viernes, 28 de diciembre de 2012

Andrés Guacurari y sus sueños de justicia y libertad


 “Me quitarán la vida por justiciero y perseguidor de la iniquidad, pero no por traicionero….” – Andrés Artigas.

Existen personajes históricos que rondan lo legendario. Andrés Guacurarí es uno de ellos. Por sus características de austeridad y entrega resulta muy difícil no enamorarse de una figura como la de Andresito, por lo que aún para aquellos que no presumimos de imparcialidad en el análisis histórico, resulta ser un problema.

Para ubicarlo en su tiempo y ambiente es necesario decir que fue un indio de pura sangre guaraní, nacido presumiblemente en San Borja, actualmente Brasil, en lo que fueron las antiguas misiones Jesuíticas. Ese mismo año -1778-, muy cerca de ese lugar pero en la otra banda del río, en Yapeyú, nacía también un niño llamado JOSE FRANCISCO. Este, hijo de un funcionario de la corona Española, con destino de héroe. El otro, uno más de los tantos desarrapados de América, negado, y silenciado siempre por la historiografía oficial.


La jurisdicción originaria de las Misiones Jesuíticas abarcaba un extenso territorio: Corrientes, Misiones y el Alto Uruguay, hoy Río Grande Do Sur, hasta allí llegaron los luso brasileños en su afán expansionista en búsqueda de tierras fértiles y de carne humana para someterla a la esclavitud.

El Gran sueño de Artigas -entre otros- fue recuperar para sus legítimos dueños los siete pueblos de las Misiones orientales. Es así que los guaraníes adhirieron fervientemente a esta causa y nutridos contingentes se unieron a las tropas Artiguistas. Hombres como Andrés Yabacú, Manuel Cahiré, Juan Asencio Abiró, Blas Uré, Ignacio Mbayaé, Manuel Curaeté fueron destacados capitanes indígenas, además de Andrés Guacurarí quien fue adoptado por el Protector, por ello también se lo conocía como Andrés Artigas. Los Potugueses  lo llamaban Artiguinhas.

De acuerdo al “Plan Militar” de Artigas, en 1816 Andresito inicia la marcha desde Santo Tomé con la misión de recuperar los siete pueblos misioneros situados en la banda oriental del río. Así, da a conocer una de sus fantásticas proclamas. Esta dice: “Andrés Guacurarí y Artigas, Capitán de Blandengues y Comandante General de la Provincia de Misioneros por el Supremo Gobierno de la Libertad (….) concurría para liberar los siete pueblos de esa banda que desde hace quince años atrás están en manos del portugués que hizo gemir a los infelices indios en la más dura esclavitud“, y ofrece “derramar hasta la última gota de sangre por su liberación”.

“¡Ea, pues copaisanos míos: levantad el sagrado grito de libertad, destruid la tiranía¡“… Como no sumarse a esta causa?. La causa de los “Pueblos Libres”. Como no prestar la lanza y el corazón? en donde ellos: “los mas infelices”: los negros, los zambos, los indios y criollos pobres “serán los más privilegiados”?. ¿Cómo no adherir a esta genuina revolución americana?.

Pero la potencialidad del proyecto Artiguista fue proporcional a los esfuerzos por derrotarlo. Su ley agraria llegaba al hueso en la cuestión social. Es así que los grandes terratenientes y la burguesía comercial porteña no dudaron en utilizar todos los medios para aplastarlo; desde el soborno y la calumnia a ponerle precio a su cabeza, desde la traición y la mentira a entregar nuestro territorio y sus pueblos al esclavista Imperio Lusitano. Esa fue la forma de acabar con el proyecto alternativo, republicano e igualitario de Artigas.
Andresito encarna estos sueños y sintetiza los intereses genuinos de la América criolla que pujaba por nacer. Pero dejemos que algunos hechos  ilustren sus ansias de justicia y libertad.

Monumento a Andrés Guacurari en Santo Tomé

Los hermanos John y William Parish Robertson, comerciantes y agentes del Imperio Británico fueron  testigos de muchos acontecimientos de aquella época y escribieron un libro titulado “Cartas de Sudamérica”. En este libro, aparte de sus informes, transcriben en forma textual los escritos de su amiga “Mrs. Cartwright, (antes señorita Postlethwaite)” que vivía en Corrientes cuando la invasión de los indios de Artigas, 1818 –1819. No podemos sospechar que esta fina señora simpatizara por los desaliñados guaraníes, no obstante ello nos deja una interesante y a mi entender desinteresada visión de los hechos: Así lo cuenta:
“Como consecuencia que Francisco Bedoya (…) se había declarado a favor de Buenos Aires… el general Andresito (indio, e hijo adoptivo de Artigas) recibió órdenes del Protector para marchar sobre la ciudad y posesionarse de ella (…) La noticia de su proximidad había colocado a los vecinos en gran alarma;(…). Dos hombres murieron de miedo (…) Se decía que los indios, a medida que avanzaban, venían dando muerte a hombres, mujeres y niños. Esto último no tenía nada de verdad; pero lo cierto era que Bedoya había hecho asesinar cruelmente a todos los habitantes de una aldea indígena pocas semanas antes, por que se negaron a incorporársele y a tomar armas contra Artigas. Los Correntinos temían y con razón que los indios tomaran venganza”.

Cuenta más adelante “que cerrando la marcha venían doscientos muchachos indios .Estos indiecitos habían sido apresados antes por los Correntinos y tenidos como esclavos. Andrés los había ido liberando donde los encontraba, apoderándose al mismo tiempo de igual número de hijos de aquellos hombres a cuyo servicio habían estado los indios. Los padres de los niños blancos apresados de esta manera, no sabiendo la suerte que podía esperar a sus hijos, vivían naturalmente en gran angustia y zozobra. Después de mantener prisioneros a estos niños una semana, Andrés hizo comparecer a las madres. Les reprochó duramente la crueldad e injusticia de que se habían hecho culpables ante los pobres indios y apeló al sentimiento de angustia en que se encontraban como la mejor prueba del cargo que les hacía. Pueden llevarse ahora a sus hijos -concluyó- pero recuerden en adelante que las madres indias tienen también corazón”.

Era muy común el robo de niños guaraníes para ser vendidos en Buenos Aires como sirvientes; existe un parte de Andresito destinado a Pedro Campbell -jefe de la marina fluvial Artiguista- ordenando intercepte  un barco que bajaba el Paraná rumbo a esta ciudad puerto cargado de gurises  cautivos, a fin de liberarlos y devolverlos a sus familias.

El relato de la Señorita Postlethwaite también consiga el gusto de Andrés y su gente por la música y el teatro. Es así que el Comandante indígena  organizó una función en la plaza principal. Las obras eran de carácter religioso heredadas de los Jesuitas y los actores hombres de su tropa. En esta oportunidad representaron “La tentación de San Ignacio”. Enorme fue la sorpresa y enorme también la calentura de Andresito, pues la sociedad Correntina les hizo el vacío, no fue nadie. “¿Quién puede darse el trabajo de concurrir a bailes de indios?“, le decían. Esto lo ofendió mucho. Al otro día, los tambores tocaron a las armas para reunir la población. Esa calurosa mañana, el patriciado Correntino acostumbrado a mandar y ser servido carpió de punta a punta la plaza; la cronista aclara que la “ocurrencia del indio inspiraba risa también”. Seguramente las otras funciones de teatro tuvieron un lleno total.

Cuentan los mismos testigos que durante los siete meses que duró su poder en la ciudad de Corrientes, sólo existió el robo de un pañuelo.
Estos episodios -si se quiere risueño- en una época caracterizada por la violencia más brutal, fueron los  argumentos que los historiadores liberales tuvieron para denostar el gobierno de ANDRESITO y caracterizarlo como un bandolero. ¿Cómo no hacerlo? si durante este tiempo la provincia estuvo en poder de los indios, de los  peones y esclavos, además de evidenciar la  existencia de conflictos sociales en la historia argentina.

Este escrito -casi anecdótico- apenas roza la fenomenal importancia histórica de Andresito en su lucha por la emancipación americana. Sirva al menos para rescatarlo parcialmente del olvido junto a su arisco y altivo pueblo guaraní.

Escrito por: Osvaldo Delmonte en Diario El Dia el 26 de Septiembre de 2.010, Sección Cultural.

Bibliografía consultada:
- Parish Robertson, John y William, Cartas de Sudamérica, Buenos Aires, Emecé Editores, 2000.
-Cabral, Salvador ANDRESITO ARTIGAS en la Emancipación Americana, Buenos Aires, Ediciones Castañeda, 1980.
-Sánchez Ratti, Julio César, Andrés Guacurari el Indio Gobernador, Revista Todo es Historia, Nº 22.

3 comentarios:

  1. Hace poco Felipe Pigna publico un artículo en FB que nos permite leer, aprender y difundir, gracias al buen uso de las redes sociales muchas historias más serán contadas... Gracias también a los creadores de este blog.

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  2. Gracias Javier por recordarnos estas historias que pintan de cuerpo entero a Andresito. Tarde o temprano ocupará el lugar debido en la historia argentina, pues su altura no es menor a la de otros caudillos que lideraron su pueblo como el General Güemes, en epopeyas tal vez mayores por la escasez de recursos. Abrazo!

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