martes, 30 de enero de 2018

La Respuesta está en uno mismo



Ella le cantaba a las estrellas, hasta que comprendió 

que las estrellas estaban en su interior...

Ella lloraba a sus ancestros, hasta que descubrió que 

sus ancestros estaban vivos en todo árbol, en todo río 

y en toda piedra...

Ella leía libros de chamanismo y consciencia, hasta 

que empezó a escuchar su voz interior...

Ella encontró en su interior la pureza de la belleza, 

porque descubrió que ella misma era todo cuanto 

había buscado en la tierra...

Recorriendo el Camino Rojo...


Fuente Takuapu Magia Guarani

Ser selectivo en las batallas...


Amaré...



¿Y cómo lo haré?

De aquí en adelante contemplaré todas las cosas con amor y naceré de nuevo.

Amaré al sol porque me calienta los huesos; pero también amaré la lluvia porque purifica mi espíritu.

Amaré la luz porque me señala el camino; pero también amaré la oscuridad porque me enseña las estrellas.

Acogeré la felicidad porque engrandece mi corazón; pero también soportaré la tristeza porque descubre mi alma.

Reconoceré la recompensa porque constituye mi pago; pero también daré acogida a los obstáculos porque constituyen para mí un desafío.

Saludaré este día con amor en mi corazón.


Amaré a todas las clases de hombres porque cada uno tiene cualidades dignas de ser admiradas aunque quizá estén ocultas.

Derribaré la muralla de sospecha y de odio que han construido alrededor de sus corazones, y en su lugar edificaré puentes para llegar por ellos a sus almas.

Amaré al que tiene ambiciones porque podrá inspirarme; amaré a los que han fracasado porque pueden enseñarme.

Amaré a los reyes porque son solo humanos; amaré a los humildes porque son divinos.

Amaré a los ricos porque sufren la soledad; amaré a los pobres porque son tantos.

 Amaré a los jóvenes por la fe a que se aferran; amaré a los ancianos por la, sabiduría que comparten.

Amaré a los hermosos por sus ojos de tristeza; amaré a los feos por sus almas saturadas de paz.

Og Mandino
Compartido por Teresita Seminara

Pueblos Originarios de América y de Argentina


De acuerdo con el último informe realizado por Unicef y Naciones Unidas, en América latina existen 522 pueblos indígenas. En Brasil, por ejemplo, hay 241 pueblos originarios distintos.

De acuerdo a los últimos censos oficiales realizados en la región el total de población indígena identificada en América latina asciende a 28.858.580 personas. Es decir que el 6,01% de los latinoamericanos pertenecen o se reconocen como descendientes de alguno de los tantos pueblos originarios presentes en la región.

Para tomar dimensión de su peso, representan un poco más que las poblaciones totales juntas de Uruguay, Paraguay y Chile.

En América latina casi 29 millones de personas (más que las poblaciones totales de Uruguay, Paraguay y Chile juntos) pertenecen a pueblos originarios.

En la Argentina de acuerdo con el último Censo de Pueblos Originarios realizado por el Indec en 2010 en la Argentina casi un millón de personas pertenece o se reconoce como descendiente de un pueblo originario.


En total son 955.032 personas -de las cuales 481.074 son hombres y 473.958 mujeres- que representan el 2,4% de la población total.
A nivel nominal la provincia de Buenos Aires es el distrito que mayor cantidad de descendientes o pertenecientes a pueblos originarios posee. Son casi 300 mil personas. Un tercio del total a nivel nacional.

Sin embargo sólo representan el 1,9% de la población total de la provincia. Por el contrario el peso de estos sectores sobre el total de las poblaciones locales es sensiblemente mayor otras provincias. Por caso, Chubut, Neuquén y Formosa tienen la mayor proporción de pobladores originarios. El 8,7% de la población chubutense se reconoce como tal mientras que en Neuquén esa proporción asciende al 8% y al 7,9% en Formosa.

El 2,4% de la población argentina pertenece o se reconoce como descendiente de algún pueblo originario.

En la vereda de enfrente se encuentra Corrientes, donde sólo el 0,5% de su población dice descender o pertenecer a un pueblo originario.

Fuente
Minuto 1 – 25 de Enero de 2.018


Pueblos nativos se mostraron escandalizados por la matanza de cóndores en Argentina




Las acciones del ser humano sobre el medio ambiente están rompiendo el equilibrio natural

Los pueblos nativos y organizaciones ambientalistas realizaron una denuncia ante la atroz matanza de cóndores.

Respecto a esta acción existe una gran alarma, ya que las 34 aves fueron envenenadas y se desconoce el porqué de esta acción.

Por su parte Claudia Herrera, miembro de la comunidad huarpe Guaytamari, se refirió acerca de la preocupación de los pueblos nativos de Mendoza en Malargüe.

Estas organizaciones dejaron forjada en un acta su rechazo al uso de agroquímicos y la necesidad de control y regularización. Además están atentos a las acciones que elGobierno se planteará frente a esta catástrofe ambiental.

Según la cosmovisión nativa, los actos del hombre sobre el medio ambiente están rompiendo el equilibrio de su entorno.

Es necesario tomar conciencia de estos azotes antes de que sea demasiado tarde. Reclamaron cambios para respetar el equilibrio de la Pacha Mama, la Pecna Tao y el Wall Map.

Los pueblos nativos firmaron una petición escrita
Por lo tanto, se especifica que la petición está en parte del texto que firmaron ehicieron llegar al Gobierno.
“Exigimos la efectiva aplicación de todas las leyes vigentes de protección y cuidado de la biodiversidad”.
“Nos convocamos desde todos los puntos cardinales, los diversos pueblos para acompañar y hacer efectivo el mandato de nuestros ancestros y restablecer el equilibrio para el buen vivir”.

El cóndor es una de las aves representativas de América del sur
Con respecto al cóndor andino hay que recordar que es propio de América del sur. Puede encontrarse desde Venezuela hasta Tierra del Fuego a lo largo de toda la cordillera de los Andes. 
Por sus enormes alas se le considera una de las aves voladoras de mayor tamaño del mundo.
Además esa longitud le ha otorgado una extraordinaria capacidad de planeo. Su extensión alar puede llegar a medir los 3 metros.
Se alimenta especialmente de carroña. El cóndor pasa la noche en cuevas y por la mañana no se apresura en abandonar su nido. Si no está demasiado hambriento espera a que el sol salga por completo.

Escrito por Luisa Bermudez para Segundo Enfoque – 29 de Enero de 2.018

lunes, 29 de enero de 2018

En Misiones los buscatesoros siguen excavando la región de los jesuitas

El pozo y el desvío. | La excavación de unos tres metros y en su fondo, otra que respondería a que la “caja se corrió”. | Foto: Natalia Guerrero

Si el resplandor es rojizo, se trata de oro. En cambio, si esa especie de luz o gas iluminado que sólo se puede observar de noche es blanco, de seguro se trata de plata enterrada en ese punto que, de todas formas, habrá que confirmar mediante máquinas especiales o simplemente un péndulo colgado de uno de los dedos de los buscadores de tesoros.

En San Ignacio, las excavaciones no dejan de sorprender inclusive a los que viven desde hace décadas, los que desde entonces escucharon una y otra vez sobre los tesoros escondidos por los jJesuitas, antes de su definitiva expulsión de las tierras en donde ya habitaban los guaraníes.

En San Ignacio hay quienes aseguran que “acá, estamos parados sobre tesoros”, como lo dice quizás el más conocido buscador de “entierros”, Mario Lezcano, quien incluso se autoproclama como un gran conocedor de todos los caminos del municipio y de dónde están todas las excavaciones con sus distintas historias. Es decir, si se encontraron o no algunos de esos supuestos cofres llenos de distintos elementos de plata y oro, escondidos por el temor de los adinerados en ser víctimas de los robos en momento en que todos buscaban un lugar en el mundo, aún con mucho por descubrir.

Sin dudas que el oro de los jesuitas, hasta las riquezas desparramadas por la región tras el saqueo de Asunción en la Guerra de la Triple Alianza, siguen siendo las bases de todas las historias de tesoros y fortunas enterradas en gran parte de la región de los jesuitas. 

Pero para el reconocido historiador brasileño Arnaldo Bruxer, es un “mito imposible de extirpar”.

El autor, en su obra “Los treinta pueblos guaraníes” sostiene que los jesuitas de las Misiones del Paraguay “no poseían ni tesoros ni riquezas fabulosas, ya que lo que más valía en esa época “no era la materia prima, sino la mano de obra”.

Para el investigador, “solamente individuos de una supina ignorancia pueden creer en las fabulosas riquezas de las Misiones Jesuíticas”.

Dos años antes de esa afirmación que no detuvo ni mucho menos a los buscadores de tesoros, un grupo de estudiantes de ciencias antropológicas de la Universidad de Buenos Aires, llegaron a Misiones para tratar de revelar lo que por ahora parece más una fiebre que una realidad palpable.
El resultado de los trabajos de campo, no se pudo saber si se concluyó o está aún en elaboración.

Moneda y medallas, ¿rusas?
Mario Lezcano desafía al investigador. Vive en San Ignacio desde hace más de 40 años y asegura conocer los lugares de los entierros como nadie, al igual que donde ya se hicieron las excavaciones, con distinta suerte según quiénes se animaron a empuñar palas y picos para llegar al punto esperado, ese lugar donde se logra “tocar algo”.

“Fue en la zona de María Antonia, a unos nueve metros… fue hace unos dos años más o menos”, explicó Lezcano, respecto al hallazgo de una gran moneda con escritura rusa y una medalla un poco más chica.

“Yo creo que tienen algo de oro, no en toda su talla, pero algo de plata también debe tener”, dijo el buscador de tesoros.

La moneda tiene alrededor de mil años de existencia de acuerdo a las fechas inscriptas en su cara y de acuerdo a lo se pudo establecer, rodeando unos ángeles, en ruso están escritas frases relacionadas al Espíritu Santo y al Padre Nuestro en su “seca”. 

No mostró, en cambio, otros de sus tantos hallazgos. Dijo que no lo hará, que se trata de un secreto absoluto y sólo mencionó algo sobre una “panera de plata de unos 400 gramos de peso”.

Los entierros
Tras la llegada de los españoles al continente, empezó a hacerse costumbre el enterrar bajo tierra las riquezas en joyas, oro y especies valiosas, por los continuos asaltos que sufrían las grandes fincas por grupos o familias enteras de bandoleros.

El paso del tiempo muchos de los hacendados y terratenientes murieron dejando supuestamente esos tesoros escondidos en las que fueron sus tierras y en el más absoluto secreto.

Nadie, al menos,  pudo o dijo encontrar esas riquezas.

Décadas después, a esos entierros les llegó la época de los buscadores.

De esas personas “elegidas” que dijeron ver en las noches oscuras una especie de brasas ardientes, que de ser color rojizo se trataba de un entierro de oro y si era de color blanco, el entierro era de plata.

En San Ignacio, el señor de los entierros, Lezcano, explicó cómo deben hacerse los desentierros.

“El péndulo te lleva”, dijo y explicó que “a medida que uno se va  acercando al lugar exacto, el péndulo empezará a moverse con más fuerza hacia uno y otro lado, por lo que allí donde se tiene que empezar a cavar.

Y la misión de cavar la cumplen tres personas. Dos a pico y pala y el restante se encarga con otra pala de retirar la tierra a un costado, para liberar la zona y permitir que el trabajo se realice lo más rápido posible.

Pero tanto el buscador de San Ignacio como otros que no quisieron dar su nombre, coincidieron en que “si el tesoro allí escondido no es para vos, se correrá, lo obtendrá para quien realmente lo merezca”.

Eso, según dijeron, responde a otro mito que parece más increíble aún. Según lo relatado, el tesoro se moverá si él o los buscadores persiguen con obsesión  y codicia el objetivo que, para muchos, es un simple hobby, entretenimiento.

En el pozo, un desvío
El buscador llevó a El Territorio a reconocer algunas de las excavaciones realizadas hace semanas en San Ignacio. A un costado del camino que llega al peñón del Teyú Cuaré y al Club del Río, se encuentra uno de ellos.

A pocos metros de la avenida terrada y ciertamente ocupada por varios intrusos que se suman  por épocas, efectivamente se encuentra una excavación de unos tres metros de profundidad y bien prolija, con sus paredes bien demarcadas por las paladas de los buscadores de tesoros.

Pero en el fondo de la excavación, se observa claramente un  desvío o segunda excavación pero hacia otra dirección.

“Eso es porque se corrió el tesoro, es lo que les digo, cuando no es para uno, lo que hay enterrado se corre”, dijo Lezcano.

Pero no sólo con el péndulo se puede establecer el lugar exacto del entierro hecho hace cientos de años, por lo que se cree en la historia jesuítica.

También están las máquinas que indican con un sonido la presencia de metales. “Incluso con los metros casi exactos de profundidad”, se explicó.

En Cerro Corá, en la casa de un médico habría funcionado también  con certeza el péndulo, detectando la presencia de metales. Años atrás, una mujer denunció que su abandonada estancia es víctima permanente de los excavadores.

En Candelaria, un hombre asegura que un barrio entero se construyó arriba de terrenos en donde “todos saben que hay entierros, siempre se vieron destellos dorados”. En San Ignacio, hasta de Oberá se llegan para buscar  tesoros enterrados.

De piedras y males históricos
José Luis Pozzobon, director del Programa Misiones Jesuíticas, reflexiona sobre los supuestos tesoros, los entierros y la presencia de varios de los buscadores. “Terminan destruyendo patrimonio de la humanidad, porque se llevan piedras que no tienen valor nominal sino cultural”.

Para el funcionario, los buscadores de oro, “son uno de los tres males que sufren las ruinas, los otros son el clima y el paso del tiempo”.

El historiador brasileño Arnaldo Bruxer, quien consagró su vida desde 1944 al estudio de la historia misionera en el antiguo Paraguay, se pregunta en la obra “Los Treinta Pueblos Guaraníes”, ¿Qué tesoros podrían tener?

Analiza el brasileño que los antecedentes de monedas desenterradas “tal vez pudieron pertenecer a algún rico hacendado de tiempos posteriores, acaso sorprendido por alguna revolución, no ciertamente a los misioneros de la Compañía de Jesús”. 

Fuente
Diario El Territorio – 28 de Enero de 2.018



Los tesoros que esconden las ruinas jesuíticas



Escrito por Alfredo Poenitz 

Especial para El Territorio 

Muchos habitantes de este territorio que fue el centro durante un siglo y medio de la más importante experiencia de la Iglesia en Hispanoamérica, la de los Jesuitas con la población guaraní, sueñan con el “oro dejado por los Jesuitas” enterrado en estratégicos espacios cercanos a las ruinas de los otrora imponentes pueblos misionales. 

Y muchos de ellos dedican gran parte de su vida a esos menesteres. 

Sueñan con lingotes de oro, con misteriosos túneles ocultos que cruzan por debajo de ciudades, con espíritus tutelados que custodian secretos revelados a algunos elegidos. Y en ese universo fantástico, mágico, es posible hallar sonidos lejanos de invisibles campanas que repican en los montes, o gruesas cadenas sumergidas en lagunas “asombradas”, o blancos caballos luminosos que rodean los vestigios materiales que han quedado de aquella formidable experiencia religiosa.

El tema está siempre presente en el colectivo imaginario del hombre del Litoral, porque estos mitos trascienden el espacio geográfico de la Provincia Jesuítica del Paraguay (1609-1768). En la espontaneidad de las charlas, con habitantes de las ciudades o de los campos, indistintamente, surge con toda fuerza alguna cautivante historia de algún personaje, real, con nombre y apellido, a quien el destino le permitió gozar de una enorme fortuna gracias al hallazgo de un “tesoro jesuítico”.

Pero esta creencia no es nueva ni se limita a la población criolla o mestiza, más propensa, según la equívoca idea que circula en general entre los habitantes de esta región. Los venidos de la Europa Oriental a principios del siglo XX a poblar estas tierras traían en sus hábitos culturales muchas supersticiones que fueron alimentadas al mismo momento de pisar suelo misionero. 

Y entre los “buscadores de tesoros” no sólo hallaremos descendientes de la población criolla o mestiza de estos lares, sino también muchos hijos de ancestros europeos tan propensos a estas creencias como los propios hijos de estas tierras.

El propio gobernador de Misiones después de la expulsión de los Jesuitas en 1768, Bruno Mauricio de Zabala, quedó atrapado en la ambiciosa fantasía de los tesoros ocultos, lanzándose a una loca carrera de la búsqueda de las riquezas dejadas por los Jesuitas, dedicando gran parte de su administración a este objetivo. 

No existe un solo documento que indique el hallazgo de monedas de oro, ni lingotes ni nada que se le parezca. Pero de allí en más el sueño del hallazgo de los tesoros ocultos no decayó. No sólo ello, sino que, al ser nuestra provincia, como la de Corrientes, escenario importante de la Guerra de la Triple Alianza, aquel sueño se vio acentuado por los presuntos ocultamientos de cofres con joyas y tesoros de las familias ricas del Paraguay, dejadas a resguardo en estratégicos rincones donde aún permanecen y alimentan la codicia de los “buscadores de tesoros”.

Estos mitos de tesoros ocultos no son exclusivos de los habitantes de estas tierras que aún buscan explicaciones al esplendor de esta región durante los tiempos de los Jesuitas.

Estos mitos se extienden desde la cordillera de los Andes hasta el océano Atlántico. Es raro no escuchar en esta amplia geografía sobre algún cerro dorado o alguna cueva encantada que encierra riquezas de oro y plata en sus entrañas, que no estén custodiados por algunos negrillos que desaparecen a los ojos del curioso que se les acerca, espacios que emitan luces y resplandores acompañados a veces de bramidos estrepitosos. 

Estas aprensiones se remontan al mismo momento de la conquista española del territorio rioplatense. En la zona andina estos tesoros llevan el nombre de “huacas” o “guacas” que en el idioma quechua referencia algo sagrado e inaccesible. 

El propio Inca Garcilaso de la Vega los explica en sus “Comentarios Reales del Perú”. Esas “huacas” aún siguen siendo motivo de desvelos de los habitantes andinos. Y tienen su sustento en la tradición quechua de enterrar las autoridades indígenas con sus alhajas y piedras preciosas. El enterramiento se hacía en forma secreta y en lugares recónditos realizado por algún pariente muy cercano que llevaba ese secreto a su propia tumba. 

La anciana que sabía
Narra Daniel Granada en su clásico libro “Supersticiones en el Río de la Plata” que es común escuchar en el sur de Corrientes la historia de una anciana del pueblo de La Cruz, antigua misión jesuítica, que había ayudado a los jesuitas a enterrar sus tesoros con el juramento de no revelar jamás el lugar del ocultamiento. 

Pero su ancianidad y su debilidad física y mental la llevaron a condescender con algunos cercanos, aunque sus datos fueron falsos o distorsionados por su débil memoria, lo que derivó en búsquedas incesantes, como infructuosas en amplios espacios cercanos a las ruinas jesuíticas.

Hoy el encanto y la fascinación por hallar esos deseados tesoros no han decaído...
Siguen vivos en muchos habitantes de estas tierras. Y ese fascinante mito no discrimina nivel de educación, ni origen cultural. 

La fuerza del enriquecimiento a partir de estos hallazgos, abonada por historias que se consideran reales por el imaginario colectivo misionero de algunos afortunados por estos tesoros, hacen que esta creencia se mantenga viva e inextinguible en estos tiempos posmodernos.

Fuente
Diario El Territorio (Posadas) 28 de Enero de 2.018

jueves, 25 de enero de 2018

Cuerpo Ceremonial - Relación Palabra Alma Mbya Guaraní





En la concepción de los guaraní el alma está vinculada a la palabra, y esa alma de origen divina está destinada a desenvolverse hasta alcanzar la plenitud.

Cada persona es una encarnación de la palabra, el alma se hace con la historia de vida de la persona y las palabras forman la sinfonía de su vida. "El alma, como principio de individualidad que hace el cuerpo vivo a una persona, se confunde con el nombre propio: El Alma es el Nombre" (Clastres, p., 2004).

El nombre de la persona es el fundamento fuera del cual la persona no tendrá otro soporte válido.
Cada ser nace con un nombre que acompañara a la persona desde su nacimiento hasta su muerte. La concepción del ser humano es atribuida al sueño, sueño que genera una palabra. La persona será entonces una "palabra soñada", un acto de conocimiento soñado.

El mito de origen Mbyá Guarani, traducido por Hélène Clastres (2007), aclara que la Primera Tierra que existió, el Yvy Tenonde, fue creada por Ñande Ru Papa Tenonde, también llamado Ñamandu Ru Ete. El Padre Primero se levantó y creo el lenguaje, la Palabra-Alma, que circula en el esqueleto, que es la que mantiene erecto al guaraní; y es solamente cuando el niño puede permanecer de pie y comienza a caminar que se le atribuye un nombre guaraní que marca la procedencia (Este, Oeste, Norte, Sur o Cenit) de la Palabra Alma que se encarnó en ella.
 
Zelia Bonamigo (2008) recogió, en su investigación entre los Mbyá Guaraní de la Isla de la Cotinga en Tekoa Pindoty, en Paranaguá-Parana-Brasil, datos reveladores sobre los Ñee Ru Ete - "Padres de las Almas" - que transmiten los nombres dados a los niños haciéndolos sus parientes.

Son ellos: Jekupe y su esposa Yva, sinónimos de Jakaira e Ychapy (Primavera - cuidan de la fuente de la Niebla - habitan el Norte);

Kuaray y su esposa Jachuka o Ara (seres similares al Sol - habitan el Este);

Vera o Tupa su esposa Para (seres que recuerdan Agua, truenos, rayos y lluvias - habitan el Oeste);

Karai y Kerechu (seres guerreros relacionados con el fuego - habitan el Sur).

Estos seres se comunican y circulan constantemente entre sus dominios.

Cuando Ñamandu Ru Ete concibió estas divinidades, les confirió la carga de las Palabras-Almas de los futuros hombres. Son ellos los que el  chamán, opygua o rezador - invoca para saber de dónde viene el alma del niño y cuál es su nombre. Es esa palabra que le provee un lugar para si en el cuerpo del nuevo ser.

La transposición de los nombres ocurre durante el ritu   Ñemongarai-a, en el momento de la cosecha del maíz durante el mes de Enero - momento en que se revelados y se distribuyen los nombres en Lengua Guaraní a los niños de la aldea  que según los Mbya Guaranies representan sus verdaderas "almas" (Schaden, 1982).

Traducido probablemente por los misioneros y asimilado por los guaraní como " bautismo del maíz o bautizado", el Ñemongarai presenta características autóctonas que lo hace muy diferente del bautismo cristiano.

El Ñemongarai actúa en el fortalecimiento del cuerpo de cada individuo, en el círculo de relaciones sociales. Los niños nacen con un alma provisoria y sólo después del rito de nominación reciben a través de la palabra, un alma permanente, que debe ser cuidada.

Palabra y Alma se unen del mismo significado del prefijo Ñe que precede al término Mongarai – Palabra Alma de origen divino. Pissolato (2007) resalta que el cuerpo permanece erguido en la tierra "en la medida en que los humanos sean capaces de preservar el flujo de palabras" - nombres, cantos, capacidades -, las cuales se deben "hacer erguir" cuando enviados por los Padres y Madres divinos de los Mbyá o de sus Almas-Palabras".

Cuando el Opygua, Chaman o Rezador no descubre el nombre de la criatura, es señal de que ninguna palabra se encarnó en ella y que no sobrevivirá.

Tónico Benites (2009) cuenta que cuando la persona muere el alma vuelve al lugar de donde ella vino. Hasta los doce años de edad esa alma se encuentra en estado de inestabilidad pudiendo en cualquier momento, alejarse o ser atacada por los depredadores invisibles. El Cuerpo-Alma de los mayores tiene mayor estabilidad, pero necesita un desarrollo espiritual intenso, a través de rezos diarios, para mantener la etapa deseada.

La muerte es una pérdida de la palabra; el alma, el principio vital, que anima y mantiene erguido el cuerpo guaraní. Cuando son afligidos por alguna dolencia o enfermedad grave, los Guaraní consideran que el paciente ha recibido un Nombre-Alma que no conviene, sino que requiere una nueva búsqueda. Pierre Clastres explica: El Opygua parte entonces en un viaje para descubrir el verdadero nombre. Cuando este es comunicado por los Dioses, lo hace conocer al doliente-paciente y a sus parientes. La cura prueba que efectivamente descubrió el verdadero nombre del paciente. Mientras su espíritu está en la búsqueda del alma perdida (yendo a veces muy lejos, hasta el sol), el chamán baila y canta alrededor del paciente. (Clastres, p. 2004).

El viaje de descubrimiento del verdadero nombre del niño puede no dar lugar a un retorno breve, es decir, compatible con el tiempo estimado para realizar el ritual. En el momento de la nominación de la hija del jefe Darci Tupa, en Enero de 2010, la chamana Doña Lidia, encargada de realizar la nominación del niño, no recibió la comunicación de los dioses invocados. Doña Lidia argumentó que "se necesita mucha oración", según sus palabras, para la revelación del nombre del niño y que sólo en el próximo ciclo del ritual haría nuevo intento. El ciclo se refiere a la plantación del maíz (avachi), que se siembra en la primera Luna Menguante de Agosto y recogido en Enero, época de los "tiempos nuevos", marcada para la realización del Ñemongarai-Bautismo.

En Enero del año siguiente, la hija del cacique recibió su Palabra-Alma, adquiriendo así una mayor estabilidad para su Cuerpo-Espíritu.

En el ritual Ñemongarai, compuesto por varias ceremonias, los objetos rituales alcanzan más sentido en el espacio sagrado de la Casa de Oración  (Opy), adquiriendo en grado más elevado el valor de Ente, referencia a una dimensión espiritual compartida. En preparación y como agradecimiento por la revelación de los Nombres-Almas, los padres ofrecen la Ñande Ru  en la casa de reza algunos regalos.

El niño está representado por la oferta de un pequeño pote hecho de tacuara, con miel de abeja yetei o ei jatei y / o una pequeña flecha o uy, y / o un pequeño sonajero o mbaraka hecha con la calabaza o hya kua, semillas de kapi`i planta llamada lagrima de la virgen.

La niña está representada por un Takuapu, instrumento musical hecho de madera o tacuara, utilizado por las mujeres durante los cantos sagrados y por el mbojapé o pan de maíz, hecho con semillas de maíz, bautizadas previamente por el Opygua (chamán).

La flecha simboliza la fuerza y el coraje para una buena caza o éxito en todo lo que el Mbya-Guaraní hace.

La miel es alimento tradicional que acompaña al maíz, que fortalece el cuerpo y acoge las visitas.
El pastel de maíz simboliza el alimento que da fuerza y salud, y el takuapu significa que la niña siempre estará presente en los rituales de la casa de oración (Opy) (Bonamigo, 2008).

El agua depositada en el canal del cedro para ser rocíada en la cabeza del niño; el humo aspirado a través del petÿngua (pipa ritual ceremonial), provocando una niebla exorcizadora de las fuerzas negativas; los instrumentos musicales, el canto, la danza, el maíz y la miel crean e integran del sistema de pertenencia Mbyá-Guaraní.

Las diferentes habilidades y capacidades de desempeñar ciertas tareas que el cuerpo asume son un espacio de emergencia de las diferencias, una inmanencia de la multiplicidad del ser. Un modo por el cual los diferentes tipos de corporalidad experimentan naturalmente el mundo como multitud de afectos y afecciones, cuyas formas emanan el arte del cuerpo ceremonial de los Mbyas.

Así como no poseen un nombre como si fuera una "cosa" (Chamorro-Argüello, 1999), los Mbyá no perciben los objetos distantes de los del mundo animado, sino como formas humanizadas y humanizantes. "La humanidad emerge de un intercambio de intencionalidad, que se revela o se cristaliza progresivamente. (...) El pertenecer al género humano es elástico en su extensión y flotante en el tiempo " (Viveros de Castro, 2006). " Los objetos aportan necesariamente a un sujeto, son encarnaciones materiales de una intencionalidad humana " (Viveros de Castro, 2002).

El devenir mbyá-Guaraní, que se va  amalgamando y difiriendose en el tiempo, altera marcas, soportes, medios que, a su vez, generan nuevas producciones y nuevas subjetividad.

Los cestos confeccionados con la fibra de tacuara natural, los instrumentos musicales, el maíz y los bastones ceremoniales - elementos usados en los rituales- componen el escenario místico.

El canto y la danza dirigidos a los Dioses se celebran invocando el fortalecimiento de los participantes. La fuente de inspiración de los ceremoniales remite a las conquistas del mundo desconocido, de vecinos enemigos o seres naturales y sobrenaturales invasivos y amenazadores del bienestar Guaraní.

Basado en el texto de María Cristina Rezende de Campos - "El arte del cuerpo Mbyá-Guaraní: Procesos de negociación, patrimonializacion y circulación de la memoria"

Fuente > Blog Chakaruna
Original en lengua portuguesa
Traducida a la lengua española por el Profesor José Javier Rodas – Creador del Blog Crónicas de la Tierra sin Mal