lunes, 2 de diciembre de 2019

El cacique Polvareda regresa a su terruño: Una semilla plantada en el corazón del quebrachal

Por Pablo Pereyra (Museólogo-Escritor)

Tras 153 años de silencio y ausencia, la memoria del cacique Polvareda vuelve a ser semilla de esperanza en el chaco santafesino.

Foto: Alejandro Jasinski
El 25 de octubre de 2019 es una fecha que quedará grabada en la memoria de los pueblos originarios de nuestro norte santafesino como un día de lucha y reivindicación. Es el día en el que el cráneo del cacique Polvareda fue sepultado definitivamente en su suelo para convertirse en semilla de esperanza en el corazón del quebrachal. 

La ceremonia tuvo lugar en la localidad de Villa Guillermina, Santa Fe, poniendo fin a 153 años de silencio, ausencia e injusticia.

PH: Fundación Napalpí

Polvareda fue asesinado por el Estado argentino en la llamada “Conquista del desierto verde” en el año 1866. Esta conquista tuvo lugar en el entonces Territorio Nacional del Chaco, bastión de la resistencia indígena, en un proceso de organización territorial que buscaba incorporar las tierras productivas del norte al proyecto nacional. 

El registro de su asesinato quedó documentado en un parte militar firmado por Matías Olmedo, comandante de la Frontera Norte de Santa Fe, y rescatado de los archivos del ejército por el antropólogo Francisco Mora:

"Enero 24 de 1866. Al Sr. Gobernador Constitucional de la Provincia, Nicasio Oroño. ¡Viva la Patria! Excelentísimo Señor Gobernador, no hemos hecho todo pero hemos triunfado completamente dejando en el Chaco en diferentes combates, 74 indios muertos de pelea (…) entre éstos, 5 caciques – Ponciano Morcona, Antonio Ahaquihancalé, Juan de la Cruz Cacitoquí, Cruz Polvadera y Nicolás Samaquín”.

El cráneo fue tomado como objeto de colección por el agrimensor Carlos Chaperouge, que acompañó al Coronel Manuel Obligado en la demarcación de las tierras arrebatadas a los pueblos del Gran Chaco, para posteriormente pasar a integrar el acervo del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, fundado en 1884. 

Esta acción de convertir a los muertos en piezas coleccionables - y dentro de un museo de ciencias naturales- responde a una lógica de cosificación del indígena que buscaba, explícita o implícitamente, despojarlo de la dignidad que le confiere el ser persona, para avanzar sobre sus derechos, negándoselos y negando, también, al aborigen como sujeto histórico. Lisa y llanamente, se los estudiaba y exponía, no sólo como parte del pasado, sino como parte de la Historia natural, despojándolos de su identidad, con la imposibilidad de ser considerados sujetos de derecho.


“Desde el museo no sólo se apropiaron de los cuerpos de los hombres y las mujeres de las comunidades que eran sistemáticamente asesinados por el ejército, la policía e inclusive por miembros del Museo de La Plata, sino también se apropiaron de manera ‘oficial’ de la historia de estos pueblos, decretando su extinción, en función de justificar la apropiación de sus territorios ancestrales.” (Los fueguinos, Colectivo GUIAS, 2011). 

Y es que no existe la neutralidad en los museos. Son instituciones que cumplen una función social y que, en el caso de los museos nacionales, sirvieron de soporte, simbólica y prácticamente, a un discurso que posibilitó el genocidio y la apropiación de los territorios que habitaban los Pueblos Originarios por parte del Estado. 

Por suerte, lo que sí existe siempre es un rescoldo sobre el cual puede sujetarse la memoria y, para los pueblos indígenas significó una bandera de lucha. Una lucha que fue lenta y que, de a poco, se volvió progresiva hasta hallar hoy en día ecos en cada rincón del país. 

En 1989 el Centro Indígena Mapuche Tehuelche reclamó, por primera vez, al Museo de Ciencias Naturales de La Plata la restitución de los restos del cacique tehuelche Inakayal, verdadero prisionero de la ciencia. Pero existía un obstáculo legal, dado que, al pertenecer al Museo, los restos eran propiedad del Estado (art 2339 inc. 9 del Código Civil). 

En mayo de 1991, el Congreso de la Nación convirtió en ley Nacional N°23.940 el proyecto que el Senador Nacional Hipólito Solari Yrigoyen presentó en 1990, donde se dispone que “el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) deberá trasladar los restos de Inakayal a la localidad de Tecka, provincia de Chubut, donde será en-terrado luego de recibir honores militares”. 

El 19 de abril de 1994 ya habían entregados los restos óseos de Inacayal a las comunidades indígenas de Chubut, para un enterratorio ceremonial. Se trató de la primera restitución de restos humanos ordenada por ley, aunque se hizo incompleta, quedando en posesión del museo su cuero cabelludo, orejas y cerebro. 

Recién el 21 de noviembre de 2001 fue sancionada la Ley Nacional N°25.517, y promulgada el 14 de diciembre del mismo año, dando marco legal a la restitución de restos humanos. 

Dicha ley: 

Establécese que, deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen, los restos mortales de aborígenes, que formen parte de museos y/o colecciones públicas o privadas.

ARTICULO 1º Los restos mortales de aborígenes, cualquiera fuera su característica étnica, que formen parte de museos y/o colecciones públicas o privadas, deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen. 

ARTICULO 2º Los restos mencionados en el artículo anterior y que no fueren reclamados por sus comunidades podrán seguir a disposición de las instituciones que los albergan, debiendo ser tratados con el respeto y la consideración que se brinda a todos los cadáveres humanos. 

ARTICULO 3º Para realizarse todo emprendimiento científico que tenga por objeto a las comunidades aborígenes, incluyendo su patrimonio histórico y cultural, deberá contar con el expreso consentimiento de las comunidades interesadas. 

ARTICULO 4º Se invita a las provincias y al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a adherirse a la presente ley.

Otro caso emblemático fue el de “Damiana”, cuyos restos fueron hallados en enero del 2007 en el Museo de La Plata, causando gran conmoción por su historia. La restitución de Damiana al pueblo Aché, junto con el cráneo de un hombre perteneciente a la misma etnia, se realizó parcialmente en junio del 2010, regresando sus restos a la comunidad Aché de Ypetimi, ubicada en el departamento de Caazapá, Paraguay. 

El cráneo de Damiana, sin embargo, fue hallado en el Hospital La Charité de Berlín, Alemania. Había sido enviado en 1907 desde el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Las gestiones realizadas desde el grupo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social) y la Dirección de Derechos Humanos de la Cancillería Argentina, entre otras instituciones, hicieron posible que el 4 de mayo de 2012 se restituyera el cráneo de Damiana que hoy yace junto a su cuerpo en los bosques ancestrales de su etnia. 

Ambos casos, el de Inacayal y el de Damiana, fueron publicados bajo el título “Antropología del Genocidio. Identificación y restitución: “colecciones” de restos humanos en el Museo de La Plata”, por el colectivo GUIA.

En este contexto de extensa lucha se enmarca la restitución del cráneo del cacique Polvareda, la N° 12 que efectúa el Museo de La Plata en este proceso de reparación histórica con los pueblos indígenas.

PH Diario El Litoral - Santa Fe

Fuente: Diario Ahora Reconquista (Santa Fe) -  30 de Octubre de 2.019




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