosa más maravillosa que poseo, una chanupa que tiene una forma polinésica de mohair, femenina, que se llama Samira (se lo pregunté durante una de las conversaciones profundas que tengo con ella a través del hermano tabaco).

Al principio era ese artículo que me hacía falta para verme como los demás y ya comencé a pensar en conseguir un tambor chamánico, que ahora, también me faltaba.

Juro que no sentía nada especial al usarla, lo hacía en un rito de curiosidad porque no me convencía que con “tener” el artículo terminara el misterio que me habían dicho tan sagrado del tabaco.

Mientras tanto me documentaba leyendo todo lo que podía sobre la ceremonia de tabaco, que la chaupa es la pipa personal y que el calumet es la pipa del Gran Espíritu que pasa por las manos de todos en la rueda de tabaco.

Aprendí que se toma con la mano izquierda, la mano del corazón y que cuando no se “pita” la brasa debe apuntar al corazón de quien tiene el tabaco encendido porque allí es cuando Wakan Tanka “pita” con nosotros.

Las tres primeras bocanadas de humo se echan sobre el corazón, las siguientes tres se dirigen con la mano derecha hacia la cabeza, y la siguiente bocanada se apresa en la mano derecha y se libera hacia el cielo con una intensión o pedido pensado.

Supe que una vez iniciada en el ritual del tabaco nunca puedo negarme a hacer una ceremonia a pedido de un hermano, porque nos une el compromiso del Abuelo Tabaco.

Que sirve para conversar sobre diferendos y que se debe respetar siempre.

Que a través de él se agradece y se pide, que el pedido puede ser en voz alta o en el silencio de la mente, pero que es bueno ejercitar la verbalización de los pedidos y agradecimientos para tomar confianza con el círculo.

Luego de un tiempo, el maravilloso Tabaco me mostró toda su fuerza en la soledad de una ceremonia personal.

Pude sentir la chanupa como una extensión de mi propio brazo izquierdo y ya nunca más la sentí como un artículo desprendido de mi persona, sino que la siento como la voz con la que mi corazón habla con el Gran Espíritu.

Hoy en día sé que se llama cazoleta la parte de la chanupa que lleva el tabaco, y cañón por donde asciende el humo hacia los labios.

Esas son palabras del Abuelo Tabaco hacia nosotros, acerca del uso que le damos.
Nos dice: “no me convoques sin razón, haz una fiesta en tu corazón donde nos encontremos para que te ayude a solucionar algo, para que te dé fuerza de corazón y claridad de mente”.

Carmen Geribaldi, Mujer Medicina.

Compartido por Takuapu Magia de la Selva.

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