Esta
expresión pertenece al General José de San Martín (1778-1850), héroe nacional
argentino. Tal
expresión entraña un determinismo, una predestinación tajante, o tal vez, a una
vocación a la que la persona debe aferrarse al sólo efecto de cumplir con una
especie de designio sobrenatural. Si una persona es fiel a este designio
alcanzará su autorrealización mientras que, de lo contrario, literalmente “será
nada” o una cosa muy diferente de aquella a la que estaba destinado. Suele
pronunciarla alguien para indicarle a otro que debe seguir su instinto o su
vocación más profunda, porque si no, tarde o temprano, se arrepentirá.
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