Luis Vernet fue nombrado en 1829
como primer gobernador de las Malvinas. Desde ese puesto, invitó a la cacica a
comerciar a las Malvinas. Los dos se conocían de antes: en 1823 habían
negociado por ganado. María La Grande viajó hasta las Islas a escuchar una
propuesta de Vernet: la instalación de una colonia de blancos en territorio
tehuelche. La invasión a Malvinas en 1833 terminó con la iniciativa.
Pero fue el comerciante Luis Vernet
quien le dio un apodo para la posteridad. “María la Grande” la llamó en 1823,
después del primer encuentro en la Península de Valdez. Él había llegado al
puerto San José en busca de ganado cimarrón. Los exploradores de la expedición
del futuro gobernador de Malvinas se enteraron que los originarios pensaban
arrasar su campamento. Solo esperaban la presencia y la decisión de su cacique.
Ninguno de ellos, mucho menos Vernet. Imaginaron que se trataba de una mujer.
María, jefa espiritual y militar de los tehuelches meridionales, dominaba el
estrecho de Magallanes y la costa Patagónica. Rodeada de mil guerreros, dicen
que invitó a Vernet a negociar.
María fue clara: todo lo que
caminara sobre territorio tehuelche le pertenecía a su pueblo. Sobre todo el
ganado. Si querían los animales, debían dejar bienes a cambio. La cacica se
mostró inflexible y Vernet tuvo que ceder. Oriundo de Hamburgo, por entonces
territorio del Imperio Romano Germánico, el comerciante conocía sobre la
historia del viejo continente. La imagen imponente de María en la negociación
le trajo a la mente la figura de la zarina Catalina II, llamada “la Grande” y
no dudó en rebautizarla.
Las relaciones comerciales entre
Vernet y el gobierno de las Provincias Unidas del Río de La Plata lo llevaron a
las Malvinas. En junio de 1829 fue nombrado primer comandante político militar
y gobernador de las Islas. La designación llevó la firma del gobernador de
Buenos Aires, Martín Rodríguez. Con un grupo de 50 colonos –en su mayoría
gauchos– armó Colonia San Luis en la isla Soledad. La designación de Vernet la
realizó el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez.
El comercio de carne salada,
pescados en salmuera, sebo, cueros de lobo marino y ganado vacuno entre la isla
y los marinos exploradores llevó a que Vernet buscara la bendición de María La
Grande para crear una factoría y colonia de blancos en Bahía San Gregorio. Por
eso le cursó una invitación para que se llegara a Malvinas. La mujer que
lideraba al pueblo tehuelche iba a poner por primera vez un pie en las Islas.
Las dos Marías
La leyenda dice que el viaje en
barco fue difícil y que María La Grande sintió la fuerza del mar en su cuerpo.
La goleta al mando del segundo de Vernet en las islas, Matthew Brisbane, había
partido tiempo antes del continente con proa al mar abierto. En las costas de
la Isla Soledad, los colonos se reunieron a la espera de los invitados.
Estaban nerviosos, sabían que los
tehuelches tenían costumbres diferentes: que no dormían en camas, vestían con
cueros de guanaco o zorrino y que jamás comerían pescado: su dios Elal había
condenado a los primeros tehuelches a convertirse en peces por haber violado un
tabú sexual.
En la comitiva estaba María Sáez de
Vernet, llegada a la isla para acompañar a su marido, a pesar de la hostilidad
del clima. Apenas el bergantín se dibujó entre la bruma de la mar helada, María
adivinó las siluetas de los hombres que viajaban de pie en la cubierta del
barco. Recién al bajar pudo conocer a la reina tehuelche. María la Grande
extendió un quillango de guanaco como ofrenda a la mujer de su anfitrión.
En la comitiva de María la Grande
viajaba su hechicero. Dicen que había sido un pedido de la cacica como
condición ineludible para realizar el viaje. Ella se instaló en la casa de los
Vernet junto a una mujer de pelo negro profundo que la asistía. Los demás, en
su mayoría hombres, durmieron con la peonada de la colonia.
La primera noche María Vernet tocó
el piano para la invitada. La voz de la cacica se hizo escuchar en un canto
conmovedor. En esas veladas el gobernador agasajaba a la cacica para
convencerla de promover la colonia de blancos en San Gregorio. Las telas finas
del vestido azul que María le obsequió como respuesta a quillango estrecharon
aún más el lazo.
Dicen que María La Grande se sentó a
la mesa y compartió los modales de la época en la casa del gobernador. También
que recorrió la isla y conoció los almacenes, el saladero y la herrería. Todo
parecía encaminarse para que los blancos se afincaran en las tierras
tehuelches. Pero la invasión a Malvinas en 1833 terminó con los proyectos de
Vernet.
María la Grande siguió al mando del
pueblo tehuelche. Su muerte marcó el principio del cacicazgo de Casimiro Biguá.
El fuego de las piras se extendió desde el estrecho de Magallanes hasta el río
Negro. Su figura quedó en la historia como la mujer que llevó la sangre
tehuelche a las islas Malvinas.
JC/RA
Fuente: Agencia Nacional de Noticias
Jurídicas (Infojus Noticias) 2 de Abril de 2.015
hoy mi hija de 9 años tenía que llevar información sobre el 2 de abril a la escuela... y lamento recién hoy encontrarme con este material... De todos modos se lo haré llevar en la semana. Gracias!
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