Los yaguas recien a los foráneos con danzas y bailes ancestrales. Foto: Ángel
Chávez
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En una orilla del río
Amazonas (Iquitos, Loreto), los yaguas -un pueblo ancestral- comparten sus
saberes y costumbres atávicas con los turistas.
Si se trata de
proteger los recursos naturales, son ellos, los bora, los primeros en dar la
cara y mostrar sus flechas y lanzas. Así de bizarros y aguerridos se muestran
los guardianes de la Amazonía que integran la comunidad de los
Yaguas. Ellos no necesitan de armas de fuego ni el apoyo de robustos matones
para defender sus tierras.
La danza de bienvenida es también un homenaje a Mayantu, una divinidad de la selva, Mayantu. Foto: Ángel Chávez |
Aquí, el componente
principal para la subsistencia es la conexión con la naturaleza, un lazo
que no nunca se pierde, más bien se refuerza en diversas manifestaciones
culturales, como la danza.
Y ahora se
forma un círculo humano y se escuchan las notas de una flauta y el
penetrante latido de un bombo. Es un ritual de bienvenida en el que la
música le rinde homenaje al espíritu de la selva: Mayantu, una divinidad con
rostro de sapo. Sonajas y cantos en lengua bora, acompañan el ceremonial de
recibimiento.
Los bailes circulares imitan los movimientos de los peces. Foto: Ángel Chávez |
Costumbre y
artesanías
De una de las
cabañas comunales de forma ovalada, Palacios, el jefe bora, sale para
saludar a los visitantes y, posteriormente, guiarlos hasta los puestos donde se
exhiben los trabajos artesanales de su gente.
Muñecas de paja,
collares con granos, monederos de tela y hasta flechas, son algunos de los
productos elaborados por las 10 familias que habitan en esta rústica aldea,
localizada al borde de un inmenso río que se desliza serpenteante hacia lo
profundo de la jungla loretana.
Los niños estudian en escuelas bilingües. Así refuerzan el conococimiento de su lengua materna. Foto: Ángel Chávez |
Entre los objetos se
encuentran varios instrumentos de caza, como los letales dardos de
cerbatanas utilizados para capturar a los sajinos y diversas aves del
bosque. El secreto del éxito es el poderoso veneno que se extrae del
curaré o curari, una flor que crece en el bosque.
Más allá de la
artesanía y el turismo, en esta comunidad los niños estudian en una
escuela bilingüe que brinda una educación inclusiva. Estas se encuentran
muy cerca del pequeño núcleo urbano.
Los cerbatanas son utilizadas para la caza de animales. Foto: Ángel Chávez |
¿El resultado? La
revaloración de las raíces ancestrales que crecen fuertes en las nuevas
generaciones. Pero no se trata de anclarse en el pasado sino de respetar
lo ancestral y mantener el vínculo con la naturaleza.
Eso es lo que se
descubre al visitar a los boras, los guardianes de la selva que reciben
amistosamente a los foráneos, pero que están dispuestos a defender su selva de
todos aquellos que quisieran dañarla.
Los dardos son humedecidos con un veneno que se produce con la planta curaré. Foto: Ángel Chávez |
En Rumbo
Dónde: A 30
minutos de Iquitos, surcando el río Amazonas. Se viaja en bote o deslizador
desde el puerto Maynas.
Fotografía>Suplemento
Rumbos – Diario La República (Perú)
Un ritmo sencillo, pero motivador, recibe a los visitantes. Foto: Ángel Chávez |
El tejido es una actividad que se transmite de generación a generación. Foto: Ángel Chávez |
Los niños participan en las labores cotidianas de su comunidad. Foto: Ángel Chávez |
En la artesanía bora se utilizan los insumos del bosque. Foto: Ángel Chávez |
Máscaras artesanales. ¿Se llevaría una a casa? Foto: Ángel Chávez |
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