miércoles, 24 de agosto de 2016

La Historia antes, de hoy, de siempre: Pueblos originarios, reflexiones para la memoria colectiva


Cada tanto no está de más revisitar temas relativos a nuestra historia, a los hermanos indígenas y sus derechos, más aún cuando ciertas perspectivas insisten con una distorsión peligrosa de los hechos.

En los últimos días, algunos debates en distintos medios y básicamente una editorial aparecida el pasado domingo en uno de los más importantes diarios de Buenos Aires, nos llevan a hacer algunas reflexiones sobre ciertos puntos de nuestra historia, como para seguir contribuyendo a una más cercana visión de ella en la cual -y más allá de las innegables diferencias que seguirán existiendo- los argentinos podamos reconocernos.

La causa indígena, por encima de los proyectos políticos partidarios
El adjudicar ciertas visiones o interpretaciones de la historia a la exclusiva perspectiva ”populista” como han hecho últimamente ciertos análisis nos parece un gran error y una mirada más que superficial . Por otro lado muchos de los que desde hace décadas trabajamos con los pueblos indígenas y la inmensa mayoría de ellos, sabemos que la cooptación de los originarios por los proyectos políticos partidarios de turno es uno de los peores venenos para sus justas causas. Así que si no se mezcla y se confunde lo político partidario con el análisis de ciertas cuestiones, mucho mejor.

El genocidio
Se niega el genocidio de los pueblos indígenas y se niega que el general Roca lo haya llevado a cabo. Entendiendo por genocidio a “cualquiera de los actos implementados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”, debemos decir que infinidad de alocuciones, escritos, declaraciones y finalmente los propios hechos consumados, confirman esa voluntad que el Estado argentino tuvo hacia los pueblos indígenas de Pampa. Patagonia y Chaco, con un claro punto de partida en 1820 con el gobernador Martin Rodríguez.

A partir de ahí y más allá de interregnos de negociaciones y status quo, el Estado argentino llevó a cabo campañas militares en una escalada que se extendió durante casi sesenta años y que fue diezmando a las comunidades hasta que el general Roca, violando los tratados suscriptos con los principales caciques y desconociendo la voluntad de estos por la coexistencia con la nueva sociedad, decide –con la anuencia del Congreso- la toma por la fuerza de los territorios indígenas. Esa campaña de Roca (1879-1885) que ni los presidentes Mitre y Sarmiento se habían decidido a realizar, marca irreversiblemente al Sr Roca como el que encarnó y consumó un genocidio que aún hoy está vivo en la memoria de los descendientes.

Todas las justificaciones políticas, económicas, militares, religiosas y demás que esgrimen los partidarios de la autodenominada “conquista del desierto” y los eufemismos utilizados como “conflictos de culturas” son encubrimientos que intentan ocultar lo inocultable: el despojo de los territorios a los pueblos originarios y la destrucción de sus formas de vida.

Los pueblos originarios son originarios
“Ningún pueblo es realmente originario de ningún lugar”, se argumenta livianamente y como justificativo de que todos tenemos los mismos derechos. Sin entrar en disquisiciones acerca del relativismo cultural o temas conexos, recordamos un solo dato: nuestra Constitución Nacional, en su artículo 75 inciso 17, “reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”, confirmando la presencia anterior de estos pueblos a la conformación de la Nación argentina, presencia que dicho sea de paso registra por lo que hoy sabemos una antigüedad no menor a doce mil años.

Las mapuches son pueblos originarios
En los últimos tiempos estas posturas insisten en demostrar de muchas maneras que el pueblo mapuche no es originario del actual territorio argentino y si de Chile. A esta altura de los acontecimientos esta cuestión no resiste el menor análisis. Los actuales límites políticos de los Estados nacionales y aún los supuestos limites naturales como la Cordillera de los Andes, no los fueron –ni los son- para los pueblos indígenas que vivían y viven en otra territorialidad, en vastos espacios de intercambio y encuentro. También podemos agregar que la presencia del pueblo mapuche en lo que hoy es el territorio argentino está demostrada desde mucho tiempo antes del siglo XVI. Por lo tanto su condición de pueblo originario para nosotros esta fuera de discusión.


La población indígena a la llegada de los conquistadores
Se menciona al momento de la llegada de Pedro de Mendoza a los ranqueles. En realidad ellos eran una etnia todavía no conformada en el interior de las pampas y si en cambio había querandíes, guaraníes, chaná tambúes y charrúas en lo que es hoy el territorio de Buenos Aires y sus alrededores. Las consideraciones que se hacen sobre la supuesta “muy escasa población indígena” parece más un justificativo de la conquista que un hecho de la realidad, tal como ocurrió posteriormente con la falsa idea del “desierto”. No solo había mucha gente indígena, sino muy diversa, es más, las propias palabras del conquistador Garay años después certificaron la presencia de los intercambios comerciales de los propios querandíes con las gentes que llegaban desde más allá de las grandes montañas, de los Andes.

Los valores de los pueblos indígenas
Las posturas negadoras de todas estas realidades de nuestra historia y de la historia de los pueblos indígenas, exaltan a Occidente, a la modernización, al progreso, a la civilización y a sus valores esenciales como el respeto por la dignidad individual. Pues bien, en aras de todos estos postulados y sin respeto alguno por los otros y por la diversidad, Occidente también conquistó, sometió y exterminó.

Sin embargo, desde hace un tiempo, afortunadamente, y desde muchos sectores occidentales que no son precisamente los que mantienen estas posiciones retrógradas a que nos estamos refiriendo, se está dando un proceso de recuperación de los valores indígenas, que hoy ya son un mensaje para todo el mundo: el cuidado de la Madre Tierra, el respeto por los mayores y los niños, la espiritualidad, la conexión con el Universo, el sentido comunitario de la vida.

Siempre pensamos que hubiera sido de la Argentina si todos los pueblos indígenas que fueron aniquilados por la conquista hispánica primero y por el Estado argentino después, estuvieran hoy con nosotros. Sería maravilloso contar con la presencia de estos pueblos extraordinarios, con grandes cosmovisiones y realizaciones admirables en todos los órdenes.

Pero están presentes sus espíritus y están presentes sus otros hermanos, que siguen firmes y de pie, y que han tomado sus legados, ayudando hoy –más allá de los negadores, discriminadores y racistas de siempre- a construir sociedades pluriculturales en donde el respeto por las diferencias sea la regla.

Por nuestra parte seguiremos plantando las semillas que contribuyan a esos propósitos, a la defensa de los legítimos derechos de los pueblos indígenas y al respeto por su historia, que no es otra cosa que el respeto por nosotros mismos.

Por: El Orejiverde - 24 de Agosto de 2.016

1 comentario:

  1. Coincido plenamente. Por eso debemos trabajar en la construcción y re-construcción de los lazos comunitarios, políticos y culturales, de y con los pueblos originarios. Y también con el resto de la sociedad argentina y chilena donde han logrado instalar, a través de los múltiples genocidios, la idea de ajenidad filiatoria con nuestros pueblos originarios. Nuestra no pertenencia a ellos, privándonos de sus legados y proyectos.
    No seamos roquistas ni genocidas y volvamos a reconocernos indios.

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