viernes, 20 de febrero de 2015

‘Sumak Kawsay’ y ‘Suma Qamaña’ : Buen Vivir


Escribe: Noemí Villaverde Maza

El buen vivir y el tumpasiña o venir a echarte de menos

Sumak Kawsay y Suma Qamaña significan Buen Vivir, aunque cada cual, en su contexto, son diferentes. Sumak Kawsay es vida en plenitud, y Suma Qamaña añade el matiz de comunidad. Pero en general, saber vivir o saber convivir, las dos resaltan el “cuidar” y “criar” la vida, la de uno mismo, la de los demás, y la de la Pacha Mama. No son filosofías nuevas ni aparecen de casualidad. Están insertas en toda una compleja cosmología andina como el “thakhi” o el ‘camino’ de la vida que toda persona debe recorrer; la minga o el “ayni” o trabajo comunitario o de reciprocidad; la pobreza como sinónimo de horfandad; o el verbo tumpasiña o “venir a echarte de menos”.


En un pueblo de la costa mexicana. Un paisano está, medio adormecido, junto al mar. Un turista norteamericano se le acerca y entablan conversación.
El turista le pregunta:
—”Y usted, ¿a qué se dedica? ¿En qué trabaja?”.
El mexicano responde:
—” Soy pescador”.
—”¡Vaya, pues debe ser un trabajo muy duro! Trabajará usted muchas horas”.
—”Sí, muchas horas”, replica el mexicano.
—”¿Cuántas horas trabaja usted al día?”.
—”Bueno, trabajo tres o cuatro horitas”.
—”Pues no me parece que sean muchas. ¿Y qué hace usted el resto del tiempo?”.
—”Vaya. Trabajo tres o cuatro horitas, juego un rato con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer y luego, al atardecer, salgo con los amigos a tomar unas cervezas y a tocar la guitarra”.
El turista norteamericano reacciona inmediatamente de forma airada y responde:
—”Pero hombre, ¿cómo es usted así?”.
—”¿Qué quiere decir?”.
—”¿Por qué no trabaja usted más horas?”.
—”¿Y para qué?”, responde el mexicano.
—”Porque así al cabo de un par de años podría comprar un barco más grande”.
—”¿Y para qué?”.
—”Porque un tiempo después podría montar una factoría en este pueblo”.
—”¿Y para qué?”.
—”Porque luego podría abrir una oficina en el distrito federal”.
—”¿Y para qué?”.
—”Porque más adelante montaría delegaciones en Estados Unidos y en Europa”.
—”¿Y para qué?”.
—”Porque las acciones de su empresa cotizarían en bolsa y usted se haría inmensamente rico”.
—”¿Y para qué?”.
—”Pues para poder jubilarse tranquilamente, venir aquí, jugar un rato con sus nietos, dormir la siesta con su mujer y salir al atardecer a tomarse unas cervezas y a tocar la guitarra con los amigos”. (1)

Que es lo que los aymaras y quechuas llamarían, precisamente, “cuidar” y “criar” la vida, la de uno mismo, la de los demás, y la de la Pacha Mama; es decir, Suma Qamaña o Sumak Kawsay.

Sumak Kawsay y Suma Qamaña significan lo mismo, aunque cada cual, en su contexto, presentan matices diferenciadores.

Sumak Kawsay es kichwa ecuatoriano y expresa la idea de una vida no mejor, ni mejor que la de otros, ni en continuo desvivir por mejorarla por ese continuo sentimiento de escasez, sino simplemente buena, satisfecha.

Suma qamaña viene del aymara boliviano e introduce el elemento comunitario, por lo que tal vez se podría traducir como “buen convivir”, la sociedad buena para todos en suficiente armonía interna. (2)

Pero, en ningún caso, nada que ver con el “vivir bien” que se podría entender en Occidente como el disfrute individual, material, hedonista e incesante.

Madre e Hijo Quechua. Foto: Pagree
Aunque esta filosofía ha cobrado notoriedad internacional por sus recientes formulaciones constitucionales, no es un concepto nuevo. Luis Macas, dirigente indígena, político e intelectual ecuatoriano de nacionalidad kichwa, explica que el Sumak Kawsay ecuatoriano:
“Para los Pueblos Indígenas o las Naciones Originarias, es producto de todo un acumulado histórico milenario, proviene desde su vivencia de hace miles de años, así como de las experiencias de lucha de resistencia.
Por lo tanto, este concepto no aparece de la casualidad, ni nace en la Constitución de la República Ecuatoriana, el Sumak Kawsay se origina en el centro de la vida comunitaria y se explica en el ejercicio y práctica cotidiana de nuestras comunidades, es lo vital de la matriz civilizatoria de nuestros Pueblos, que aún tiene vigencia, a pesar de la interrupción violenta de la colonialidad y la agresión del modelo capitalista.” (3)
Sumak, significa plenitud, grandeza, lo justo, completamente, lo superior.
Kawsay, es vida en realización permanente, dinámica y cambiante. Es interacción de la totalidad de existencia en movimiento, la vida entendida desde lo integral, es la esencia de todo ser vital. Por tanto, Kawsay es “estar siendo”.
El Sumak Kawsay, entonces, es la vida en plenitud, es el resultado de la interacción de la existencia humana y natural. Es la construcción permanente de todos los procesos vitales a través de la armonía, el equilibrio, interno y externo de toda la comunidad no solo humana, pero también natural.
El Sumak Kawsay no se trata de la conformidad, la prosperidad económica, la comodidad o la vagancia. No se puede incrustar o incorporar al modelo de desarrollo ni puede ser un apéndice de este sistema actual consumista y egoísta ni de este modelo de Estado, sino que hay que transformar fundamentalmente las viejas estructuras. Según Macas:
“No se trata, de una propuesta para indígenas, sino para la humanidad, es más, consideramos que es una construcción de una opción de vida para todas y todos.” (4)
En cuanto al aymara boliviano, Qamaña es habitar, vivir, morar. Qamaña es también el nombre que se da al lugar abrigado y protegido de los vientos de los pastores, para que mientras descansan, cuiden a sus rebaños. Es decir, qamaña, desde sus diversos ángulos, es vivir, morar, descansar, cobijarse y cuidar a otros. En su segundo uso, insinúa también la convivencia con la naturaleza, con la Madre Tierra Pacha Mama.
Es, por tanto, la energía y fuerza vital para vivir y compartir con otros. Por eso, cuando en el mundo andino, y en tantos otros pueblos indígenas originarios, se afirma que las suyas son culturas para la vida, no se refieren sólo a este hecho físico de vivir sino también a todo este conjunto de relaciones sociales con un ambiente de acogida. Por eso se habla además de “cuidar” y “criar” la vida, como algo que hacen juntos, en familia. (5)
Fernando Huanacuni Mamani, aymara, lo explica de esta manera:
“Nosotros diferenciamos vivir mejor de Vivir Bien. La modernidad, el desarrollo, el progreso occidental, motivan el vivir mejor, que tiene una connotación de tener más, de ahorrar más, de acaparar más bienes materiales… Es un sistema de competencia entre seres, entre pueblos… Si antes el principio era “pienso, luego existo”, ahora la premisa de Occidente, de la modernidad, es “compito, luego existo”. Esa es la característica de vivir mejor.
Nosotros no queremos vivir mejor, no queremos competir con nadie. Para nosotros la premisa de Vivir Bien significa vivir en armonía o equilibrio, ese es el concepto básico de la vida. Para el capitalismo el capital es lo más importante, para el comunismo el hombre es lo más importante, pero para la comunidad, para el pueblo indígena originario, la vida es lo más importante, y en ese contexto se sitúa el Suma Qamaña. (6)
En un reciente taller del Viceministerio de Planificación sobre el objetivo central del desarrollo, un aymara comentó:
“Es que suma qamaña en realidad no es ‘vivir bien’ sino ‘el saber convivir y apoyarnos los unos a los otros’. (7)
Esa manera de buen convivir va rebalsando de la esfera familiar a la comunal y más allá y no es sólo una cuestión social sino también política, y hasta ritual.

En la comunidad rural, toda la vida de cada individuo es concebida como caminar, en una creciente madurez expresada sobre todo en el mayor servicio a la comunidad. Este proceso por el que de una u otra manera y a ritmos distintos todos pasan, en aymara se llama thakhi ‘camino’. Los dirigentes de las comunidades durante su año de autoridad dedican todo su tiempo al servicio de su comunidad correteando de un lugar a otro para lograr que mejoren su escuelas o colegios, se atienda bien en salud, arreglen los caminos, haya reconciliación cuando hay peleas, los visitantes se sientan bien recibidos…Tener un cargo es, realmente tener una carga pesada de la que no salen enriquecidos sino con los bolsillos vacíos. Por eso, un elemento clave en la indumentaria es el bulto (q’ipi) pesado que cargan en la espalda. La gente le critica si ese bulto no es pesado, pues debe significar que los dos cargan la responsabilidad por toda la comunidad. Un cargo es una carga, no un lucro. (8)

Por eso, entienden que el trabajo duro no está reñido con el buen vivir. Con el cumplimiento sucesivo de determinados servicios, la persona o pareja que pasa por ellos va creciendo en responsabilidad y a la vez en reconocimiento por parte de la comunidad.

Los precolombinos ya utilizaban la minka, mingako o minga (del quechua “minccacuni”, «solicitar ayuda prometiendo algo»), que hoy los pueblos indígenas de la cordillera andina usan todavía para completar este camino. El caso más llamativo de minga es el del puente peruano de Q’eswachaka, el último puente colgante hecho exclusivamente de fibras vegetales y que se ha regenerado por más de cinco siglos. Y es que cerca de mil personas de comunidades diferentes (Huinchiri, Chaupibanda, Ccollana Quehue y Pelcaro) se reúnen anualmente en su renovación. Durante tres días, hombres, mujeres y niños trabajan unidos para levantar esta original obra de ingeniería sobre el río Apu-rimac, utilizando para ello técnicas ancestrales heredadas de los incas.


Bolivia. Laja. Fiesta de la Inmaculada. Tradiciones Aymaras
. Fotografía: César Catalán
Esta maravilla de la ingeniería inca tiene 28.67 metros. Aunque sus orígenes son aún discutidos, podemos asegurar que tiene más de cinco siglos como parte integrante del extenso sistema vial de caminos inkas o Qhapac Ñan con más de 30.000 km de vías construidas de diferentes recursos y tecnología. Lo increíble no es sólo que este puente es el único de fibra vegetal o paja, sino que la tradición ha mantenido hasta el presente este antiguo tipo de puente, con sus rituales y el sistema de trabajo comunitario, permitiendo que podamos observar después de tantos años la vigencia de la cultura material e inmaterial de los incas hasta el presente.

De esta forma, reforzando el puente que les une, refuerzan también su identidad como pueblo y celebran la renovación de la vida. Una lección vital sobre la importancia del trabajo en equipo y el control sostenible con la naturaleza. (9)

Otro ejemplo de minka es el que ocurrió en los años 60 y 80: se implantó la minka desde la administración de Perú para la construcción de redes de comunicación y para acometer las obras públicas de las que estaba necesitada el país. Los ciudadanos ofrecían su mano de obra en lugar de impuestos, y el Gobierno pagaba el material necesario para las obras. En pocos años se dotó el país de la mayoría de infraestructuras existentes. Corea del Sur se interesó por la experiencia, y tras una visita que hizo su gobierno para conocerla in situ, puso en marcha en su país este sistema aplicado a la economía: en pocos años pasó de ser un país pobre económicamente a ser una potencia que tiene su lugar a nivel internacional. (10)

Otro sistema no tan internacionalmente conocido es el “ayni”, un sistema de trabajo de reciprocidad familiar entre los miembros del ayllu (una comunidad que trabaja con propiedad colectiva). Funciona como lo que aquí llamaríamos un “banco del tiempo”. Lo más común es intercambiar trabajos en labores agrícolas, pastoreo, cocina o en la construcción de casas. Es lo que en Méjico se conoce como la gozona, o córima en el pueblo mexicano rarámuri, o la tradición de guelaguetza en Oaxaca. Para este tipo de sistemas, también se utilizan los términos “la faena”, “la fajina”, “el trabajo de en medio” y “la mano vuelta”. No se trata de caridad dictada por la moral católica, porque el que da limosna mantiene su mano encima de la mano que recibe. En estas sociedades, no hay mano encima de la otra. Simplemente, las manos se entrelazan en un “hoy por ti, mañana por mi”. Su práctica se teje alrededor de las relaciones recíprocas que unen a la gente.

José Fernández de Henestrosa, que pasó treinta años conviviendo con las comunidades aymara altiplánicas de Jesús y San Andrés de Machaq, cuenta una anécdota que aclara la importancia de las redes sociales en estas comunidades:
“En la casa parroquial de Qurpa acudía con frecuencia un célebre viejito pidiendo algo y, pese a sus muchos años, decía en castellano: ‘es que soy huerfanito’. Al cura español le sorprendía que apelara a sus padres muertos muchísimo tiempo atrás. Pero en ese contexto aymara resulta más bieniluminador sobre qué hace a alguien rico o pobre: la capacidad de vivir acogido y compartiendo con los demás.”

“La manera más común para decir en aymara que alguien es ‘rico’ es Qamiri. Y para hablar en aymara de gente burguesa, prepotente, etc. muchos suelen recurrir a ese término en plural: qamirinaka. ” (11)

De igual manera, hay otra palabra que expresa la manera en la que sienten el vacío de una persona ausente o de la que hace largo tiempo no se sabe nada, “tumpasiña”, que el mismo Fernández de Henestrosa lo describe como un…
“Sentimiento de totalidad que el Altiplano ejerce sobre sus moradores. Se puede traducir por: “Ir a visitar, ir a ver, ir a percatarse ocular y personalmente de alguien o de algo propio o considerado como propio, y por tanto muy querido, muy amado, muy apreciado por uno. Un ir a echarse de menos”. “La inmensidad del Altiplano nos hace sentir minúsculos en medio de él, por eso cuando de pronto en nuestra vida sumergida en esta inmensidad, se nos acerca un campesino y nos dice: “he venido a echarte de menos” se experimenta como un “desvelamiento” por no decir una “revelación” de la profundidad del Altiplano. ¡Uno se pensaba y se sentía pequeño, desconocido, extranjero… y de pronto le hacen notar que alguien en su corazón se ha apropiado de uno!

Ir a echarse de menos, no es ir a controlar, a vigilar, a pedir cuentas, a examinar, a juzgar… pues todas esas cosas se pueden hacer por terceras personas o con otros medios impersonales. No se va a echarse de menos por utilidad o en busca de seguridades personales, diría que se va porque sí, se va porque se ama.” (12)
Y así es como se debería reaprender esta manera de vivir, yendo a echar Latinoamérica de menos.
Portada: Mujer aymara observa Copacabana desde Cerro Calvario (Bolivia). Adam Jones

Fuente: Mito, Revista Cultural

Para saber más…
(1) Una versión de una historia que cuenta John dos Passos en “Rocinante vuelve al camino”. “Es exactamente la misma historia pero con unos arrieros que van con unos mulos por la provincia de Granada.” explicó el economista José Luis Sampedro. http://www.rebelion.org/
(2) Ñandareko es en guaraní.
(3) http://decrecimientoybuenvivir.files.wordpress.com/2011/01/sumak-kawsay-luis-macas.pdf
(4) ibíd.
(5) http://sumakkawsay.files.wordpress.com/2009/06/albo_sumaqamana.pdf
(6) Buen vivir: complementariedad con todas las formas de existencia. economíasolidaria.org
(7) http://sumakkawsay.files.wordpress.com/2009/06/albo_sumaqamana.pdf
(8) http://publicaciones.ua.es/filespubli/pdf/19891385RD41295095.pdf
(9) http://www.siroco.tv/#!qeswachaka/c1elm
(10) https://lagenterula.files.wordpress.com/2011/06/la-cultura-del-auzolan.pdf
(11) http://sumakkawsay.files.wordpress.com/2009/06/albo_sumaqamana.pdf
(12) ibíd.

Noemí Villaverde Maza es: Licenciada en Educación Social (UPV/EHU) y Antropología Social y Cultural (Universidad de Deusto). Antropóloga. Colaboradora en radios libres y en proyectos sociales. Amante de la lectura, el cine y la naturaleza.

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