domingo, 28 de mayo de 2017

Cosmovisión y resistencia del pueblo originario kichwa

Los indígenas de Sarayaku (Ecuador) armonizan su cosmovisión con la protección de su territorio libre de explotación petrolera, asegurando la soberanía alimentaria y supervivencia de su gente y cultura en la amazonía ecuatoriana. 
A las orillas del río Bobonaza, en la Amazonía ecuatoriana, el pueblo originario kichwa de Sarayaku celebra la Uyantza Raymi 2017, fiesta tradicional de la cacería.

A altas horas de noche, Marina Santi acaba de lijar y barnizar sus ‘mukawas’ (vasijas de cerámica utilizadas para tomar bebidas tradicionales) para la fiesta. Sarayaku Warmikuna (mujeres de Sarayaku) trabajan arduamente mientras sus hombres se `entregan` a la selva para cazar durante semanas. Mientras, ellas hacen ‘mukawas’ y chicha (bebida tradicional hecha de yuca). Es así como esperan el retorno de los hombres y se preparan para la celebración.

Una noche antes del inicio de la fiesta, que se marca por el retorno de los cazadores, las mujeres se reúnen a pintar sus rostros y las ‘mukawas’ que han realizado.


Abigail pinta el rostro de su madre, Marina. Para realizar esta pintura las mujeres usan ‘wituk’, que es un fruto que crece en sus arboles. Los diseños que ellas plasman en sus rostros son un legado histórico de sus expresiones y prácticas culturales.



Comienza la Uyantza. Después de semanas de preparación, la fiesta arranca con la llegada de los cazadores. Todos se reúnen en la casa de los anfitriones para contar toda la carne. Estas acciones son marcadas por el ritmo de los tambores y de la flauta.



Las mujeres se reúnen en el centro de las casas de los anfitriones para contar las presas de carne que han sido cazadas y para prepararlas, ya que serán la fuente de comida para los días de fiesta.



Todas las presas de carne se amontonan en el centro de las casas para después ser repartidas entre las familias presentes. Tanto los preparativos, la caza y la celebración se hacen de manera colectiva. En el pueblo de Sarayaku la alimentación y todos los trabajos sociales se realizan en grupo, mediante mingas (trabajos colectivo-comunitarios).


Los esqueletos de los animales que no se pueden comer son colgados en las columnas que sostienen las casas. Se utilizan sobretodo los de mono, que adornarán la jornada de fiesta.



El colgar los esqueletos en las columnas y techos de las casas es un símbolo de que la jornada de caza ha sido buena. De esta manera tanto hombres y mujeres saben que podrán gozar de alimentos sanos que han extraído de su territorio, garantizando de esta manera su soberanía alimentaria.




Piezas de cerámica fabricadas por las mujeres utilizadas para servir la chicha que se beberá los próximos cuatro días de celebración.


La celebración de la fiesta de la cacería esta acompañada de danzas y música constante. Al son de los tambores y la flauta las mujeres y hombres zapatean día y noche. Una celebración por la comida, la vida, la cultura y la autonomía.




Tras la visita y homenaje a los anfitriones, todos los habitantes decoran la plaza central de la comunidad con sus ramos y flores, para finalmente dar paso a una danza que hace temblar la tierra.



Las danzas que se llevan a cabo en la plaza se hacen en pareja. Las mujeres sacan a bailar a los hombres que marchan dentro de un círculo gigante. Al encontrar una pareja, ellas bailan alrededor de ellos, mientras tocan el tambor y marcan el ritmo.




Las calles de tambores marcan el paso de los cazadores y de las mujeres mientras entregan los ramos y flores a los anfitriones.




Una de las tradiciones de la Uyantza Raymi es que los hombres deben portar las pieles de los animales que han cazado. Esto se ve como un símbolo de su masculinidad. En la imagen se puede ver cómo se realizan sombreros de los animales cazados.





Al cuarto día de fiesta se realizan bodas, varias parejas de la comunidad se casan. Una novia se prepara para la ceremonia que se celebra ante la presencia de toda la comunidad.


Al final de la celebración de las bodas y la misa, que reúne a toda la comunidad, se hace una pequeña procesión alrededor de la plaza central. Los anfitriones cargan a la virgen que proteja a la comunidad, mientras las mujeres bailan en homenaje a su santa.



La Uyantza Raymi culmina al ritmo de los tambores y la flauta en un grito por la selva viviente, de un territorio libre de explotación petrolera. Un grito por la supervivencia de un pueblo originario.

Fuente 
El Pais (Espana)

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