En una lucha permanente por el reconocimiento de su estilo de vida,
y en favor de una realidad más orgánica, las comunidades originarias han
liderado proyectos sociales muy importantes. De esta forma, lo
indígena ha trascendido múltiples esferas de la modernidad, probando que los
conocimientos de cultura pueden contribuir a los nuevos tiempos de manera
asombrosa.
Un rubro digno de destacar es la educación, o más bien, los métodos
de aprendizaje que nos han compartido algunas culturas en América, que son muy
diferentes al sistema de occidente que hoy conocemos. Es el caso de
la Universidad Ixil, un modelo único de institución educativa (si es
que se le puede llamar así) que va más allá de las concepciones occidentales y
que supera por mucho nuestros paradigmas pedagógicos.
Una metodología que fusiona pedagogía crítica y cosmovisión
ancestral
Esta universidad se encuentra enclavada en el altiplano norte
guatemalteco. Fue fundada en el año 2011 y es administrada por una comunidad
de jóvenes mayas ixiles. Ellos, a través de un programa canalizado por la
Fundación Maya y nombrado “Acceso a la tierra por una vida rural con dignidad”,
se han permitido generar un método de aprendizaje basado en una
cosmovisión ancestral: la tradición del xula’.
Haciéndose de herramientas pedagógicas occidentales, e incluso del
modelo institucional universitario que hasta hace poco les era inaccesible, estos
indígenas han generado un paradigma educativo en torno a xula’, que
básicamente se trata del acto de intercambiar mano de obra por mano de
obra.
Una concepción similar a la del trueque o el tequio, adquiere una
forma distinta en esta universidad, donde ya no se limitan a intercambiar mano
de obra, sino también conocimiento adquirido. Otro dato interesante es
que esta Universidad antepone la tradición verbal sobre la
escrita, esto es que su enciclopedia institucional es en realidad el
conocimiento ancestral heredado, los ancianos de la comunidad, y un diccionario
de valores imborrable.
La Universidad prepara a sus estudiantes con la práctica misma. Y
además, los introduce a un modelo en el que su trabajo estudiantil va a generar
beneficios para la comunidad. En la Universidad Ixil se pueden
estudiar distintas carreras vinculadas a la agricultura, que es la principal
fuente de ingresos de la comunidad. Así, abarcan grados técnicos en desarrollo
rural y licenciaturas. Pero más importante aún, dan cuenta de que la
agricultura no tiene por qué contradecir a la educación formal ni a sus
paradigmas: bien se puede trabajar el campo mientras se estimula, a la par, un
conocimiento teórico más profundo de éste, que ayude, por ejemplo, a
solucionar los problemas que actualmente genera la agricultura para el medio
ambiente.
Proyectos como la Universidad Ixil no dejan de recordarnos que la
educación orgánica es una forma de resistencia ante el paradigma moderno que,
más allá de contribuir a una formación digna, como seres humanos, a veces
resulta desfavorable para nuestro desarrollo.
Los mayas ixiles encontraron la mejor forma de conjugar la
pedagogía crítica y participativa de occidente. Su metodología pone
énfasis en la tradición verbal y el derecho a la palabra, y promueve una
educación más horizontal que vertical, donde la participación comunitaria es
figura clave.
No cabe duda que, en las prácticas y propuestas de estos pueblos
originarios, hay un mundo al que debemos prestar atención.
Fuente
Ecoosfera
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