sábado, 30 de abril de 2016

Tú eres la fuerza de tu existencia...

Una vez un anciano dijo:
Qanmi kanki kawsayniykiq kallpan. 
Tú eres la fuerza de tu existencia.

Llakimanta pachapuni lloqsinayki,
Aprende a surgir desde las penas,

Kay aswan kallpayoq kalppayoq nanaymanta 
Sé más fuerte que el más fuerte de los dolores,

Ñak’ariyniyki sapallanmanta pasapullanqan.
Y tus problemas sin ahuyentarlos se alejaran.

Ama yuyatchu ñishuta ñakariyniykitaqa. 
No pienses mucho en tus fracasos,

Astawan yuyay llank’asqaykipi,
Cavila más en lo que obras,

Ñak’ariyniyki sapallanmanta pasapullanqan.
Y tus problemas sin ahuyentarlos se alejaran.

llapa ruwaykiykinuna kanki qanmi. 
El resultado de tus obras eres tú.

Llalliypuni, ¡qanllapin kashian! 
Debes vencer, ¡de ti depende!

Ama qonqaychu, khunanmanta munaqtiykiqa qallariy. 
No olvides, que ahora mismo puedes empezar.

Paqariypaq kawsayniyki, khunan ruwasqayki. 
Causa de tu porvenir será tu presente.


Fuente: América Indígena

Una cultura cuyo centro es el corazón


Nuestra cultura, a partir del llamado siglo de las luces (1715-1789) aplicó de forma rigurosa la comprensión de René Descartes (1596-1650) de que el ser humano es “señor y maestro” de la naturaleza y puede disponer de ella a su antojo. Confirió un valor absoluto a la razón y al espíritu científico: Lo que no consigue pasar por la criba de la razón, pierde legitimidad. De aquí se derivó una severa crítica a todas las tradiciones.

 Con esto se cerraron muchas ventanas del espíritu que permiten también un conocimiento sin que pase necesariamente por los cánones racionales.

Ya Pascal notó ese reduccionismo hablando en sus Pensamientos de la lógica del Corazón (“el corazón tiene razones que desconoce la razón”) y del esprit de finesse, que se distingue del esprit de géométrie, es decir, de la razón calculadora e instrumental analítica.
Pero lo más marginado y hasta difamado fue el corazón, órgano de la sensibilidad y del universo de las emociones, bajo el pretexto de que atropellaría “las ideas claras y distintas” (Descartes) del mirar científico. 

Así surgió un saber sin corazón, pero funcional al proyecto de la modernidad, que era y sigue siendo el de hacer del saber un poder, un poder como forma de dominación de la naturaleza, de los pueblos y de las culturas. 


Esa fue la metafísica (la comprensión de la realidad) subyacente a todo el colonialismo, al esclavismo y eventualmente a la destrucción de los diferentes, como las ricas culturas de los pueblos originarios de América Latina (recordemos a Bartolomé de las Casas con su Historia de la destrucción de las Indias).

Curiosamente toda la epistemología moderna que incorpora la mecánica cuántica, la nueva antropología, la filosofía fenomenológica y la psicología analítica han mostrado que todo conocimiento viene impregnado de las emociones del sujeto, y que sujeto y objeto están indisolublemente vinculados, a veces por intereses ocultos (J. Habermas).

A partir de tales constataciones y con la experiencia despiadada de las guerras modernas se pensó en rescatar el corazón. Al fin y al cabo, en él reside el amor, la simpatía, la compasión, el sentido del respeto, la base de la dignidad humana y de los derechos inalienables. Michel Mafessoli en Francia, David Goleman en Estados Unidos, Adela Cortina en España, Muniz Sodré en Brasil y tantos otros por todo el mundo, se han empeñado en rescatar la inteligencia emocional o la razón sensible o cordial. Personalmente estimo que frente a la crisis generalizada de nuestro estilo de vida y de nuestra relación con la Tierra, sin la razón cordial no nos moveremos para salvaguardar la vitalidad de la Madre Tierra y garantizar el futuro de nuestra civilización.

Esto que nos parece nuevo y una conquista –los derechos del corazón–, era el eje de la grandiosa cultura maya en América Central, particularmente en Guatemala. Como no pasaron por la circuncisión de la razón moderna, guardan fielmente sus tradiciones, que vienen a través de las abuelas y los abuelos a lo largo de generaciones. Su principal texto escrito, el Popol Vuh, y los libros de Chilam Balam de Chumayel testimonian esa sabiduría. 

Participé muchas veces en celebraciones mayas con sus sacerdotes y sacerdotisas. Se hace siempre alrededor del fuego. Comienzan invocando al corazón de los vientos, de las montañas, de las aguas, de los árboles y de los antepasados. Hacen sus invocaciones en medio de un incienso nativo perfumado que produce mucho humo.

Oyéndolos hablar de las energías de la naturaleza y del universo, me parecía que su cosmovisión era muy afín, guardadas las diferencias de lenguaje, a la de la física cuántica. Todo para ellos es energía y movimiento, entre la formación y la desintegración (nosotros diríamos: la dialéctica del caos-cosmos) que dan dinamismo al Universo.

Eran eximios matemáticos y habían inventado el número cero. Sus cálculos del curso de las estrellas se aproximan en muchas cosas a lo que nosotros con los modernos telescopios hemos alcanzado.

Bellamente dicen que todo lo que existe nació del encuentro amoroso de dos corazones, el corazón del Cielo y el corazón de la Tierra. Esta, la Tierra, es Pacha Mama, un ser vivo que siente, intuye, vibra e inspira a los seres humanos. Estos son los “hijos ilustres, los indagadores y buscadores de la existencia”, afirmaciones que nos recuerdan a Martin Heidegger.

La esencia del ser humano es el corazón que debe ser cuidado para ser afable, comprensivo y amoroso. Toda la educación que se prolonga a lo largo de la vida consiste en cultivar la dimensión del corazón. Los Hermanos de la Salle tienen en la capital Guatemala un inmenso colegio –Prodessa– donde jóvenes mayas viven en internado, bilingüe, donde se recupera y se sistematiza la cosmovisión maya al mismo tiempo que asimilan y combinan saberes ancestrales con los modernos, ligados especialmente a la agricultura y a relaciones respetuosas con la naturaleza.

Me complace terminar con un texto que una mujer maya sabia me pasó al final de un encuentro sólo con indígenas mayas: “Cuando tienes que escoger entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quien escoge el camino del corazón nunca se equivocará” (Popol Vuh).

Leonardo Boff



Historiadores piden al Estado de Chile reconocer el genocidio del pueblo Selk'nam



Historiadores de diversas universidades del país, intelectuales, escritores, políticos y docentes de institutos y universidades extranjeras, a través de una carta pública, exigen al Estado el reconocimiento del genocidio del pueblo selk'nam, ocurrida durante la primera mitad del Siglo XX, y que inicie un proceso de reparación histórica. Dentro de los redactores del documento se encuentra el historiador español José Luis Alonso Marchante, autor del libro “Menéndez, Rey de la Patagonia”, considerado como el texto definitivo sobre el cruel exterminio del pueblo originario de Tierra del Fuego, a manos de grandes latifundistas como José Menéndez, cazafortunas, y como consecuencia también de las políticas del Estado de Chile.

En el documento, los historiados recuerdan que existe desde 2.007 una moción parlamentaria para que se reconozca el genocidio del pueblo originario, pero que tras su discusión en el Senado, Andrés Chadwick y Mariano Ruiz-Esquide plantearon reemplazar el concepto "genocidio" por "extinción", dadas las consecuencias que se podrían generar para el Estado.



A continuación el texto en que se emplaza al Estado de Chile:

Carta pública

En 1885 Argentina y Chile comenzaron la colonización de la Tierra del Fuego a través de la entrega de concesiones ganaderas sobre un territorio hasta entonces independiente. Los estados desconocieron la soberanía selknam, basándose en las ficciones jurídicas del Imperio Español, y favorecieron los intereses de los capitales alemanes y británicos para expandir las ovejas que ya ocupaban Malvinas y Patagonia continental. Los selknam resistieron a la colonización atacando los rebaños y destruyendo las alambradas que comenzaban a dividir su territorio. Estancieros y administradores organizaron partidas de hombres armados para asesinar y capturar a los indígenas, como queda demostrado en numerosa documentación administrativa, judicial, empresarial y testimonial; la mayoría de los y las sobrevivientes enfrentaron la deportación a las misiones salesianas en Río Grande e Isla Dawson, tentativa de sedentarización y aculturación forzada que produjo su muerte, situación ampliamente documentada. Algunos sobrevivientes, especialmente niños y niñas, fueron apropiados para el servicio doméstico, como esclavas sexuales, o debieron asimilarse al trabajo ganadero. De ello también existe documentación, aunque más fragmentada. Como resultado de estos procesos adoptados por acuerdo entre estancieros, primero, entre sacerdotes salesianos y empresarios ganaderos, luego, casi siempre con la colaboración de autoridades de los estados chileno y argentino, en menos de dos décadas millones de ovejas pastaban sobre el espacio fueguino, vaciado de su población originaria. Ello estableció de manera permanente la soberanía argentina y chilena sobre la isla.

El reconocimiento del genocidio selknam y aonikenk (tehuelche del sur) por parte del Estado chileno fue planteado en 2007, cuando el entonces senador por Magallanes Pedro Muñoz presentó una moción que ha sido discutida en las comisiones de cultura del Senado y de la Cámara de Diputados. En la primera se debatió el tema, haciéndose referencia al Informe de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas (2003, 2008), que definió como genocida la ocupación de Patagonia austral y Tierra del Fuego. Sin embargo, “Los Honorables Senadores señores [Andrés] Chadwick y [Mariano] Ruiz-Esquide plantearon reemplazar el término ‘genocidio’ por ‘extinción’, dadas las consecuencias que se podrían generar para el Estado”, lo que fue respaldado por el senador Cantero. Sin discutir el fondo de la cuestión y por unanimidad, lo mismo que en la sala, se aprobó reconocer “la extinción de las etnias”. Pasado el proyecto a la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, se resolvió utilizar el concepto de genocidio. En plenario, los diputados Giovanni Calderón (UDI) y Jorge Sabag (DC) se opusieron al reconocimiento del genocidio, “pues el delito no prescribe y puede derivar en indemnizaciones a las víctimas”. Desde entonces, el proyecto de ley permanece, sin urgencia, en trámite.
De acuerdo con la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas (1948), “se entiende por genocidio cualquiera de los actos  […] perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”, entre ellos la “matanza de miembros del grupo”, la “lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo”, el “sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”, y el traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”. Dado que todos estos actos se produjeron contra el pueblo selknam es imprescindible reconocer oficialmente el genocidio, esto es, “la destrucción física intencional de un grupo social completo o la aniquilación de una parte tan significativa de ese grupo de la que resulte que no continúe siendo capaz de reproducirse biológica y cultural”. Por último, cabe insistir en que se trató de un proceso planificado y sistemático, decidido en reuniones de las que ha quedado registro.

El reconocimiento del genocidio selknam y aonikenk (tehuelche del sur) por parte del Estado chileno fue planteado en 2007, cuando el entonces senador por Magallanes Pedro Muñoz presentó una moción que ha sido discutida en las comisiones de cultura del Senado y de la Cámara de Diputados. En la primera se debatió el tema, haciéndose referencia al Informe de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas (2003, 2008), que definió como genocida la ocupación de Patagonia austral y Tierra del Fuego. Sin embargo, “Los Honorables Senadores señores [Andrés] Chadwick y [Mariano] Ruiz-Esquide plantearon reemplazar el término ‘genocidio’ por ‘extinción’, dadas las consecuencias que se podrían generar para el Estado”, lo que fue respaldado por el senador Cantero. Sin discutir el fondo de la cuestión y por unanimidad, lo mismo que en la sala, se aprobó reconocer “la extinción de las etnias”. Pasado el proyecto a la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, se resolvió utilizar el concepto de genocidio. En plenario, los diputados Giovanni Calderón (UDI) y Jorge Sabag (DC) se opusieron al reconocimiento del genocidio, “pues el delito no prescribe y puede derivar en indemnizaciones a las víctimas”. Desde entonces, el proyecto de ley permanece, sin urgencia, en trámite.
Dado lo anteriormente señalado, consideramos imprescindible el reconocimiento del Estado y los gobiernos locales del genocidio selknam, y proponemos la construcción de un Memorial en Tierra del Fuego, en el que puedan ser enterradas las víctimas de las políticas de deportación y exterminio. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, firmada por Chile en 2007, establece que “los pueblos indígenas tienen derecho a […] obtener la repatriación de sus restos humanos”, y que “los Estados procurarán facilitar el acceso y/o la repatriación de objetos de culto y de restos humanos que posean mediante mecanismos justos, transparentes y eficaces”. Por ello, las autoridades del Estado de Chile deben arbitrar las medidas para que los cuerpos profanados y exhibidos en museos, o depositados en instituciones locales, nacionales o extranjeras puedan finalmente reposar dignamente en la que fuera su tierra. Asimismo, y dado que la Declaración firmada por el Estado establece que “los pueblos indígenas tienen derecho a que la dignidad y diversidad de sus culturas, tradiciones, historias y aspiraciones queden debidamente reflejadas en la educación y la información pública”, deberán ejecutarse medidas que eviten la naturalización del exterminio en nombre del “progreso”, entre ellas, la apertura de un diálogo social amplio sobre los símbolos y efemérides magallánicas.

Esperamos que la presente solicitud ciudadana siga un curso exitoso, respondiendo a la necesidad de hacer un mínimo de justicia histórica con las víctimas, rescatar su memoria, reparar aunque sea parcialmente a sus descendientes, e incorporar su historia en los planes de estudio y las políticas de la identidad a nivel local, regional y nacional. Sólo de esta manera será posible proyectarnos como comunidades regionales y estatales reconciliadas con un pasado diverso y complejo, construyendo un presente más justo para los pueblos originarios y las sociedades construidas sobre su destrucción, silenciamiento y/o marginación.

Redactores:
José Luis Alonso Marchante, escritor. Madrid, España.
Nicolás Gómez Baeza, profesor de Historia e historiador. Punta Arenas y Santiago, Chile.
Alberto Harambour Ross, historiador. Punta Arenas y Santiago, Chile.
 Primeras firmas:
Paulette Alejandra Aguilera Salazar, Historiadora, Santiago de Chile
Ramón Arriagada, escritor y sociólogo, Puerto Natales.
Christian Báez, historiador, Santiago.
Jorge Baradit, escritor, Santiago.
Ernesto Bohoslavsky, historiador UNGS/CONICET, Buenos Aires.
Gabriel Boric, diputado, Magallanes.
Ljuba Vesna Boric Bargetto, Candidata a Doctora en Historia USACH, Santiago de Chile
Natalia Braidot, historiadora del Arte y profesora, Madrid.
Cristian Javier Cañete Leal, Presidente agrupación Memorias en el Viento. Punta Arenas, Chile.
Léonard Chemineau, dibujante, París.
Rafael Cheuquelaf Bradasic, periodista y músico Lluvia Ácida, Punta Arenas.
Roberto Cortes, estudiante de posgrado en Historia, Universidad Católica de Valparaíso.
Gustavo Alejandro De la Barra Riquelme, Geógrafo, Licenciado en Geografía, Punta Arenas.
Walter Mario Delrio, docente/investigador, CONICET/Universidad Nacional de Rio Negro.
Nolberto Díaz, vicepresidente CUT, Tierra del Fuego.
Francisca Carolina Díaz Zúñiga. Candidata a Magister en Historia USACH. Santiago de Chile.
Gabriel Di Meglio, historiador, CONICET / UBA
Sanja Durin, antropóloga, Institute of Ethnology and Folklore, Zagreb.
Javier Figueroa Ortiz, Universidad Central de Chile.
Mario Garcés Durán,  Académico Universidad de Santiago de Chile y Director de ECO Educación y Comunicaciones, Santiago de Chile
Marcelo Garrido, geógrafo, Vicerrector U. Academia de Humanismo Cristiano.
Igor Goicovic Donoso, historiador de la Universidad de Santiago de Chile, Santiago de Chile.
Rodrigo González Vivar, profesor e investigador, Instituto de la Patagonia.
Sergio Grez Toso, historiador, Universidad de Chile
Verónica Grondona Olmi, investigadora Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires.
Jessabel Guamán Flores, historiadora. La Serena, Chile
Luis Milton Ibarra Philemon, Archivo Histórico Municipal y Comisión por la Memoria Huelgas 1921, Calafate.
Sergio Infante R., poeta y profesor universitario, Estocolmo.
Xochitl Inostroza Ponce, etnohistoriadora, Universidad de Chile-UMCE.
Mirta Leyes, pintora y profesora, Mercedes.
Marcelo E. Loyola Avilés, historiador. Santiago, Chile.
Luis Alberto Mancilla, profesor y escritor, Castro.
Ivette Martínez M., Profesora, Caleta María.
Dante Montiel Vera, profesor de Estado e historiador, Castro.
Mario Isidro Moreno, escritor, Punta Arenas.
Omar Moya, programador, Santiago.
Cristina Moyano Barahona, historiadora Universidad de Santiago de Chile, Santiago de Chile.
Alexis Nolent, escritor y guionista, París.
Yerko Obilinovic, periodista, Punta Arenas.
Pavel Oyarzún Díaz, escritor, Punta Arenas.
Pedro Pacheco A., docente, Universidad Viña del Mar.
Fernando Pairican, Historiador, docente Universidad de Santiago de Chile.
Pedro Pacheco, docente Universidad Viña del Mar.
Marisol Palma Behnke, historiadora, Universidad Alberto Hurtado 
Pilar Pérez, docente-investigadora, IIDYPCA-UNRN-CONICET, Argentina
Julio Pinto V, historiador, Universidad de Santiago de Chile.
Alfredo Prieto Iglesias, arqueólogo, Universidad de Magallanes, Puerto Natales.
Loreto Quiroz Rojas, abogada, Universidad de Chile.
Javier Eduardo Rivas Rodríguez, Académico U del Desarrollo y USACH. Santiago de Chile.
Alfons Rodríguez, fotoperiodista, Barcelona.
Federico Rodríguez, escritor y profesor, Río Grande.
Manuel Luis Rodríguez, sociólogo y cientista político, Punta Arenas.
Mariela Eva Rodríguez, CONICET/UBA/ FLACSO-Argentina.
Enrique Hugo Mases, historiador. Director GEHiSo, Universidad Nacional del Comahue.
Pablo Navas, Profesor,  Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Río Gallegos.
Laura Pomerantz, doctora en Historia del Arte, Buenos Aires.
Mario A. Rivera, profesor titular Universidad de Magallanes, Punta Arenas.
Camila Rojas, presidenta Federación Estudiantes Universidad Chile, Santiago.
Catalina Saavedra Pérez, actriz, Santiago.
Camilo A. Santibáñez Rebolledo, profesor de Historia e historiador, Santiago de Chile.
Paula Tikay Ferrer, artista, Santiago.
Stefanie Torrejón Vásquez, historiadora, Archivo Nacional de la Administración, Santiago.
Jaime Valenzuela M., Profesor Titular, Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Cristian Valle Celedón, realizador audiovisual, Punta Arenas.
Marcelo Valko, escritor y profesor, Buenos Aires.
Orlando Vargas Oyarzún, ingeniero comercial, Punta Arenas.
Bernardo Veksler, periodista y escritor, Buenos Aires.
Pablo Venegas, psicólogo, Rector Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Mauricio Webel, periodista, Santiago.
Fuente: El Mostrador – 28 de Abril de 2.016
http://www.elmostrador.cl/cultura/2016/04/28/historiadores-piden-al-estado-de-chile-reconocer-el-genocidio-del-pueblo-selknam/

El día que los Mandurukus (etnia indígena del Amazonas) ganaron la batalla contra las hidroeléctricas


La construcción de la presa de São Luiz do Tapajós se ha paralizado después de que un organismo estatal reconociera que el proyecto vulnera el territorio donde vive la tribu Munduruku.

Los planes de construir una gran presa hidroeléctrica en el Amazonas se han interrumpido después de que el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) suspendiera la concesión de licencias por el impacto que podría tener sobre las comunidades indígenas en la zona.

Un indígena munduruku junto a un policía durante la ocupación de la central eléctrica de Belo Monte, que comenzó a funcionar la semana pasada. EFE
La presa de 8.000 megavatios de São Luiz Do Tapajós es uno de las piezas clave en el proyecto gubernamental de expandir la generación eléctrica en el Amazonas. Sería la segunda más grande del país, después de la controvertida central eléctrica de Belo Monte, que finalmente comenzó a operar la semana pasada. 

Pero en una carta enviada esta semana a las autoridades de Electrobrás, la empresa estatal de energía, y a la Funai, la agencia de asuntos indígenas, Marilene Ramos, presidente de Ibama, destacó la "inviabilidad del proyecto debido al factor indígena". 

Cerca de 10.000 personas de la tribu Munduruku viven alrededor del río Tapajós. La presa causaría la inundación de gran parte de la zona, lo que provocaría el traslado obligatorio de, por lo menos, algunas de las comunidades indígenas, una medida que está estrictamente prohibida por la Constitución de Brasil, excepto en casos de epidemia o de guerra. 
Protesta contra la represa y la central eléctrica en el río Tapajós. FOTO: GREENPEACE
Durante diez años, los esfuerzos del pueblo Munduruku por preservar su territorio fueron en vano debido a la constante negativa del Gobierno de reconocer el territorio indígena, lo que provocó que la comunidad llevara a cabo su propio proceso de demarcación. Pero, en otra victoria para el pueblo Munduruku, esta semana la Funai ha publicado un informe inicial que delimita 170.000 hectáreas de territorio pertenecientes a los indígenas Sawré Muybu.

Un informe clave y una ley que retrocede
Según el director del programa Amazonas de la ONG International Rivers, Brent Millikan, "la publicación de este informe es de gran importancia": "Esto significa un palo en la rueda del proceso de concesión de licencias. Demuestra que hay un derecho constitucional que se debe respetar". De acuerdo con Ramos, el futuro de la concesión depende ahora de un "informe final" de la Funai. Si la agencia de asuntos indígenas confirma el estado de las tierras, los activistas piensan que será muy difícil que el Gobierno trate de burlar la Constitución".

Concienciando sobre la necesidad de la no construcción de represas
"La Constitución de Brasil es bastante progresista cuando se trata de reconocer a los pueblos indígenas y sus derechos", explica Millikan. "Solo en circunstancias extraordinarias se podría explotar los recursos de sus tierras y tan solo mediante la aprobación del Congreso".

Por ahora el obstáculo mayor para avanzar con el desarrollo de la cuenca del Amazonas es económico. Tras años de demandas que amedrentaron a la presa de Belo Monte, las empresas de construcción y energéticas no las tienen todas consigo para ponerse a arriesgar grandes cantidades en los estudios de impacto ambiental de proyectos que podrían no ver la luz, en especial en medio de una crisis económica.

Según Márcio Santilli, socio fundador de la ONG Instituto Socioambiental (ISA), "estas presas se planificaron cuando el Gobierno esperaba un incremento en la demanda energética del 4% anual en relación con el crecimiento": "Pero en 2015, el PIB se contrajo un 3,8% y las proyecciones para 2016 indicaban una caída similar". 

Danza Munduruku a lo largo del Río Tapajós en Noviembre 2.015 durante la "Caravana de la Resistencia"
Aunque la recesión haya obligado a hacer una pausa en el desarrollo de la región, la crisis política brasileña, que todo parece indicar terminará con la destitución de Dilma Rousseff el próximo mes, podría cambiar esa dinámica. Como recuerda Santilili, se trata de "un momento de gran inestabilidad": "Posiblemente, la elección de un nuevo presidente de Ibama podría revertir la decisión de suspender las concesiones".

A principios de la semana pasada, Eduardo Braga, ministro de Minas y Energía de Brasil, renunció a su cargo. Es probable que no se le busque un reemplazante hasta después de que el Senado vote, a mediados de mayo, si decide o no realizar el juicio político a la presidente Rousseff.   

Caciques y Guerreros Mundurukus protestando en la Cámara de Diputados en Brasil el 10 de Diciembre de 2.013. Fotografía: Luís Macedo / Acervo / Cámara de Diputados Brasil
Además de esta incertidumbre, el Senado está tratando ahora una ley estratégica de desarrollo, conocida como PLS 654/2015, que podría acelerar de forma significativa el proceso de concesión de licencias: reduce la protección ambiental consagrada en la Constitución de Brasil y elimina las consultas públicas como requisito imprescindible en temas medioambientales.

Fuente: The Guardian (Bruce Douglas)
Traducción de Francisco de Zárate para eldiario.es
25 de Abril de 2.016

Lider Munduruku caminando a lo largo del Río Tapajós , Fotografía: Lunae Parracho (Greenpeace)


Salvaje...

La Tierra no nos pertenece a los humanos, si no que

 los humanos pertenecemos a ella, y todo lo que le 

ocurra a la Naturaleza nos ocurrirá a nosotros.


Gráfico: La BioGuía

Cosecha soja, siembra inundación.


El incremento de los cultivos agrícolas, principalmente de soja, produce un acercamiento de la napa freática a la superficie, reveló una investigación del INTA. Esto explica por qué las inundaciones son cada vez más continuas y graves. El monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora. Una pastura convencional (donde hay ganado) 100 milímetros. Y un campo con soja apenas 30 milímetros por hora. Una investigación del INTA explica que el cambio del uso del suelo es un factor fundamental para explicar por qué las inundaciones son cada vez más continuas y graves. “No estamos de acuerdo en que los excesos hídricos se deban a la falta de obras ni al exceso de lluvias, sino más bien a cuestiones asociadas al proceso de minería que sufre la agricultura y a la agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”, afirma Nicolás Bertram, investigador del INTA Marcos Juárez (Córdoba). También apunta a las responsabilidades del poder económico del agronegocios.

Misiones sufrió una gran inundación en 2014. A inicios de 2015 fue el turno de Córdoba y Santiago del Estero. El segundo semestre sufrieron el Litoral y Buenos Aires. Este año fue el turno de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes, Córdoba y noroeste bonaerense. “Fue un tsumani que vino del cielo”, había dicho en 2015 el entonces gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. En línea similar, responsabilizando a la naturaleza, argumentaron otros mandatarios.

Nicolás Bertram, ingeniero agrónomo del INTA Marcos Juárez, estudia desde hace diez años los “excesos hídricos”. Su trabajo académico fue titulado “Ascenso de napas en la región pampeana: ¿Incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra?” (firmado junto a Sebastián Chiacchiera). Analizaron las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario (sojización y expulsión de ganadería), entre otras variables.

“El incremento sostenido del componente freático que se dio en los últimos 40 años en la región pampeana, y que en la actualidad se acerca demasiado a la superficie, conlleva a un alto riesgo no solo en lo que respecta a producciones agrícologanaderas, sino también en sectores urbanos, pudiendo generar en ambas situaciones de inundaciones”, alertaba el trabajo, presentado en el XXV Congreso Nacional del Agua (Conagua 2015) en Paraná.

Bertram explica en lenguaje gráfico: “La napa estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro. Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”.

La investigación explica que se observaron dos tipos de efectos en el comportamiento de la napa, a corto plazo (asociado a precipitaciones) y largo plazo (relacionados con los cultivos y el consumo que generan). Luego del procesamiento de datos (donde confirmaron que las lluvias se mantuvieron dentro de sus promedios anuales) aseguran: “A partir de datos históricos se puede observar una relación directa entre el incremento de los cultivos agrícolas (de soja principalmente) y el acercamiento de la napa freática a la superficie”.

El trabajo señala que buena parte de la región pampeana la napa freática se encuentra a un metro de profundidad (o menos) y recuerda que diez millones de hectárea pasaron de la actividad ganadera o mixta a la puramente agrícola, con preponderancia de la soja. “Millones de hectáreas de pasturas y pastizales que consumían agua durante los doce meses del año fueron cambiadas por cultivos anuales que, en el mejor de los casos lo hacen durante un tercio o la mitad de ese tiempo, pasando de consumir anualmente 1500-2000 milímetros a 500-800 milímetros”, precisa el trabajo como explicación del ascenso de la napa casi a la superficie.


El trabajo estuvo focalizado en Marcos Juárez, zona de la Pampa Húmeda y núcleo sojero. Bertram asegura que la investigación es extrapolable a toda esa región e incluso a zonas extrapampeanas, como San Luis (donde se generaron nuevos ríos), Santiago del Estero, y regiones del norte de Santa Fe y Buenos Aires (zonas que fueron monitoreadas con freatímetros).

Sobre la actual inundación, que afecta a 40 mil personas (11 mil evacuados), el investigador del INTA señala que “llovió por encima de la media, pero de ninguna manera eso explica la magnitud del desastre; la clave está en el ascenso de la napa y que arrasaron el monte que retenía agua”.

Bertram cuestiona la propuesta de políticos y empresarios. “Ninguna obra va a solucionar las inundaciones”, afirma. Y llama la atención sobre los “responsables” de los anegamientos. “Muchos medios de comunicación cuestionan siempre a los políticos y en parte no está mal, pero esos medios nunca vinculan la inundación con el poder económico del modelo agropecuario, desde los Grobocopatel a Monsanto, Bayer, Cargill, Dow y una lista larga. Quizá porque esas empresas son los anunciantes de esos medios”.

La investigación también cuestiona el modelo. “Pese a este escenario, se continúa en una carrera por lograr mayores y más estables rendimientos de los cultivos agrícolas, en la supuesta búsqueda de alimentar a un mundo que sigue padeciendo hambre, en donde muchas veces no existe el tiempo para pensar para quién y qué se está produciendo”, afirma el trabajo del INTA.

La investigación concluye que “si no se modifican las rotaciones o el uso de la tierra, no sólo se seguirá incrementando el nivel freático, sino también la superficie, con un alto riesgo de anegamiento”. Afirma que se pueden encontrar soluciones (incorporación de pasturas, otros cultivos, mejor manejo de agua), pero debe primar una “mirada amplia”, interdisciplinaria, donde además de los sectores productivos se tenga en cuenta los aspectos ambientales y sociales.

Fuente: Página 12 – 27 de Abril de 2.016