Los Cherokee (Ani
Yonwiyah) o bien “El pueblo jefe” es tan antiguo como las piedras.
“He conocido a
algunos – rubios y con ojos azules – durante la ‘Danza del Sol’ de 1998, en la
Reserva de los Lakota Sicangu de Rosebud, en Dakota del Sur. Eran el padre con
sus dos hijos”.
“Parecéis ingleses,
escoceses, no se… – les dije – pero no Cherokee”.
Los tres se
sonrieron: “Venimos de la Atlántida y antes de ella de las Pléyades”.
“Cuéntame” dije.
El joven me explicó:
“Nuestro idioma, su raíz original, hoy lo habla una exigua minoría de
octogenarios, se llama Elati. Yo no sé hablarlo, algunos aún lo recuerdan, pero
los podemos contar con los dedos de la mano.
Se trata de sonidos
ascendentes y descendentes que se pronuncian casi sin mover la boca. Lo que
fluye de eso posee una belleza y una musicalidad absolutamente especiales,
considerando que se trata de un idioma gutural.
Más que de palabras
hay que hablar de sonidos de poder que encierran una fuerte energía espiritual.
De hecho para los Cherokee hablar significa ‘ser’ más que ‘comunicar’.
Este idioma Elati se
conoce también como ‘el lenguaje de los Antepasados’, o ‘el lenguaje de las
Estrellas’, una forma de expresarse que los viejos ‘hombres sagrados’ de
nuestra raza consideraban que venía de allá arriba, ‘de lo alto’.
Efectivamente la
tradición oral de la tribu afirma que los Cherokee llegaron a la Tierra
hace 250.000 años desde las Pléyades, que en nuestro idioma antiguo quiere
decir precisamente ‘Antepasados’.
Al respecto querría
precisar que el hombre no desciende de los monos para nada, sino del ‘Pueblo de
las Estrellas’. En la cosmología Cherokee a la Tierra se la llama el ‘Planeta
de los Niños’, o bien el ‘Planeta de los Hijos de las Estrellas’.
El saber de nuestra
antigua ‘Sociedad de Cabellos Trenzados’ comenzó en la época en la que existían
doce planetas habitados por seres humanos, cuyos progenitores se reunían en un
planeta llamado ‘Osiriaconwiya’, es decir, el cuarto planeta de la constelación
del Perro Mayor, es decir Sirio. En dicho planeta los grandes sabios se
encontraron un día para discutir sobre el destino del Ava Tierra, nuestra
Tierra, llamada en idioma Cherokee ‘Eheytoma’, el ‘planeta de los hijos’, o
bien, el treceavo planeta.
Como nuestro mundo
era el menos evolucionado con respecto a los demás los sabios establecieron que
había que introducir todo su conocimiento en doce calaveras de cristal, a
las que llamaron ‘Arca de Osiriaconwiya’ y las trajeron a nuestra Tierra para
que un día pudiéramos consultarlas y saber todo sobre nuestros verdaderos
orígenes.
Nuestros antepasados
hicieron algo más: ayudaron a sus ‘hijos’ a fundar cuatro civilizaciones:
Lemuria, Mu, Mieyhun y Atlántida, utilizando el conocimiento de las calaveras
para dar comienzo a las grandes escuelas del misterio, verdaderos centros de
sabiduría arcana y a las sociedades secretas de ‘medicina’.
Esta información
llegó aproximadamente hace 750.000 años y comenzó a difundirse en nuestro
planeta hace aproximadamente 250.000, o 300.00 años. Las doce calaveras
correspondientes a los doce planetas se disponían en círculo alrededor de una
treceava calavera de amatista de mayores dimensiones, que contenía la
conciencia colectiva de todos esos mundos.
Quienes estaban
encargados de realizar el viaje hasta la Tierra para entregarnos las calaveras
de cristal eran los llamados ‘Olmechi’. Ellos transmitieron ese conocimiento a
los Mayas, por consiguiente a los Aztecas y finalmente a los Cherokee y a todos
los demás indios de Norteamérica.
Al parecer el Arca
se encontraría aún en Teotihuacán, lugar al que llegó Hernán Cortés con sus
asesinos e interrumpieron el desarrollo de su conocimiento” – concluyó el
Cherokee.
Todo esto no
parecería ser algo infundado: de hecho se sabe que Cortés se enteró de algo muy
misterioso y que llegó casi a apoderarse del Arca, gracias a la ayuda de un
traidor, pero que los ‘sacerdotes jaguar’ y los ‘guerreros águila’ lograron
ponerla a salvo. Algunas de las calaveras de cristal fueron escondidas en
Sudamérica, otras fueron esparcidas por el mundo.
La Tierra estaría
esperando que finalmente el conocimiento sea revelado al género humano a través
de la reunión de las trece calaveras de cristal.
Según los Lakota
Sioux la Primera Pipa Sagrada la trajo en tiempos lejanos Ptesan Win, “Mujer
Bisonte Blanco”, una mujer que venía del cielo, probablemente de las Pléyades.
Tayamni es el nombre
que los Lakota le dan a la constelación que equivale a un bisonte blanco en el
cielo. De hecho Tayamni está formada por las Pléyades en la parte de la cabeza,
tres estrellas del cinturón de Orión como espina dorsal, las estrellas
Betelgeuse y Rigel como las costillas y Sirio como la cola. Uniendo todos
estos puntos en el cielo se forma la imagen de un bisonte blanco…
Fuente: Blog
Compartiendo Luz con Sol - 31 de Mayo de 2016
Pitágoras decía: "El hombre viene de las estrellas, por eso siempre querrá regresar a ellas"
ResponderEliminarBellísimo informe gracias
ResponderEliminarCuanta sabiduria!! y que poco en cuenta la tomamos. gracias por haber mantenido ese legado.
ResponderEliminarExcelente Material! Muchas gracias por abrir conciencias!!!!
ResponderEliminarEstoy convencido de nuestro origen pleyadiano.
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