domingo, 4 de febrero de 2018

Los Guaraníes ante los ojos de Alvar Núñez Cabeza de Vaca


Por Eduardo Silva

CUANDO LA EXPEDICIÓN DE ALVAR NÚÑEZ QUEDABA YA SIN BASTIMENTOS, LUEGO DE DIECINUEVE DÍAS DE ABRUPTAS TRAVESÍAS, SE ENCUENTRAN CON LOS PRIMEROS POBLADOS GUARANÍES. AQUEL HISTÓRICO CHOQUE DE CULTURAS TAN DIFERENTES TENDRÁ, SIN EMBARGO, UN TONO POCO CONOCIDO. 

De los comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca redactados por su escribano, surgen numerosas y a veces contradictorias noticias sobre los naturales que habitaban el camino recorrido.
Como se trata de un inigualable testimonio histórico, sería importante que recorramos algunas de sus páginas, para ir viviendo las primeras impresiones de aquella expedición, transmitida directamente, en forma inductiva, derecha y reflexivamente como aproximaciones sucesivas para que, de esa manera podamos acercarnos al tema lo más objetivamente posible.
En primer lugar, se constata el área de influencia. Desde la costa atlántica, que comienza la larga travesía, hasta la ciudad de Asunción, que es punto de llegada de aquella histórica caminata, todo el mencionado territorio estaba habitado por tribus guaraníes. Cada poblado que en el camino se encontraba, decía pertenecer a la “nación” de los guaraníes.
Otra característica es importante destacar, por lo constante y significativa: el espíritu jovial, alegre y bondadoso con que las distintas tribus guaraníes recibían la cansada caravana. Así, una y otra vez. Salvo la mención hecha de los payaguás, ubicados por Alvar Núñez como indios chameses, y que habían atacado, crueles y sangrantes, la expedición de Ayolas, el recibimiento que los guaraníes hacia los españoles, no tuvo, en verdad, nada absolutamente nada de violento.
Los testimonios son innumerables y reiterados. Cuando la expedición de Alvar Núñez quedaba ya sin bastimentos, luego de diecinueve días de abruptas travesías, se encuentran con los primeros poblados guaraníes. Aquel histórico choque de culturas tan diferentes tendrá, sin embargo, un tono poco conocido.
Nada de guerra, ni de emboscadas, ni trampas. Con el cacique Toncaguazú a la cabeza, aquella tribu guaraní, que por primera vez surgía ante los ojos de la caravana, salía a recibir a Alvar Núñez en el camino. pero no de pura curiosidad, y con las manos vacías, sino “cargados con muchos bastimentos, muy alegres, mostrando gran placer con su venida”. Son palabras textuales de las Memorias de Cabeza de Vaca.
De aquella primera descripción, surgen ya, ricos y complementados, muchos de los elementos componentes de la nueva cultura descubierta que, entendemos, debemos retener desde ahora. “Esta gente y generación que se llaman Guaraní”-, dicen los Comentarios, “son labradores, que siembran dos veces en el año maíz, y, así mismo”, continúa, “siembran cazabí, crían gallinas a la manera de nuestra España, y patos; tienen sus casas muchos papagayos, y tienen ocupada muy gran tierra, y todo es una lengua”. Bondadosos y alegres, agricultores de dos siembras al año, con aves de la selva ya domesticadas tal es la primera impresión que nos transmiten los conquistadores de esta expedición sobre aquellos guaraníes.
No es el transcripto un pasaje excepcional, ni único, que pudiera ser cuestionado por su carácter especial. Nada de eso. Cuando la caravana de Alvar Núñez llega al río Tibagí, nuevamente otra población guaraní sale a recibirlo con la misma actitud de la primera. “De dos leguas cerca de este río”, dice, “vinieron los indios con mucho placer a traer a la hueste bastimentos para la gente, por manera que nunca les faltaba que comer, y aun a veces lo dejaban sobrado por los caminos”.
El relato es coherente y claro. Y siempre nos va diciendo lo mismo. La información es constante al respecto: se alegraban al ver a los blancos, hablaban un idioma muy dulce, vivían en pueblos asentados, mostraban, casi siempre, sorpresa y espanto ante las cabalgaduras españolas.
La marcha continúa y el mundo guaraní va emergiendo claro mostrando, en forma silvestre, sus elementos componentes. “Yendo caminando por la tierra”, dice, el gobernador y su gente, llegó a un pueblo de indios de la generación de los guaraníes, y salió el señor principal de este pueblo al camino con toda su gente, muy alegre a recibirlo, y traían miel, patos y gallinas, y harina y maíz; y por lengua de los intérpretes les mandaba hablar y sosegar, agradeciéndole su venida, pagándole lo que traían, de que recibían mucho contentamiento allende de esto al principal de este pueblo, que se decía Pupebajé, mando dar graciosamente algunos rescates tijeras y cuchillos y otras cosas, y de allí pasaron prosiguiendo el camino, dejando los indios de este pueblo tan alegres y contentos, que de placer bailaban y cantaban por todo el pueblo”.
Varios elementos más importantes, como decíamos, componentes de la cultura guaranítica, surgen aquí y allá, de los relatos de Alvar Núñez. El 7 de diciembre, por ejemplo, otro pueblo guaraní aparece en el camino, y el mismo retrato: impresión de alegría, ofrenda de bastimentos, el habla dulce y el recibimiento. De manera que todos los pueblos por donde habían de pasar-, dice, “los hallaban muy pacíficos, y los salían a recibir a los caminos antes que llegasen a sus pueblos, cargados de bastimentos”.
Y así, semana tras semana. El relato se podría decir que se repite, de donde emerge, claro y siempre, el mismo trasfondo: “A 19 de dicho mes, llegaron a un lugar de indios de la generación de los guaraníes, los cuales, con su principal, y hasta las mujeres y los niños, mostrando mucho placer los salieron a recibir al camino dos leguas del pueblo, donde trajeron mucho bastimento de gallinas, patos y miel y batatas y otras frutas, y más harina de piñones (que hacen muy gran cantidad de ellas), porque hay en aquella tierra muy grandes pinares”. “Las piñas son grandes, los piñones del tamaño de bellotas, la cáscara grande de ellos es como de castañas, difieren en el sabor a los de España: los indios los cojen y de ellos hacen gran cantidad de harina para su mantenimiento”.
No solamente se reitera el jovial recibimiento indio, sino que, además, nos enteramos, como expresión viva de una cultura, de las producciones que arrancan a la tierra: piñas de pinares, harina de esas piñas, frutas, miel y patos domesticados. Nos vamos adentrando en la cultura de los guaraníes. Si detrás de lo que cada comunidad produce, pueden dibujarse las relaciones sociales donde va asentada la comunidad misma, el relato no deja de ser ilustrativo e interesante.
Las impresiones personales del relato coinciden con el relato mismo, dado que la sensación que transmite el escritor es inequívoca y surge de su prosa a cada paso: “Toda este tierra es muy alegre”-, continua, y de muchas aguas y arboledas; toda la gente de los pueblos siembran maíz y cazabí y otras semillas, y batatas de tres maneras: blancas y amarillas y coloradas, muy gruesas y sabrosas, y crían patos y gallinas y sacan mucha miel de los árboles, de lo hueco de ellos”.
Cuando el relato nos cuenta de la llegada al Iguazú, además de darnos de nuevo los datos sobre las producciones y crías de aves diversas, nos deja un pasaje, importante de retener, como elemento fundamental de análisis en el tema del asentamiento de Las Misiones. Dice: “En la ribera del cual, según la relación, tuvieron los naturales, y por lo que vio, por vista de ojos, está muy poblado, y es la más rica gente de toda aquella tierra y provincia, de labrar y criar, porque crían muchas gallinas, patos y otras aves, y tienen mucha caza de puercos y venados, y dantas y perdices, codornices y faisanes, y tienen en el río gran pesquería, y siembran y cojen mucho maíz, batatas, cazabí, mandibíes, y tienen otras muchas frutas, y de los árboles tienen gran cantidad de miel”.
“… y la gente que vive en ella, de la generación de los guaraníes, y todos son labradores y criadores de patos y gallinas, y toda gente muy doméstica y amiga de cristianos, y que con poco trabajo verán en conocimiento de nuestra fe católica, como se ha visto por experiencia”.
Región de guaraníes asentados y agricultores en verdadera abundancia, con poblados de hasta ochocientas casas, según estas memorias, con casas de troncos y techos de paja, en una actitud bondadosamente inusual donde hasta limpiaban los caminos para que pasasen los conquistadores, con mantas tejidas y tinajas grandes para guardar vestimentas, agricultores y criadores de animales, que usaban flechas envenenadas en sus guerras con brazaletes, coronas y vasijas de oro y plata traídas desde el Perú lejano, es así como nos presenta la cultura de los guaraníes Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
Por Salvador Cabral Arrechea – Fragmento del trabajo La Cultura Guaraní”. Enciclopedia de Misiones.
Fuente
Visitemos Misiones –  7 de Abril de 2.015
https://www.visitemosmisiones.com/noticias/notas-2/los-guaranies-ante-los-ojos-de-alvar-nunez-cabeza-de-vaca/



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