El conquistador Hernán Cortés fue
el primero que quiso dar con ella. Un aviador aseguró haberla visto desde el
aire en 1927. Sin embargo, nadie creía su real existencia. Hasta ahora.
Un equipo profesional de National Geographic ha dado con uno de los
mayores misterios arqueológicos del continente americano y que es buscando
desde tiempos de la conquista española. En Honduras, en el pequeño pueblo de
Mosquitia, el explorador Christopher Fisher encabezó la travesía por un área
virgen y repleta de forestación. Fue allí donde encontró “La Ciudad Blanca” o
“Ciudad del Dios Mono”, como se la conoce en las leyendas de los últimos 500
años.
Las coordenadas no fueron difundidas por los responsables de la
investigación para evitar piratería y que roben los objetos hallados. La densa
vegetación impide que sea visualizado desde el aire.
“El contexto no modificado es único”, señaló Fisher, y añadió “ésta es
una poderosa exhibición ritual”. Lo hallado es de un valor incalculable, sobre
todo para la ciencia arqueológica. Un total de 52 objetos fueron tomados de la
tierra. Entre ellos, pueden observarse figuras talladas en piedra blanca de
monos, serpientes y cuervos. Pero también plataformas ceremoniales.
Según explicita National Geographic en su sitio, el objeto hallado más
impactante es la figura de un “hombre-jaguar”. Los estudios finales aún no determinaron
de qué se trata esta figura, pero a priori se cree que podría tratarse de un
brujo en estado de trance. El Instituto de Antropología e Historia de Honduras
(IAHH) cree que los objetos son de los años 1.000 y 1.400 después de Cristo.
Una de las amenazas que sufre la región donde se encuentra la Ciudad
Blanca es la deforestación. Es que miles de hectáreas están sufriendo una tala
total que pondría en peligro los tesoros precolombinos. “Si no hacemos algo
ahora, la mayoría de esta jungla y valle desaparecerán en ocho años”, dijo
Virgilio Paredes Trapero, director del IAHH. “Necesitamos apoyo internacional.
El gobierno de Honduras no tiene dinero suficiente para frenar esto”, agregó.
La localización exacta del lugar se hizo posible gracias a un escaner de
última tecnología que identificó movimientos no naturales en la zona buscada.
Esa zona ya había sido explorada por un científico norteamericano en la década
de 1940. Sin embargo, en aquella oportunidad, Theodore Morde no pudo dar las
coordenadas exactas del lugar donde aseguró haber dado con la Ciudad Blanca.
Morde retornó a Mosquitia -el pueblo más cercano al lugar- con cientos de
artefactos como prueba de su hallazgo. Al poco tiempo, el excéntrico explorador
se quitaría la vida, sin revelar dónde quedaba el mayor tesoro arqueológico de
América.
El misterio es tan grande en torno a esta civilización que los
arqueólogos y especialistas todavía no le asignaron un nombre a esta cultura
que convivió con los mayas, pero que, al parecer, nada tenía que ver con ellos.
Fuente: Misiones On Line, 4 de
Marzo de 2.015
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