domingo, 24 de abril de 2016

La persona Enawenê-nawê


Para los Enawenê-nawê, la persona es una trinidad en potencia. Al morir un sujeto, se originan tres subjetividades cósmicas, un enore, un iakayreti y un dakoti.

Las expresiones vitales representadas por la pulsación cardíaca en el pecho y en la región de la cabeza, la respiración, la viveza de los ojos, el habla, la sensibilidad olfativa y la audición se amalgaman en lo que se conoce como hesekonase, el “alma celeste”, que se eleva hacia el eno, la capa principal del cosmos. Allí, ella desembarca como un dios enore, comenzando a convivir con sus parientes consanguíneos, o sea, del mismo clan.

Las palpitaciones que se manifiestan en los diferentes puntos de los miembros inferiores, en sus coyunturas y dobleces, conforman eloyakoare o wayakoriri, sustancia que es tomada por los iakayretirepresentantes del clan patrilineal del muerto, quienes fabrican con este elemento un ser espiritual de la misma raza y familia, que comienza a vivir definitivamente en uno de los topónimos hídricos y geográficos visibles pero diferentes del paisaje natural.

Un dakoti es una especie de copia o “doble” de la persona, su sombra; algo vivo que, con el muerto, y como el muerto, dejó de existir y de moverse. Es bajo esta forma que sigue su camino rumbo a la ciudad de los espectros, en el extremo del arco iris. El cuerpo, o mejor dicho, el cadáver, simplemente se pudre, desvaneciéndose en la tierra.

La muerte
Para sepultar el fallecido, los Enawenê-nawê preparan, a partir de la corteza de algunos árboles de la selva ciliar, una urna funeraria en el formato de un tubo que mide la altura del sujeto. En ese momento se producen los llantos, lamentos, comentarios, gritos y gestos, acompañados por un movimiento constante en la aldea así como por una gran aglomeración en torno del muerto. Finalizadas las ceremonias fúnebres, la urna se deposita en una tumba profunda, excavada en el interior de la casa. Exactamente sobre el lugar en donde se ubicaba la red en donde la persona dormía. Con el muerto también se entierran sus pertenencias y/o los objetos de uso personal: collares, sonajeros, ropas, arco y flecha, hacha, facón… o sea, todo aquello que, por algún pariente, es señalado como un vehículo para recordar al fallecido. Su propio nombre, inclusive, deja de ser pronunciado. Es a partir de allí que se inicia el viaje/transformación de la tercera subjetividad enawenê: todo el armado mortuorio continúa su destino hacia la ciudad de las sombras, despojándose, poco a poco, durante el trayecto.

Enawenê-nawês . Fotografía Fiona Watson (Survival Internacional
Ya liberado de toda la cobertura vegetal, el muerto se enfrente con una araña gigante. La mujer que no posea el tatuaje corporal, la insignia de iniciación, los trazos inscriptos entre los senos y alrededor de su ombligo es inmediatamente devorada por el insecto. Por su parte, los hombres están libres de esa inspección así como también los niños de ambos sexos. Sin embargo, el viaje no termina con eso; una vez libres de las araña, los muertos deben atravesar el mayor de todos los ríos, que algunos refieren como el Aripuanã y otros como el Amazonas. La travesía se realiza a través de un puente formado por un enmarañado de serpientes de colores e, inmediatamente, los muertos son recibidos con una fiesta, como uno de los suyos por los dakoti. Luego de la muerte de una persona, y por varias semanas, a determinadas horas del día sus parientes más cercanos ejecutan un llanto ritual, un lamento cantado y formal que evoca la ausencia y la nostalgia por el fallecido. Durante esos momentos hablan acerca de la importancia del muerto y del resentimiento hacia los iakayreti en relación a su furia injusta por su supuesta insatisfacción alimenticia. (Gilton Mendes dos Santos, 2006).

Las fases de la vida
Los Enawenê-nawê conciben diferentes categorías de edad, según las cuales las personas se clasifican a lo largo de su desarrollo físico y cultural. Ellas son:

Tiraware/Tirawalo (vida intrauterina): Para que una mujer quede embarazada se necesitan muchas relaciones sexuales. Para ellos, el embarazo es el resultado de la combinación entre el esperma y la sangre menstrual dentro del útero. El tronco, los brazos y la pulsación cardíaca son los primeros elementos que se desarrollan en el útero materno, luego las piernas y la cabeza. Si la mujer mantiene relaciones sexuales con más de un hombre durante el embarazo, el bebé habrá sido producido en conjunto.

Wesekoitakori/Wesekoitakolo (recién nacido): En esta fase, el padre y la madre guardan reclusión y obedecen a restricciones alimenticias para que el recién nacido no sea atormentado por seres que causan enfermedades o la muerte. Al bebé se le corta el cabello y sus orejas son perforadas para recibir el aro de tucum. También se le colocan adornos de algodón alrededor de sus tobillos y puños (muñecas). Su alimentación la constituye la leche materna ofrecida por la madre, tías y abuelas. Los baños de hierbas para que crezcan con salud y las pinturas leves con urucum también se recomiendan.

Enawehorairi/Enawehorailo (niño de falda o pequeño que se carga): En esta fase, se utilizan collares, pulseras y tobilleras. Luego de la “bendición” ya pueden consumir oloiti (refresco de mandioca), ketera (mingau o ensopado espeso tipo crema de mandioca) y miel diluida en agua. Los hermanos mayores colaboran en los cuidados diarios.

Anolokwari/Anolokwalo (pequeño que se sienta y gatea): En este momento, el pequeño recibe un par de aros de conchas, además de collares para decorar su cuello. Las niñas usan un citaron de tucum y pintura corporal de urucum realizada con paja de buriti.

Atetoarese/Atetoarese (pequeño que puede pararse): Según los Enawenê-nawê, en este momento los niños son ayudados por los enore nawe para que no se caigan o se lastimen.

Atonaharese/Atonahalose (pequeño que camina): El pequeño recibe tobilleras de algodón tejidas en telar. Las  niñas utilizan argollas de caucho en las piernas, debajo de las rodillas. El pescado se incluye en la dieta alimenticia.

Dinoarese/Dinoalose (niño pequeño - de 3 a 6 años): Comienza a tomar baños sin la compañía de los padres. Se inicia el aprendizaje de una serie de actividades con los adultos como acompañar a los padres en el campo de cultivo y en las expediciones de pesca familiares. Las niñas están siempre junto a la madre.

Enawaretese/Enawalotese (niño de 7 a 11 años): A esta edad se intensifican los procesos de transmisión del conocimiento y del aprendizaje. Los niños aún acompañan a los padres en las excursiones de pesca y las niñas se separan de ellos y acompañan a las madres a los campos de cultivo.

Awitaretese/Awitalotese: El niño participa en las excursiones de pesca sin el padre. Si las articulaciones matrimoniales ya se produjeron, comienza a prestarle servicios al futuro suegro en la siembra de un pequeño campo de cultivo, con la ayuda del padre, para que la novia y la suegra puedan recolectar. La niña cuida a los más pequeños, y ya participa en los rituales así como los niños de esta edad.

Awitariti/Awitaloti: Esta es la fase de transición hacia la vida adulta. Los niños reciben el adorno peniano denominado olokoiri, las niñas el tatuaje alrededor del ombligo y de los senos, luego de que se produce la primera menstruación. Durante esta fase están listos para el casamiento. Las marcas que indican este pasaje (adorno peniano y tatuajes) poseen un gran valor social dado que indican la capacidad reproductiva de la persona.

Enetonasare/Enetonasalo (nacimiento del primer hijo): Las mujeres cambian sus adornos y comienzan a utilizar el urucum con otros trazos diferenciados del anterior.

Kolakarinasare/Kolakalonasare: Se produce a partir del cuarto hijo.

Kolakalare/Kolakalalo (nacimiento del primer nieto): La pintura corporal cambia para presentar una fina capa de urucum; las mujeres sufrirán algunas restricciones en lo que se relaciona a su participación en los rituales.

Ihitariti/Ihitaloti: Se caracteriza por la presencia de arrugas; disminuye el uso de adornos (Cleacir Alencar Sá, 1996).

 Enawenê-nawês, ritual de pesca
La nominación
Entre los Enawenê-nawê, cada clan dispone de un acervo almacenado de nombres. Estos nombres se pasan por vía paterna y dinamizan las sucesiones cuando se produce el óbito de uno de sus miembros que es recordado en contadas ocasiones y, de hecho, ya no más por su nombre sino a través de los términos de parentesco.

Un individuo, en ocasión de su nacimiento, recibe un nombre escogido por el padre de su padre y otro por el padre de su madre. El servicio de la novia (las obligaciones que el yerno le debe realizar a su suegro, pagas en pescado) logra que el abuelo materno “olvide” el nombre por el conferido. Eso cristaliza en que el individuo sea definitivamente integrado al clan de su abuelo paterno (y de su padre). (Katia Silene Zorthêa, 2006 e Marcio Silva, 1995).

Fuente: Pueblos Indígenas de Brasil

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