martes, 18 de diciembre de 2018

El sistema económico actual no está generando felicidad, sino neurosis, alienación y desigualdad


El crecimiento es quizás el objetivo central en todas las economías del mundo actual. Este es uno de los grandes mantras del capitalismo. Se supone que la idea es una producción en crecimiento secundada por un consumo también en crecimiento. Más para más. Sin embargo, este esquema ha dado lugar a fenómenos indeseables. El primero de ellos, un ataque sistemático a la naturaleza y a sus procesos. El segundo, una notable disminución de la calidad de vida, tanto humana como no humana. 

Según la teoría del decrecimiento, los seres humanos deberíamos trabajar menos y tener más tiempo libre. Esta sería la base de un nuevo modelo en el que la producción se regule, de tal modo que permita satisfacer las necesidades de las sociedades, sin depredar el medio ambiente ni convertir al ser humano en un autómata. 

Decrecimiento del consumo
En la actualidad, casi todas las personas dedican la mayor parte de su tiempo al trabajo. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, este trabajo muchas veces no tiene como finalidad principal la satisfacción de las necesidades básicas. Paulatinamente el ser humano ha desarrollado nuevas necesidades, todas ellas asociadas al consumo. 

Lo que muchas personas buscan con el trabajo es aumentar su capacidad de consumo. Tener más para comprar más, sin importar si lo que se compra es relevante o no. Hace unas cuantas décadas apenas se necesitaba más que un jabón para bañarnos, ahora se necesitan cinco tipos de jabones o más: el de las manos (con crema humectante), el del cuerpo para la ducha, el del cabello, el jabón íntimo, el acondicionador, etc. 

La capacidad de consumo ha crecido notablemente en muchas sociedades. Sin embargo, esto no significa que las personas sean más felices o se sientan más realizadas. En un estudio llevado a cabo en Canadá, se le preguntó a un grupo de voluntarios si creían que eran más felices que sus padres. Solo el 44% respondió que sí, pese a que la capacidad de consumo había aumentado en un 60%. 

Las bases del decrecimiento

El mundo ha llegado a un punto en el que el desequilibrio entre producción y naturaleza se ha vuelto peligroso. Existen dudas sobre la disponibilidad de algunos recursos para las nuevas generaciones. Algo no se está haciendo bien y la teoría del decrecimiento plantea que la deficiencia está en la producción sin control.
Es claro que el sistema económico actual no está generando felicidad, sino neurosis, alienación y desigualdad. En el mundo comienzan a abrirse paso nuevos paradigmas, como la teoría del decrecimiento, que proponen un norte más amable y humano.

Fuentes: La mente es maravillosa - Blog del Proyecto Lemu -17 de Diciembre de 2018



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