domingo, 5 de noviembre de 2017

12 de Octubre: “¿Encuentro de dos mundos?”



Escrito > Marcelo Valko

Como si estuviéramos en un atrasado túnel del tiempo, Billiken acaba de publicar en la tapa “12 de octubre Encuentro de dos mundos” mostrando a Colon y un indio intercambiando banderines (como si estuvieran por disputar un muy inocente partido de futbol). Todos sabemos lo que ocurrió, y también sabemos que no hubo tal encuentro amistoso.

Ciertamente conmemorar un día entre los 365 que tiene un año, no sirve de mucho, apenas cumplir con el mandato del calendario. Pero si la fecha en cuestión es el 12 de octubre, el asunto adquiere otro matiz. Hasta no hace mucho, cuando estudiábamos en la escuela, festejábamos el Día de la Raza que consistía en celebrar la “providencial” llegada de Colón para “descubrir” estas tierras alejadas de la mano de Dios que confundieron con “La India”. Como vemos, en este descubrimiento, hubo más MIENTOS que descubris.

Tal celebración se origina el 4 de octubre de 1917, durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen. Tras gestiones de la Asociación Patriótica Española que contaron con la adhesión de las demás sociedades hispanas del país, el Poder Ejecutivo decretó Fiesta Nacional al 12 de octubre denominándolo “Día de la Raza”. Dado que sus considerandos son significativos, vale la pena consignarlos: 

“1) Que el descubrimiento de América es el acontecimiento de más trascendencia que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores se derivan de este asombroso suceso que, al par que amplió los lindes de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu;

2) Que se debió al genio hispano –al identificarse con la visión sublime del genio de Colón- efeméride tan portentosa cuya obra no quedó circunscripta al prodigio del descubrimiento, sino que la consolidó con la conquista, empresa ésta tan ardua y ciclópea que no tiene términos posibles de comparación en los anales de todos los pueblos;

3) Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales; y con la aleación de todos estos factores obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos de afirmar y de mantener con jubilosos reconocimiento” (Memoria del Ministerio del Interior, 1917-1918, Tomo II, 225/226).


Si se observa con detenimiento, los tres artículos hablan de la ausentificación de una presencia. En el decreto desfilan sabios, guerreros y sacerdotes españoles. Se habla de la ciclópea proeza, la mayor de la humanidad realizada por el genio hispano descubridor y conquistador. De acuerdo a sus consideraciones, da la impresión que la “portentosa obra descubridora” desembarcó en un continente vacío, deshabitado, en un territorio de invisibles. El indio no figura ni en un pequeño renglón, ni siquiera para denostarlo. El 12 de octubre es el día de los Nosotros sin los Otros. Significativamente en los calendarios se lo llama “Día de la Raza” en singular, no de las razas en plural. En realidad, la celebración del Día de la Raza parece referirse únicamente a la celebración de la raza blanca, la raza superior que realizó la portentosa obra descubridora. En diversas ocasiones se llamó la atención sobre este decreto de Yrigoyen procurando su derogación. Finalmente un siglo después, el 12 de octubre se reemplazó el Día de la Raza por la denominación Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Sin embargo, al transformarlo en un feriado trasladable todavía seguimos en un plano más cercano al maquillaje semántico que a una verdadera conmemoración de lo ocurrido a partir la invasión Europea. Pongamos un solo ejemplo. En Japón, a nadie se le ocurriría convertir al 6 de agosto, fecha en que EEUU lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, en un feriado largo.
Son muy poderosos los intereses para imponerle a la sociedad toda, una pedagogía del olvido y la mentira, haciendo un culto a la desmemoria. En realidad la desmemoria busca borrar culpas, busca mirar para otro lado, procura la inocencia imposible, aspira a que todo siga como está. Pero como ya lo dijo Borges: “solo una cosa no hay y es el olvido”. Y como agregamos nosotros, no existe el olvido porque existen huellas, evidencias, testigos, realidades y documentos que denuncian con toda claridad lo ocurrido. Y todo esta concatenado, y toda está en relación. Justamente los defensores de la cruel invasión europea, son los mismos que defienden el genocidio perpetrado por el esclavista y anti-obrero Julio Argentino Roca, son los mismos que durante el Proceso de Videla coreaban aquella absurda letanía “por algo será” que repetían como si se tratara de un axioma filosófico capaz de explicar lo imposible de explicar o justificar, como fue la desaparición de decenas de miles de ciudadanos y hasta el secuestro de 500 bebes, de los cuales, felizmente, ya casi un centenar ha sido recuperado. 

De un tiempo a esta parte, desde distintos ámbitos educativos, centros culturales, concejos deliberantes, secretarías de culturas municipales, sindicatos y del Congreso e la Nación, comienza a cuestionarse incluso cual es la fecha que debería conmemorarse. Cada vez es mayor el consenso que no acepta celebrar con júbilo esa invasión. Por ejemplo, en múltiples actos, se conmemora el 11 de octubre como “ultimo día de la libertad americana” y para algunos está bien que así se haga. Aunque advertimos que dentro del arco de los que se denominan progresistas existe una suerte de convicción cuasi-patológica por la derrota, de ser siempre perdedores. Siempre ubicarse en lo último, en el fracaso, a la cola del carro vencedor. 

Tal vez por eso, en nuestro caso, preferimos celebrar LO PRIMERO en lugar de LO ULTIMO. Preferimos conmemorar el 12 de octubre como el PRIMER DIA DE RESISTENCIA ante ese ultraje, ante esa ocupación criminal que fue la Conquista, que esta tan pero tan lejos de haber sido un edulcorado “encuentro de culturas” en lugar de derramar lágrimas sobre el último día de la libertad. 

Actos como los que estos días se están realizando en todo el país desmistificando “la gesta de Colón”, sirven, no para terminar, pero si para resquebrajar a la pedagogía de la amnesia y la desmemoria de lo que fue el mayor genocidio de la historia mundial. Estos actos que se multiplican indican un cambio, algo está cambiando, hay deseos de terminar con un país y una historiografía que festeja los genocidios y encumbra a los genocidas. 

Los Hernán Cortes, los Francisco Pizarro, los Julio Argentino Roca, los Jorge Videla deben quedar atrás de una buena vez. Deben quedar atrás aquellos racistas que no pueden aceptar la condición humana del indígena, aquellos que necesitan que los pueblos originarios mantengan su lugar de siervo de la gleba, de combustible biológico, de bárbaro sin raciocinio ni cultura, de sirvientes, en definitiva: de esclavos ante la sombra del amo.

Justamente para terminar con ese racismo, para acabar con esa discriminación, nos complace sobremanera esta multiplicación de contrafestejos, y las luchas que se derivan de ellos como las que se están protagonizando en tantos lugares del país para sustituir el malsano nombre de Conquista del Desierto y al cruel general Julio Roca, que si logró treparse al bronce de calles y monumentos, se debió al reparto de los millones de hectáreas que en su momento entregó a los apellidos más conspicuos de este país, que como muestra de gratitud lo insertaron para siempre en las láminas escolares de las revistas escolares.

Afortunadamente eso esta cambiando, un nuevo tiempo de justicia y fraternidad que recupera el espíritu de Mayo, está llegando. Es lento, pero viene, ya está llegando…



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