lunes, 25 de febrero de 2019

Una indígena, una familia de alcurnia y un secreto detrás del nacimiento de José de San Martín



La historia dice que Rosa Guarú, una joven indígena, tuvo un hijo con Diego de Alvear. El niño fue adoptado luego por la familia San Martín


Escrito por Adrian Pignatelli

La historia de la joven indígena llamada Rosa Guarú, su relación con Diego de Alvear y un hijo al que llamó Francisco José. A 241 años del nacimiento del Libertador, las investigaciones de los historiadores sobre el posible origen mestizo del héroe de América.

Se dice que una anciana que vivía pobremente en un ranchito en el caserío correntino de Aguapé, cierto día de 1865 le preguntó a un soldado paraguayo, en plena guerra de la Triple Alianza, si tenía noticias de José de San Martín. El hombre le respondió que había sido un general que había hecho mucho por su país pero que había muerto en el exilio, en 1850.

Dicen que una lágrima corrió por la mejilla de la anciana y dicen que pidió, el día que le llegara la muerte, ser enterrada con una bolsita que siempre llevaba colgada de su cuello. Dicen que ahí guardaba un relicario con la imagen de San Martín o, quizás, una medalla que el propio general le había hecho llegar. Porque decían que esta anciana era, en realidad, la madre del Libertador.

Dicen que así fue la historia.

Diego de Alvear y Ponce de León había nacido en Montilla, España, el 13 de noviembre de 1749. El que iniciaría el linaje de la tradicional familia Alvear, llegó en 1774 al Río de la Plata como segundo alférez de la armada de su país. Bajo las órdenes del virrey Ceballosparticipó de la guerra contra los portugueses en la isla de Santa Catalina y en Colonia del Sacramento, en tiempos en que ambas naciones se disputaban territorios.

En los 30 años que vivió en estas tierras, trabajó en la demarcación de límites en puntos conflictivos disputados por portugueses y españoles. Aprendió a conocer la vasta zona litoraleña, donde relevó la flora y fauna y tuvo trato con las distintas comunidades indígenas.

Navegando el río Uruguay, llegó a la Reducción de Nuestra Señora de los Tres Reyes Magos de Yapeyú ("fruto maduro", en lengua indígena), por entonces una de las poblaciones más florecientes de las misiones jesuíticas.

El historiador García Hamilton describe que "en el centro de la plaza había una efigie de la Virgen María, tallada en piedra por artesanos indígenas. Cuatro cruces de madera velaban cada una de las esquinas y, sobre una de las calles circundantes se alzaban la iglesia y el colegio, que había sido residencia de los sacerdotes. La capilla era grande, con paredes de asperón, columnas salomónicas y techos de tejas. En el interior había coloridos retablos, imágenes de santos y cabezas de ángeles aborígenes con alas doradas".


Cuadro donde se la vea a Rosa Guarú y al pequeño Francisco José. Es un óleo mural de Rubén Vispo, que está en el Museo Sanmartiniano de Corrientes
La vivienda más importante la ocupaba el teniente de gobernador Juan de San Martín. En la época de los Jesuitas, se usaba como casa de huéspedes para los viajeros que cubrían el largo trayecto entre Buenos Aires y Asunción del Paraguay.


San Martín estaba casado con Gregoria Matorras, a quien había conocido en España y terminaría casándose por poder el 10 de octubre de 1770. Cuando se instalaron en Yapeyú ya eran padres de María Elena, Manuel Tadeo y Juan Fermín. En esa casa se alojaría Diego de Alvear, en una de las recorridas por el lugar.

Y dicen que Don Diego tuvo relaciones con una joven muchacha indígena que estaba al servicio de los San Martín. Lo que era tomado como una conducta impropia de un caballero al relacionarse con alguien que no estaba a su mismo nivel social, lo justificaban argumentando que las mujeres guaraníes eran "la tentación para los hombres", ya que solo vestían una prenda de algodón y no usaban ropa interior. Si hasta descalzas iban.

Esa muchacha se llamaba Rosa Guarú y -cuenta la historia- quedó embarazada. Fue mamá feliz y dedicada de un niño, al que amamantó, crió y educó, y al que llevaba a jugar a un impresionante higuerón que estaba en la plaza del pueblo.

En 1781, Diego de Alvear se casó con la porteña María Josefa Balbastro, con quien tuvo ocho hijos. Acordó con Juan de San Martín entonces que a Rosa Guarú le pasaría los fondos necesarios para la manutención del pequeño; le pidió que lo inscribiera como propio y que recibiera educación militar.

El niño había nacido el 25 de febrero de 1778 y fue bautizado como "Francisco José". Costumbres familiares hicieron que, con el tiempo, el José quedase adelante del Francisco.

Adiós, Francisco

Por esa misma época, Juan de San Martín fue destituido de su cargo por un conflicto que había tenido con los aborígenes del lugar y debió trasladarse con su familia a Buenos Aires para incorporarse al batallón de Voluntarios Españoles.

El matrimonio se llevó al niño Francisco José, y le prometieron a Rosa Guarú que -una vez establecidos- la mandarían a buscar. Pero no lo hicieron. Posiblemente esa promesa nunca estuvo entre sus verdaderos planes.



Diego de Alvear el presunto padre biologico de José de San Martín

Dos años más tarde, Juan de San Martín recibió la orden de regresar a España y hacia allá fue con toda su familia. Era 1784, y Diego de Alvear continuó enviando dinero para la educación del chico, quien desarrolló una brillante carrera militar.


En 1804 Diego de Alvear y toda su familia, su esposa, ocho hijos, un sobrino, un dependiente y cinco esclavos viajaron a España en una flota de cuatro buques españoles. El 5 de octubre debió enfrentar a un grupo de barcos ingleses. El primer disparo británico dio en la Mercedes, buque donde viajaba la familia. Diego de Alvear, quien con su joven hijo Carlos viajaba en la fragata Medea, vió impotente cómo la nave volaba por los aires. Ninguno de su familia estuvo entre los sobrevivientes. Mientras estuvo cautivo en Gran Bretaña conoció a la irlandesa Luisa Ward, con quien se casó en España en 1807. Con ella tuvo otros siete hijos.

El cholo de Misiones

Ya desde el tiempo en que José de San Martín regresó a Buenos Aires a comienzos de 1812, con el plan libertador en su cabeza, historiadores como Hugo Chumbita (El secreto de Yapeyú. El origen mestizo de San Martín) sostienen que era un secreto a voces su verdadero origen.

El futuro Libertador había sido introducido en la sociedad porteña por Carlos María de Alvear, hijo de Diego, su medio hermano. San Martín era alto, de tez oscura, algo indiado y tenía un marcado acento español y no encajaba con la fisonomía de sus padres. Juan de San Martín era de baja estatura, rubio y de ojos azules y Gregoria Matorras, de cutis blanco.

En Buenos Aires no fue aceptado de inmediato y Carlos de Alvear fue el encargado de que le abriesen las puertas.

Su futura suegra, Tomasa de la Quintana, quien nunca lo quiso, lo llamaba despreciativamente "soldado plebeyo". También tuvo otros motes en la chata aldea de Buenos Aires, como "el cholo de Misiones" o el "mulato San Martín".

En la familia Alvear, siempre estuvieron convencidos de que José Francisco es hijo de Diego. En unas interesantes memorias de Joaquina de Alvear, hija del general Carlos María y nieta de Diego -rescatadas del olvido en el libro El manuscrito de Joaquina. San Martín y el secreto de la familia Alvear– la mujer se presentaba: "Yo, Joaquina de Alvear Quintanilla y Arrieta, declaro ser nieta del capitán de fragata general español señor don Diego de Alvear Ponce de León, que era gobernador de la isla de León… Soy hija segunda del general Carlos María de Alvear, que arrojó al usurpador brasileño del territorio oriental… Soy sobrina canal, por ser hijo natural de mi abuelo el señor don Diego de Alvear Ponce de León, habido en una indígena correntina, el general José de San Martín… que más tarde selló la libertad hispanoamericana de todo un continente en Chacabuco y Maipú".

¿Febrero o marzo?

De todas maneras en esa época "de eso" no se podía hablar. Como tampoco poner en duda la fecha de su nacimiento. Oficialmente fue el 25 de febrero de 1778, pero el original de su fe de bautismo se perdió en las llamas cuando los brasileños destruyeron Yapeyú en 1817. Y colaboró en la confusión Bartolomé Mitre, el segundo biógrafo del general (el primero fue el historiador, publicista y político chileno Benjamín Vicuña Mackenna) cuando en su libro sobre la vida del prócer, en el capítulo 17 sobre Cancha Rayada, escribe que "en la mañana del 16 de marzo, aniversario del natalicio de San Martín, el Ejército Unido vadeó sin obstáculo el Lontué y acampó en Quechereguas…" (Historia de San Martín y la Emancipación Americana – Peuser, 1946 – Página 457)

Yapeyú hoy

"El origen filiatorio de San Martín no cambia el sentido de su obra", comentaron en la municipalidad de Yapeyú cuando Infobae consultó sobre la historia de Rosa Guarú. Y sostienen que el origen de la versión de que San Martín es hijo natural nació de una Alvear despechada que habría sido rechazada sentimentalmente por el Libertador y que ella, en venganza, había echado a rodar esa historia inventada.

En su ciudad natal, todos los años se celebra su nacimiento, orgullosos de ser la cuna del Padre de la Patria. Los actos comienzan el día anterior y el día 25 hay fuegos artificiales y se canta el himno. Participa el Regimiento de Granaderos a Caballo con el único destacamento fijo que la histórica unidad posee fuera de la ciudad de Buenos Aires.


José de San Martin

Existen tres museos: el templete que protege los restos de la casa natal de San Martín, el Jesuítico y el Sanmartiniano, ubicado dentro del destacamento de Granaderos.

Para continuar alimentando el misterio, la justicia le rechazó a la familia Alvear el pedido de un estudio de ADN a los restos de San Martín, argumentando que ellos no están legitimados para hacer el reclamo de parentesco. Lamentablemente, no existe jurisprudencia al respecto. La familia posee muestras de sangre de Emilio de Alvear, ya fallecido, descendiente directo.

¿Qué pasó con Rosa Guarú?

Cuando en 1817 los portugueses arrasaron Yapeyú ella, como tantos otros, se radicaron en tierras brasileñas. Volvería a Yapeyú por 1840 pero se establecería en un rancho en Aguapé, un pueblo que ya no existe. Si bien no se casó, tuvo otros hijos. Hasta cuentan que en un momento determinado se cambió el apellido, por Cristaldo. Las escasas referencias sobre su vida llegaron, por tradición oral de hijos a nietos.

Aseguran que murió a los 110 años, entre 1872 y 1875 y que fue enterrada en un viejo cementerio del lugar. Como el pueblo desapareció, el camposanto quedó en tierras que pertenecen a un particular.

Dicen que sufrió mucho cuando se llevaron al niño. El higuerón en el que jugaba el pequeño Francisco José dijo basta en 1986 luego de una tormenta. En el mismo lugar plantaron un retoño, al que veneran como una verdadera reliquia.

La tumba de la desdichada Rosa Guarú aún no fue posible localizarla, aunque sus restos serían identificables por el relicario de ese hijo al que le arrancaron de muy chico y al que ni 110 años de vida habían podido hacerla olvidar.

Fuente: Infobae - 25 de Febrero de 2019

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