jueves, 30 de agosto de 2012

CAONABO (Año 1.494) Primer Jefe de la Resistencia Indígena


Escribe: Kinnto Lucas

Hace dos años, cuando Cristóbal Colón llegó a esta isla que nombró Española, estaba gobernada por cinco caciques.
Cinco jefes de alma tranquila y poca guerra. Sin embargo el camino de las semanas fue cambiando las miradas. Y fue llegando la realidad. Y vino el tiempo en que Colón tuvo que retornar a España para contar "su descubrimiento". Y llegó la hora en que cinco europeos secuestraron dos mujeres indígenas y las violaron. Y se acercó el minuto en que mataron un puñado de nativos por el placer de matarlos.


Cacique Caonabo, Primer Héroe de la Resistencia Indígena

Y el adelantado Colón sonrió y dijo: “servirá para que nuestros hombres sean respetados. Hay que poner temores en esta tierra y mostrar que los cristianos somos poderosos para ofenderlos y dañarlos".
Los árboles se estremecen, coro-coros y pitirris nostalgian la selva, y el indio comienza a rebelarse. Guanacagarí el traidor, amigo de Colón, le sigue siendo fiel junto a su tribu. Los otros caciques rompen la amistad. Desde España el almirante dice y ordena "sobrecargar los navíos de esclavos", para venderlos en Madrid. Cuando regresa a la isla se sumerge en la fiebre del oro. "Hay que mostrar a los reyes que los gastos del viaje no fueron inútiles", dice.

El Cibao, dominio del cacique Caonabo posee las minas más ricas... Todos los vecinos de la zona, mayores de catorce años, entregarán cada tres meses cierta cantidad de oro a los españoles. Los que viven lejos deben dar una arroba de algodón por persona. Para que nadie se escape del tributo Colón ordena que cada indio lleve colgado en su cuello una moneda de cobre a la que se hará una muesca especial por cada pago.

Cierto día Caonabo ve entrar en sus tierras un grupo de soldados de Fuerte Navidad. Con sus hombres los ataca y les da muerte. Luego se dirige a la fortaleza y el fuego se hace presente en el horizonte. "Pagan por sus culpas y malas obras", dice el cacique a su gente señalando las llamas. Colón hace construir otro fuerte, en la propia región del Cibao. Caonabo lo sitia durante treinta días.

Luego debe retirarse, sus fuerzas no alcanzan para vencer al invasor. Solo habría una posibilidad: la confederación de caciques. "Unámonos todos los pueblos", dice el jefe indígena.

Levanta su tribu en armas y conversa con otros jefes. Todos están de acuerdo, Guanacagarí no. Las bajas europeas comienzan a sumarse. Convencido de que sería difícil vencer, Alonso de Ojeda, lugarteniente del genovés se presenta en la aldea de Canoabo, besa sus manos y afirma: "Traigo un obsequio del almirante". Luego muestra unas esposas de latón, metal admirado por los indios. "Solo los reyes de Castilla en sus fiestas utilizan este adorno. Debe colocarse junto al río", dice. Creyendo la palabra del enemigo, Caonabo monta en la garupa del caballo de Ojeda y parte rumbo al río. Al colocarse las esposas parte rumbo a la prisión. Colón decide exhibirlo frente a la puerta de su casa.
Allí está Caonabo, esposado, sin hablar ni mirar al genovés. Sin embargo cuando pasa Ojeda lo saluda. "El almirante no tuvo el valor de ir a prenderme y Ojeda si, por eso lo respeto", dice a quien le pregunta... El pueblo del Cibao comienza a preparar la liberación. Colón se preocupa y decide enviarlo a Castilla.

Durante el viaje, la furia de los mares destruye el barco. Encadenado a un mástil, Caonabo, primer jefe de la resistencia indígena, muere ahogado. La confederación indígena se afianza años después.
Anacaona, la bella mujer de Caonabo lidera la región de Xaragua.

El hermano del jefe asume El Cibao. La resistencia dura años pero finalmente es derrotada. El hermano es preso. Anacaona muere quemada frente a su caney. Algunos caciques sobrevivientes deciden retirarse a las montañas.

Cacique Caonabo
Las rebeliones no pararán. El cacique Guarionex se levanta junto a otros jefes. Estará preso tres años en el Fuerte de la Concepción, luego será desterrado y morirá en el viaje. Su hermano Mayobanex estará en prisión hasta que la vida decide olvidarlo.

Biografía del Autor del artículo.
Kintto Lucas es escritor y periodista nacido en Salto, Uruguay. Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí 1990. Pluma de la Dignidad 2004 otorgado por la Unión Nacional de Periodistas de Ecuador. En Uruguay fue miembro del Consejo Editorial del Semanario Mate Amargo. Desde 1992 vive en Quito donde ha sido Editor Cultural y Editorialista del diario Hoy y editor de la Revista Chasqui, además de columnista de los diarios El Comercio de Quito y Expreso de Guayaquil. Actualmente es corresponsal de la Agencia de Noticias Inter Press Service (IPS) y Director del Quincenario Tintají de Quito. Algunos de sus libros son: La rebelión de los indios, traducido al inglés con el título We Will Not Dance on Our Grandparent's Tombs. Indigenous uprisings in Ecuador; Rebeliones indígenas y negras en América Latina; Mujeres del siglo XX, Apuntes sobre fútbol, Plan Colombia, La paz armada y El movimiento indígena y las acrobacias del coronel.




viernes, 24 de agosto de 2012

El pucará, pucara o pukará.


En la región comprendida por el actual noroeste argentino, norte de Chile y sur de Bolivia tuvo lugar a fines del siglo XII una serie de trasnformaciones relacionadas con la desaparición de diversas culturas locales –como la de Aguada-, el aumento de la densidad poblacional y la caída de la organización estatal de Tiwanaku.

A raíz de estos cambios, muy complejos ciertamente, aunque aquí se hallen muy simplificados, aparece con fuerza la tendencia de la concentración demográfica, la complejización de las sociedades nacientes y una suerte de militarización de algunos espacios. Así, proliferan las instalaciones de carácter defensivo, estratégico o directamente militar conocidas como Pucará o Pucara (fortaleza en quechua).

Pucará de Tilcara
En este contexto, el siglo XIII fue testigo de la aparición –como dijimos- de sociedades más extensas y complejas que las anteriores, cuyo centro de poder se encontraba en el Pucará. Estas fortalezas estaban rodeadas de murallas, y se ubicaban en cerros estratégicos, en lugares desde los cuales se podía vigilar grandes espacios.

“El carácter de la guerra de la época –ejércitos reducidos con armas de poca precisión y corto alcance- daba gran valor a los sitios con ventajas para el establecimiento de asentamientos tipo Pucará, cuya función principal residía, sobre todo, en brindar protección a sus habitantes (…)” indica Raúl Mandrini.

El término “Pucará” significaba asimismo otras cosas: era el lugar de residencia de las autoridades, quienes además de la defensa se ocupaban de cuestiones relacionadas con la agricultura, la economía, etc., y eran responsables de los ritos y cultos que debía cumplirse, sobre todo a la Pachamama (la Madre Tierra) para asegurar el éxito en todas las empresas.


Más allá del Pucará estaban las “chacras”, ámbito rural donde se desarrollaban las actividades económicas básicas: agricultura y cría de llamas y alpacas. Allí también vivían los hombres y mujeres cuyo trabajo servía al sostenimiento y reproducción material de la sociedad.

Para Martínez Sarasola, los “Pukará” (sic) son la muestra de que los diaguitas (nombre genérico dado a las sociedades de esta región) fueron grandes guerreros, cualidad que se vieron obligados a desplegar primero frente al avance de los incas, más tarde frente a los conquistadores españoles.
  
Fuentes

Blog El estudiante de historia.
La Argentina aborigen, de Raúl Mandrini L
Los hijos de la tierra, de Carlos Martínez Sarasola.


sábado, 18 de agosto de 2012

Leyendas Guaranies, el Isondú (bichito de luz)


Esta leyenda cuenta la historia de la creación del isondú, también conocido como bichito de luz, luciérnaga o tuquito...

Se dice que, entre los guaraníes de la selva misionera, existía un joven llamado Isondú.  Que despertaba la envidia de sus pares por ser muy habilidoso y por la gran atracción que sentían las mujercitas, no solo de la aldea sino de toda la región hacia él.

Isondú se destacaba tanto en la caza, como en la pesca...  Nunca se lo veía solo, ya que las jóvenes siempre encontraban excusas para entablar alguna charla con el apuesto aborigen.

Una noche, la envidia de los demás fue tan grande, que se juntaron en el monte y construyeron una trampa para Isondú, que regresaba de visitar a una jovencita. La selva Misionera, era tan oscura que también tiñó de ese color los pensamientos de quienes lo envidiaban que esperaban ver caer a Isondú en el pozo que habían hecho con tanta hazaña.

Y así fue, Isondú cayó en la trampa.  Cuando se hallaba en el fondo, los demás le arrojaban piedras y palos que le hicieron tantas heridas, que el cuerpo del joven guaraní se cubrió de sangre en un abrir y cerrar de ojos.

Grande fue el asombro de los envidiosos, al ver como el color rojo de la sangre, que apenas se distinguía en la oscuridad, se transformaba en un color fluorescente que se elevaban como gotas que iluminaban y resplandecían en todo el techo de la selva formado por los árboles y enredaderas del lugar.


Así fue como Isondú vence con su hermosura a los envidiosos, y escapa de la muerte, reencarnado en insectos que hipnotizan a sus enemigos con sus espectaculares colores que se divisan desde lejos como una niebla lumínica, generando alucinaciones que llevan a la locura a los mismos...

   Cuentan, también que si algún hombre de buen corazón, y sin envidia, decide recorrer la oscura Selva Misionera de noche, o costear el Paraná, Isondú lo acompaña para aclarar su camino.

   De allí el origen del ISONDÚ, bichito de luz…


Fuentes

*Mitos y Leyendas de mi Tierra Colorada.

*Rescatando mi cultura – Marisa López Palmeyro

viernes, 10 de agosto de 2012

Esteban Laureano Maradona ejemplo de Amor por los Hermanos Originarios

Esta es la biografía, EL AMOR, LA ENTREGA, EJEMPLO DE NOBLEZA...del DOCTOR ESTEBAN LAURENO MARADONA quien trabajaría por 51 años en ESTANISLAO DEL CAMPO, viviendo siempre en una humilde vivienda de ladrillo, sin electricidad ni ningún otro tipo de servicio y prestando ayuda sin cobrar un peso a la comunidad indígena del lugar, formada por tobas, matacos, mocovíes y pilagás. 

“Con el oxígeno del aire y el agua que cae del cielo me basta. No tengo motivo de queja”

Nació en Esperanza, provincia de Santa Fe el 4 de julio de 1895 y falleció en Rosario, Argentina, el 14 de enero de 1995. Fue un médico rural, naturalista, escritor y filántropo, famoso por su modestia y abnegación, que pasó cincuenta años en una remota localidad de Formosa ejerciendo desinteresadamente la medicina. Escribió libros científicos de antropología, flora y fauna. Renunció a todo tipo de honorario y premio material viviendo con suma humildad y colaborando con su dinero y tiempo con aquellos que más lo necesitaban a pesar de que pudo haber tenido una cómoda vida ciudadana, gracias a sus estudios y a la clase social a la que pertenecía. 

Un par de frases por él dichas sintetizan muy bien su pensamiento sobre su profesión y su manera de vivir: 

"Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, este es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes". 

"Muchas veces se ha dicho que vivir en austeridad, humilde y solidariamente, es renunciar a uno mismo. En realidad ello es realizarse íntegramente como hombre en la dimensión magnífica para la cual fue creado". 
Doctor Esteban Laureano Maradona, ejemplo de Amor
Fue hijo de Waldino Maradona (maestro, periodista, productor rural y político) y de Petrona Encarnación Villalba (estanciera). En realidad sus padres vivían en la localidad de Barrancas, también localizada en Santa Fe, donde Esteban Laureano pasó su infancia, a orillas del río Coronda. En este lugar su padre se desempeñaba como maestro en la estancia Los Aromos. Allí aprendió, jugando, a vivir en el monte, cazar y pescar. 

Ya mayor cursó sus estudios primarios y secundarios repartiéndose entre Santa Fe y Buenos Aires. En esta última ciudad se recibió de médico en 1928 e instaló un consultorio, pero luego lo trasladó a Resistencia, en aquel entonces capital del Territorio Nacional del Chaco, donde además se dedicó al periodismo en el diario La Voz y a realizar exploraciones y estudios de botánica en la isla Cerrito Argentino. Entre 1931 y 1932 dio un ciclo de conferencias sobre seguridad laboral en el marco de la Ley de Trabajo. Esto le trajo problemas con el gobierno militar de aquel entonces, ejercido por el presidente Uriburu, razón por la cual decidió viajar al Paraguay. En ese momento empezaba la guerra del Chaco (1932-1935), sostenida por Paraguay y Bolivia, y Maradona decidió anotarse como médico camillero prestando auxilio a los soldados de ambos bandos, pues, según sus palabras, el dolor no tiene fronteras. Al llegar a Asunción las autoridades le metieron preso por sospecharlo de espía, sin embargo con el tiempo le creyeron y llegó a ser jefe del Hospital Naval de Asunción. También redactó el reglamento de Sanidad Militar del Paraguay y tuvo tiempo para ocuparse de la colonia de leprosos de Ytapirú. 

En Asunción se comprometió con la que fue la única novia que se le conoce, Aurora Ebaly, sobrina del presidente paraguayo, pero ella fallecería de fiebre tifoidea el 31 de diciembre de 1934. 

Con la culminación de la guerra en 1935 se decidió a retornar a su país, a pesar de los pedidos del gobierno paraguayo, que con premios y homenajes, intentó convencerlo de que se quedara dado el gran aprecio que se había ganado. Había proyectado ir hasta Formosa y allí tomarse un tren a Salta para luego ir a Tucumán donde visitaría a su hermano, y por último ir a Buenos Aires, donde vivía su madre, e instalar un consultorio. 

Su misión en Estanislao del Campo

Viajando ya por lo que en aquel entonces se conocía como Territorio Nacional de Formosa, el tren que lo transportaba realizó una parada en la estación Estanislao del Campo (en aquel entonces denominada Guaycurri). Este era un villorrio formado por unos pocos ranchos sin ningún tipo de servicio de luz, agua corriente, electricidad o gas, inmerso en el monte chaqueño. Una persona del lugar le pidió sus auxilios como médico para una parturienta que se encontraba en estado muy grave. Después de prestarle exitosamente atención y regresar a tomar el tren se encontró con un grupo de vecinos sin recursos que le rogaron para que no se fuera dado que no había ningún médico disponible varios kilómetros a la redonda. 

El Doctor Maradona en su casa en Estanislao del Campo
Maradona no lo dudó y se quedó, a pesar de que esto le hizo no solo perder su viaje sino también un trabajo seguro en Buenos Aires. Más aún, trabajaría allí por 51 años, viviendo siempre en una humilde vivienda de ladrillo, sin electricidad ni ningún otro tipo de servicio y prestando ayuda sin cobrar un peso a la comunidad indígena del lugar, formada por tobas, matacos, mocovíes y pilagás. Medio siglo después comentaría su arribo a Estanislao con estas palabras: 

"Cuando yo llegué empezaron los problemas. Todo esto era monte, sólo había cuatro o cinco ranchos y estaba todo rodeado de indios, que por otra parte me querían matar. Tanto que uno de ellos, que era famoso, me agarró de las solapas y me sacudió, amenazándome. Pero nunca les tuve miedo ni me demostré asustado. Y no por dármelas de valiente. Sino que soy así nomás. Pero con la palabra dulce y la práctica de la medicina, tratando las enfermedades, dándoles tabaco y consiguiéndoles ropas, las cosas fueron cambiando. Así los traté hasta hoy. Me remangué, me metí en el monte sin ningún temor, arriesgando mi vida y también mi salud". 

En efecto, la comunidad indígena del lugar al principio le tuvo recelo, dado que en general los blancos los habían engañado y maltratado y por lo tanto no confiaban en la medicina del doctor. Sin embargo con el tiempo logró trabar amistad con los caciques del lugar y granjearse el respeto de todos, interiorizándose de sus necesidades y logrando erradicar de la zona terribles enfermedades como la lepra, el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera y la sífilis. Por todo esto, los indios lo llamaban Plognak (que significa "Dr. Dios" en pilagá). 

Se dedicó además a investigar científicamente la vida y cultura de los pueblos originarios, así como la fauna y flora de la región. Logró que el gobierno le adjudicara algunas tierras fiscales en las cuales fundó la "Colonia aborigen Juan Bautista Alberdi" (oficializada en 1948), les enseñó trabajos agrícolas y a construir casas con ladrillos confeccionados por ellos mismos, ya que hasta ese momento vivían desnutridos y enfermos sobreviviendo con el intercambio de artesanías por ropa y comida. Colaboró con su dinero en la compra de herramientas y semillas, fundó instituciones para cobijar y recibir indígenas marginados, proyectó un camino hacia el río Teuco, exploró fuentes de agua potable, realizó mejoras en la estación ferroviaria y ayudó a erigir la comisaría del pueblo. Despreció toda forma de poder que sus esfuerzos podrían haberle redituado. Dejó testimonio de todos sus contratiempos, esfuerzos y luchas en su libro A través de la selva. Éste es un estudio antropológico de gran valor sobre la cultura indígena. Realizó también una valiente denuncia de las condiciones de vida de los indígenas y de su explotación en los ingenios azucareros. Con estas críticas logró que en 1936 las autoridades le dieran su apoyo en un programa de promoción humana y social. 

Maradona también fundó una escuela rural (en la cual se desempeñó como docente por tres años) que a pedido de él recibió el nombre de uno de sus tatarabuelos, José Ignacio Maradona, quien había sido representante por San Juan ante la Junta Grande (1810-1811) y responsable de que en 1811 se sancionara el decreto que extinguía el tributo que pagaban los indios a la Corona de España. Este decreto y otros relacionados con libertades otorgadas a los indios por los gobiernos patrios se mencionan en la obra de Esteban Maradona A través de la Selva, donde se sugiere que aún no han sido puestos en práctica. 

Dr. Maradona "Plognak", Doctor Dios nombre bautizado por los Hermanos Pilagás 
Sus últimos años de vida 
En 1986 enfermó y debió trasladarse a la ciudad de Rosario, donde vivía su sobrino. Llegó en un estado calamitoso por lo que debió internarse inmediatamente en un hospital. Ya de alta se fue a vivir con la familia de su sobrino de donde no se mudaría más.

En sus últimos años recibiría muchos homenajes y distinciones y no aceptaría ningún tipo de pensión vitalicia. Murió de vejez, a los 99 años, en Rosario, pero sus restos se guardan en la ciudad de Santa Fe en el panteón de su familia Maradona-Villalba. 

Un poeta de su ciudad natal, Esperanza, le dedicó en vida unas estrofas que, como reconocimiento popular, recorrieron la región: 

Sea quichua, toba u ona, La tribu no importa mucho; La caridad llegó al indio Por manos de Maradona. 

El 4 de julio, día de su nacimiento, ha sido declarado por ley Día Nacional del Médico Rural. 

sábado, 4 de agosto de 2012

El Círculo de la Conversación

Enseñanza de las Primeras Naciones aborígenes.

Cuando usted pone su conocimiento en un círculo, no es así el suyo más, es compartida por todo el mundo.  

Aprovechando estas enseñanzas nos proponen estrategias para compartir el conocimiento. Tanto entre nosotros, como en comunidades educativas, donde se hace énfasis la propuesta. Muy parecido a lo que conocemos nosotros como tertulias.     

En sus palabras. El círculo de la conversación busca proporcionar oportunidades para un diálogo significativo y la creación de un clima de confianza. En los debates son fundamentales tener algunos pasos para ayudar a los estudiantes profundizar su comprensión de lo que aprenden. Como la mesa redonda, que conocemos, el círculo es una estrategia de enseñanza coherente con los valores de los aborígenes. En un círculo de conversación cada participante es igual, y cada uno pertenece a él. Los participantes del círculo de la conversación aprenden a escuchar y respetar las opiniones de los demás.



Un palo, una piedra, o una pluma, se usa como algo que simboliza la conexión con la tierra y se puede utilizar para facilitar la conversación en el círculo. Así, aquél que tenga el objeto tiene el derecho de hablar, los otros tienen la responsabilidad de escuchar.

“Cuando pones tu conocimiento en el círculo, no es tuyo ya, pasa a ser  compartido por todos”

Para tener en cuenta al participar de un círculo de la conversación.

• Es compatible con los valores aborígenes de respetar todos los puntos de vista y sus voces.
• Es un poderoso símbolo de la conectividad y la integridad. El círculo es la tierra, el cielo, el sol, la luna, las estaciones, el ciclo de vida.
• Presenta un lugar donde todos son iguales, donde todos puedan tener voz y voto.

Fuente: Círculo Solar (Alvaro José Cano Mejía)