miércoles, 2 de julio de 2014

Granadero Guaraní Miguel Chepoyá, “El clarín de la gloria”


Perteneciente al cacicazgo de Marayuguá, nació en el pueblo de Santa María la Mayor, que se halla ubicado entre las localidades de San Javier y Concepción de la Sierra, dentro del actual territorio de la Provincia argentina de Misiones. A los 18 años integró como granadero el Segundo Escuadrón de la Segunda Compañía actuando como trompa de órdenes; participó en las Campaña del Norte (Salta y Tucumán), integró luego el Ejército de los Andes, con el que cruzó la cordillera, se batió en Chacabuco y Maipú siendo miembro destacado del glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo, juntamente con los otros 260 naturales, paisanos de San Martín como éste los llamara, que se incorporaron a principios de 1813. Luego de la Campaña de Chile se embarcaron hacia el Perú siempre acompañando al General San Martín desde su escuadrón predilecto. Habiendo servido al Protector del Perú, sirve luego a las órdenes de Bolívar y Sucre, dando cima a su agitado correr por los campos de batalla de América, en el último encuentro con las tropas realistas: Ayacucho, era el 9 de diciembre de 1824.
Recordemos que para entonces, San Martín ya no se encontraba en el escenario peruano porque había partido desde el puerto de El Callao, el 21 de septiembre de 1822 a bordo del bergantín ‘Belgrano” rumbo a Valparaíso. (1)

De las tropas solicitadas por San Martín “naturales de buena talla y robustez, de entre 25 y 35 años de edad” (2), contingente que fuera llevado a Buenos Aires por el Capitán Antonio Morales y que actuaran según las circunstancias bajo las órdenes de San Martín, Belgrano, Rondeau, Bolívar y Sucre, se destacaron por su disciplina, valentía, compañerismo y sanos ideales.
Regresa a las órdenes del Coronel José Félix Bogado el 13 de febrero de 1826 y a su llegada a Buenos Aires desfila con los restos del histórico Regimiento por las calles de la capital argentina. Eran un puñado de hombres adiestrados en un todo por el Gran Capitán y que hasta el último encuentro demostraron cuánto vale la disciplina férrea, el tesón y la valentía puestos al servicio de un noble ideal. Dice al respecto el historiador Antonio Monzón: “Era de los últimos, de los que recibieron el agasajo de Buenos Aires cuando allá en 1826, liberada América, desfilaron por sus calles como queriendo dar el último adiós a las armas, al vistoso uniforme, a las medallas ganadas con honor”. Y continúa diciendo: “Desde entonces se nos pierden las huellas de Chepoyá. Creemos que siguió alertando con su trompeta el inminente entrevero en otros campos de batalla, posiblemente en la guerra con el Brasil; había vivido demasiado el ambiente bélico como para regresar a su arrasada Provincia, en la cual posiblemente no hallaría ya a sus familiares”. (3)

Las armas, pertrechos, uniformes y diversos elementos que pertenecieron al glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo que regresaron ingresando por Mendoza junto a un grupo cercano al centenar de hombres – entre ellos Miguel Chepoyá – y como queda dicho a cargo del Coronel Bogado, fueron depositados en los cuarteles del Retiro, su propio punto de origen. Con tal motivo, por disposición del entonces Presidente Bernardino Rivadavia, las armas depositadas en el “Cuartel del Retiro” debían ser “coronadas con una plancha de bronce, en que s lean grabados los nombres de estos bravos, al pie de una diosa en acción de presentar el laurel de la paz que han dado al continente por su valor y constancia a toda prueba”. (4)

A su regreso a la Patria amada, contaba a la sazón con 30 años de edad, y estando muy próxima a desatarse la contienda bélica con el imperio del Brasil bajo la corona de Pedro, es muy difícil que no se haya tentado a combatir junto a sus hermanos que nuevamente habían sido convocados para esta nueva gesta patriótica. Dice al respecto Monzón: ‘Sin embargo estaba trazado el sino de la otrora poderosa Provincia.   Misiones debía desaparecer definitivamente del escenario político, por la contribución cada vez más creciente en pro de la total independencia nacional y el afianzamiento de los principios federales. Bajo las órdenes de Félix de Aguirre y cuando todo parecía encauzarse hacia la normalidad, aunque su población se hallaba diezmada por los acontecimientos históricos mencionados, el gobierno porteño exige un nuevo sacrificio a la exhausta población misionera: la contribución en 1825 al ejército nacional, para la lucha contra el Brasil. Y concurren, así como todos los que se hallaban ya incorporados desde antes en los distintos regimientos del ejército republicano. Y es así como, el 19 de marzo de 1826 el estado general de fuerzas de Misiones en el Cuartel General del Miriñay, dispuestos a incorporarse a dicho ejército en la lucha contra el Brasil era el siguiente: Primer Escuadrón de Caballería (Departamento San Miguel) 121 hombres entre Capitanes, Alférez, Sargentos, Cabos, Tambores y Soldados; Segundo Escuadrón (Departamento de Loreto ) 90 hombres; Tercer Escuadrón (Departamento Yapeyú) 107 hombres; y Cuarto Escuadrón de Caballería (La Cruz) 91 hombres; lo que representa un total de 409 hombres con la plana mayor integrada por un Coronel, un Teniente Coronel, un Sargento Mayor, cuatro Ayudantes y un porta Estandarte. Sigue diciendo Monzón: ‘Es digno de tenerse en cuenta que Misiones concurre a esa guerra mientras recibe el golpe artero del Brigadier Ferré, quien ante ciertas tropelías indígenas provocadas principalmente por el estado ruinoso en que se hallaba su territorio exhausto de tanta devastación, prefirió organizar ejércitos y hacer la guerra al guaraní y así posesionarse al fin de la desgraciada Provincia, que en esos momentos rendía su último holocausto de sangre, por si fuera poca su contribución a los ideales de libertad y federalismo”. Y sigue “Misiones desarmada por la contribución al Ejército Republicano fue presa fácil de Ferré que la sojuzgó, le impuso gobiernos títeres y culminó su obra destructora haciendo desaparecer ya definitivamente a la siempre abnegada y sacrificada Provincia de Misiones. Todo en Misiones y en el guaraní, desde el primer llamado de la Patria, fue derramamiento de sangre, holocausto de sus hombres, extracción de sus frutos y haciendas; destrucción de sus pueblos, hambre, desolación, ruinas. (5)

Como sabemos, con los triunfos de Brown en JUNCAL el 9 de febrero y de las fuerzas de tierra en ITUAINGÓ el 20 de febrero de aquel histórico año 1827, integrado este último ejército mayoritariamente por el Ejército de los Andes con sus jefes, oficiales y tropa, sostenemos que, difícilmente, con tales componentes, pudiera sustraerse nuestro Miguel Chepoyá a continuar convocando con su CLARÍN DE LA GLORIA a las armas de la Patria. Nos falta la información necesaria para dar como un hecho concluyente su presencia en Ituzaingó, pero sí en cambio, contamos con la particular satisfacción del conocimiento de la caída del enemigo mortal y acérrimo de otro grande de Misiones el Comandante Andrés Guacurarí Artigas: el esclavista Abreu. Al respecto dícenos Otero: “el 20 de febrero de 1827 la victoria había coronado las armas de la Patria en la batalla de Ituzaingó. Esta batalla había durado seis horas y los imperiales o sea los brasileños, vencidos por el choque enemigo emprendieron la retirada dejando en el campo de combate mil doscientos muertos, entre ellos al Mariscal Abreu”. (6) Nueva página de gloria para las armas de la Patria y para nuestras tropas misioneras y guaraníes.
Además del permanente hostigamiento de los luso-brasileños y de los paraguayos, también Francisco Ramírez, el “Supremo Entrerriano” envía a su valeroso Capitán Gregorio Píriz en una misión “pacificadora y civilizadora” en el año 1.820. Al respecto nos dice Don Aníbal Cambas “las tropas vencedoras (de Píriz) recorrieron San José, San Miguel, San Javier, San Ignacio y otras poblaciones levantando ganado, trasladando familias en dirección a la frontera correntina y llevando sus carretas con yerba, ornamentos y campanas de las Iglesias. (7)

Che – Pó – Yá: Mi mano doy o apoyo, yo apoyo con mi mano, en definitiva, Yo Apoyo; son algunas posibles interpretaciones etimológicas del apellido guaranítico de nuestro héroe y vaya que sí, cualesquiera de ellas o incluso algunas otras más que no pueden alejarse substancialmente de lo ya expresado, son una cabal descripción de lo que en sí mismo constituyó Miguel Chepoyá, es decir, alguien que apoyó y cómo, a todo el proceso de emancipación en que transcurrió su tiempo vital, desde Chacabuco hasta Ayacucho seguro, y muy posiblemente hasta la misma Ituzaingó.

Lo rescata en forma muy destacada don José A. Margalot, en su obra “150 años: Miguel Chepoyá el Corneta de la Gloria” – Ed. 1976, como uno de los seis que habían cumplido toda la campaña libertadora del Ejército de los Andes, siendo sus nombres: Miguel Chepoyá, Segundo Patricio Gómez, Francisco Olmos, Paulino Rojas, Damasio Rosales y Francisco Vargas.

También en un pasaje de su obra acerca de los Granaderos Guaraníes, dijo nuestra querida Fany Ettori ‘Chicha” Contristano: “con emoción de misionera enmudecí frente a tan grande obra de arte y ante la figura del indiecito con el clarín…’, comentando su visita al monumento enclavado en el Cerro de la Gloria, en Mendoza, donde “surge arrogante y bravía la figura inmortal del trompa de órdenes don Miguel CHEPOYÁ”. (8)

En oportunidad de visitar a un amigo músico, poeta, artista plástico, durante su residencia en San Ignacio, Provincia de Misiones, acerca de las posibilidades de un ejecutante como Miguel Chepoyá de un instrumento de convocatoria como la trompa de órdenes, me dijo casi textualmente Juan Catalano, el amigo de referencia, quien cuenta en su larga trayectoria como miembro ejecutante de instrumentos de viento en bandas de música la experiencia y el conocimiento necesarios, que por otra parte le viene de familia, me decía entonces: “el ejecutante de instrumentos de viento tiene en sus manos y en su boca una amplia posibilidad de variaciones que llegan o pueden llegar al espíritu de quien lo está escuchando en tanto y en cuanto su capacidad e inspiración del momento así lo logren, puede llegar a tocar las fibras más íntimas de las personas, transmitiéndoles sentimientos, sensaciones, inspiraciones y hasta motivaciones muy especiales de acuerdo a la temática musical que esté interpretando y mucho depende también de la calidad interpretativa aplicada al instrumento.” Algo o mucho de esto habrá ocurrido con los sones que generaba con su instrumento Miguel Chepoyá. Estimamos que el ambiente en que se encuentran los escuchas es en circunstancias, un fuerte condicionante espiritual, como lo puede ser el inicio de un combate, los momentos previos y los distintos lances propios de la lucha agregamos nosotros. Queremos decir también que siempre nos ha llamado mucho la atención la poderosa influencia que ejercía este nuestro paisano misionero y guaraní, instrumento en mano, sobre la tropa a quien debía transmitir las vitales instrucciones que musicalizadas, representaban fielmente el pensamiento y el sentir profundo de su amado y respetado Jefe, su paisano, el General José de San Martín.
No fue Chepoyá uno más, fue sin duda uno de los hijos más dilectos de esta tierra misionera, como Manduré, Andresito y el Gran Capitán.

Fue parte de un tiempo único, de gloria, de grandes e inimitables glorias y por ello, irreproducibles. Pero ésto, lejos de amilanarnos en nuestro espíritu patriótico y americano, nos debe servir más que nunca de acicate moral para conducirnos con la mayor corrección en el camino de nuestra vida. Ellos todo lo dieron por la PATRIA GRANDE, sin detenerse en pequeñeces y mezquindades propias de todos los tiempos.

Fue hijo pródigo de una tierra generosa, de vegetación exuberante, abundante agua, con sierras, campos y bosques ubérrimos; que otrora los Padres de la Compañía de Jesús supieron llevar a su máxima expresión social y económica, elementos éstos que constituyeron la savia que forjó esta raza de valientes que unían a la dulzura del carácter una capacidad de lucha y de entrega sin limites, a las causas nobles e imperecederas que acompañaron.

Permítasenos finalizar este modesto aporte a nuestra Historia regional compartiendo en plenitud que, hombres como Miguel Chepoyá, son parte de algo verdaderamente excepcional en la Historia grande de la Patria, expresión genuina de una tierra generosa e incomparable y, al decir de don Antonio Monzón: “Difícilmente se halle en la historia nacional otra Provincia que diera tanto por la causa común y fuera más injustamente despojada y olvidada en la trayectoria de su existencia hasta desaparecer, descuajada, sin que quedara más que el hálito de lo que fue vivo; el espíritu indomable del guaraní a través de sus románticas leyendas, de los muros aún enhiestos de sus ruinas, de los papeles aún enmohecidos que reconstruyen su pasado glorioso, su naturaleza subyugante. Esta naturaleza que es lo único que nos une, escenario imperecedero a todas las etapas de su existencia. Esa naturaleza, forjadora incansable y pacientísima de caracteres, que volverá a darnos espíritus bravíos y leales a su heredad como los Areguatí, Chepoyá, Napurey, Manduré, Sití, Matías Abucú, Blas Uré, Andrés Guacurarí y tantos otros…” (9)
¡Que así sea!

Notas:
 (1) OTERO, José Pacífico-Historia del Libertador General San Martín- Tomo VI –Pág. 290 – Ed. 1978
(2) FURLONG, Guillermo S.J. – Misiones y sus Pueblos de Guaraníes- Pág.726/7 – IIa. Edición – 1978
(3) Idem anterior- Página 725
(4) YABEN, Jacinto R. Biografías Argentinas y Sudamericanas-Tomo II – Pág. 396/7
(5) MONZÓN, Antonio-Misiones en las Guerras de la Independencia y el Federalismo-Ed.”El Territorio” diciembre de 1952, ISPARM.
(6) OTERO, José Pacífico-Obra citada Tomo VII – Página 75
(7) HERRERA, Mario A. La Provincia de Misiones (1810-1832)- Pág.94/95 – Ed. 1945
(8) ETTORIO DE CONTRISTANO, Ida Fanny-Conferencias V Centenario- Ciclo “Encuentro de Dos Culturas” – Junta de Estudios Históricos de Misiones. Año 1992.
(9) MONZÓN, Antonio – Obra citada.

Fuentes:
-Asociación Civil Flor del Desierto.

-Diario Misiones On Line.

1 comentario:

  1. Que linda lectura! Tan obviada por la educación agringada que nos dieron en el pasado no tan lejano. Ojalá nuestras autoridades reparen el error para siempre! Gracias. Enrique Nacke.

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