sábado, 16 de mayo de 2015

Pueblos Originarios, una naturaleza sin dueño



Antes de que se conociera el término "sustentable", los indígenas convivían con su entorno sin destruirlo y hoy luchan para seguir viviendo de esa forma. Para eso se organizan fronteras adentro y afuera y denuncian atropellos de los gobiernos y las multinacionales.
 
Los pueblos originarios conciben a la naturaleza con parte de su ser y esencia y se niegan a adoptar la lógica de la explotación y el usufructo económico. Antes de que se conociera el término "sustentable", los indígenas convivían con su entorno sin destruirlo y hoy luchan para seguir viviendo de esa forma.

El ambiente según dos visiones contrapuestas
Los pueblos indígenas (cualesquiera que sean) tienen una cosmovisión en la que el hombre es un ser más entre otros de la naturaleza y, en cambio, la cultura occidental es eminentemente antropocéntrica, concibe al hombre como centro de la naturaleza y su tarea es dominar todas las cosas.

En un congreso sobre la tierra, realizado en el año 2.014, los participantes definieron de este modo su relación con el entorno natural: "Los pueblos originarios somos hijos de la tierra, que para nosotros es sagrada, por eso afirmamos que no somos dueños de la tierra sino parte de ella, que no la queremos para explotarla sino para convivir con ella, para trabajar cuidando la naturaleza con un desarrollo equilibrado para el bienestar común de la humanidad".

Ese modo de concebir al suelo como un espacio religioso, un lugar de esperanza e identidad, la base y el sustrato de su cultura. Sin la garantía de tierra no hay condición alguna de su sobrevivencia como pueblos y como etnias portadores de culturas originales.

El aborigen sin tierra no es aborigen. Para ellos la tierra no es una simple mercancía o un bien de producción y lucro. Es como su espacio cultural, el lugar de sus mitos y su historia. Es el hábitat de vida penetrada de tradiciones y valores. Es el lugar donde reposan sus antepasados. Es la madre-tierra con quien conviven y mantienen una relación mística y religiosa, dice el documento.
  
Fotografía: Colectivo Guías
Viviana Figueroa, integrante del pueblo kolla, especialista en Derechos Humanos y Derecho de los Pueblos Indígenas de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos explicó a esta agencia: "Los pueblos indígenas poseemos una cosmovisión diferente del resto de la sociedad respecto del medio natural, nos consideramos parte del medio, no estamos para dominarlo. Entre los kollas somos parte de la Pachamama, de la apacheta. Por eso es que nuestros mitos tienen que ver con el respeto a la naturaleza".

Figueroa, diplomada en Derechos Humanos y Derecho a la Educación de la Universidad de Verano (Ginebra) contó que en su etnia, el coquena (ser mítico) cuida los animales, como la vicuña y el guanaco y nadie puede matarlo porque se le ocurra. "Si así sucede, esa persona romperá el equilibrio, faltará el respeto a la naturaleza y como consecuencia padecerá enfermedades incurables que lo pueden llevar incluso a la muerte. Esa es la visión que se transmite de generación en generación y nadie la pone en duda", dijo.

"Todos los pueblos indígenas de Latinoamérica tienen esa concepción, que se torna más visible en aquellos que son cazadores recolectores. Esos pueblos ven afectada su situación cuando se producen las grandes deforestaciones por el avance de la agricultura y ahí surgen los graves problemas alimentarios", manifesto.

Escrito: Juan Ignacio Manchiola (Ecoportal)

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